jueves,18 agosto 2022
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Riquer y Morera era Grande España

Fallece el sabio de El Quijote

Redacción
El escritor y catedrático emérito de Literaturas Románicas de la Universidad de Barcelona, Martín de Riquer y Morera , falleció ayer en la capital catalana a los 99 años de edad. Ingresó en la Real Academia en 1965 y era el miembro más longevo de la institución de las letras. Entre sus numerosas condecoraciones se encuentra el premio Príncipe de Asturias y el Nacional de las Letras Españolas.

Célebre por sus ya clásicas ediciones del Quijote, su trabajo incluye estudios decisivos sobre la literatura y la sociedad medievales. Este estudioso de la literatura en lenguas romances (sobre todo provenzal, francesa, castellana y catalana) fue autor de una abundante obra editorial y crítica en la que, además de las obras cervantinas, trató la épica francesa, la novela medieval, los trovadores y el amor cortés, entre una gran variedad de temas. También es remarcable su Història de la literatura catalana (1964-87), de la cual escribió sus primeros tres volúmenes, que continuaron Antoni Comas y Joaquim Molas. 

De Riquer abordó la obra cumbre de la literatura en catalán, pues trabajó en las cuatro ediciones de Tirant lo Blanc, dos del texto original (1947, 1969) y dos de la traducción de Valladolid de 1511 (1947, 1974), además de publicar el estudio Aproximació al Tirant lo Blanc (1990), por el que recibió el Premio Nacional de Ensayo que concede el Ministerio de Cultura.

Entre sus últimas horas destacan Reportajes de la Historia, escrito en colaboración con su hijo Borja de Riquer (2010) y publicado por el sello barcelonés Acantilado, que cuenta en su catálogo con numerosos títulos del autor, como Para leer a Cervantes (2003), la edición de las Poesías de Arnaut Daniel (2004), Quinze generacions d´una familia catalana (1998) y Vidas y amores de los trovadores y sus damas (2004), además de su célebre edición de Chanson de Roland (2003).

Entre los numerosos reconocimientos que atesoró el escritor, se contaron el premio Michel de Montaigne, el de literatura de la Generalitat de Catalunya (1985), la Creu de Sant Jordi de la Generalitat (1992) y el Menéndez Pelayo (1990). En 1997 obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales y en el año 2000 el Premio Nacional de las Letras Españolas.

Una salud de hierro, pese a sus hábitos

De Riquer murió ayer sobre las 19:00 en su casa barcelonesa, ciudad donde se prevé que se oficie mañana el funeral, declaró a Europa Press el académico José Manuel Blecua, aunque aún debe confirmarse la fecha. Blecua explicó que su salud siempre había sido buena, lo que De Riquer atribuía irónicamente "a que nunca hacía deporte y empezó a fumar a los 12 años", recordó.

Martín de Riquer era nieto del intelectual y artista Alexandre de Riquer. En 2005 fue nombrado Grande de España por el Rey Juan Carlos I, al que dio clases cuando era príncipe, en 1960.

Fue catedrático de historia de las literaturas románicas de la Universitat de Barcelona (1950-70 y 1974-84) y de la Autònoma de Barcelona (UAB, 1970-1974), y presidió la Acadèmia de Bones Lletres desde 1963 hasta 1996.

En cuanto a su agitada vida, Martín de Riquer fue combatiente durante la Guerra Civil y, como miembro del Tercio de Montserrat, participó con el bando franquista en la Batalla del Ebro.

Una vez acabada la guerra, ocupó diversos cargos en la Delegación de Propaganda franquista de Barcelona, y al llegar la democracia fue elegido senador por designación real en la legislatura constituyente (1977-79).

En 1979 publicó la historia de su propia saga familiar en Quinze generacions d´una família catalana, cuya versión revisada de 1998 le valió el premio Lletra d´Or, y diez años después fue el propio Riquer el protagonista de la biografía Martí de Riquer. Viure la literatura, a cargo de Cristina Gatell y Sílvia Soler.

El conseller de Cultura de la Generalitat e historiador, Ferran Mascarell, lamentó ayer su muerte por ser "uno de los grandes" académicos, que realmente ha creado escuela. Mascarell destacó la amplitud de su sabiduría: literatura románica, castellana, catalana e incluso occitana, "como pocos saben, y conocimientos de heráldica, trovadores, el mundo de Tirant lo Blanc y del Quijote de Cervantes".

Mascarell mostró su "respeto extraordinario por él, desde la diferencia generacional", y evocó también el sentido del humor que tenía, además de su gran capacidad intelectual.

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