viernes,19 agosto 2022
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Retos de futuro

Hablando de ANECA e investigación universitaria

Futurolandia
Durante más de seis años tuve la oportunidad de colaborar (en ocasiones críticamente) con la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad (ANECA), en los tiempos en que Francisco Marcillán era su director. Me parece interesante recordar algunas de sus ideas en nuestra conversación sobre el futuro de la universidad. Ha sido vicerrector, director de la ANECA, Secretario General de Política Científica y participó en el Plan de Calidad de las Universidades y en el de Evaluación Institucional

A la pregunta de qué se quiere de un profesor universitario, su contestación es que caben diferentes composiciones, en cada caso particular, pero siempre que se cumplan tres requerimientos básicos: 1) conocer y generar conocimiento; 2) transmitir conocimientos; 3) transferir conocimientos a la sociedad.

A lo largo de su carrera académica un profesor puede ir cambiando la importancia relativa de estas tareas, pero siempre combinando docencia e investigación. En la etapa de madurez, debería demostrar responsabilidad e innovación docente, liderazgo de proyectos y en la formación de investigadores, trabajo colectivo y participación en redes nacionales e internacionales y en actividades externas conexas.

La primera cuestión que le planteé fue en relación con esta variedad de tareas de un profesor universitario.

1.-Hay una idea, bastante extendida, de que la excelencia de un profesor de universidad sólo se consigue a través de una investigación de calidad, plasmada en artículos científicos en revistas internacionales, habitualmente en inglés y con evaluación por pares ¿Quieres matizar esta afirmación?

 La excelencia de la investigación de un profesor/investigador universitario se debe medir no sólo por la calidad (impacto) y cantidad de las aportaciones sino que debe complementarse con otros parámetros que están (o deberían estar) íntimamente relacionados con los anteriores. A modo de ejemplo, y dependiendo de los momentos de una trayectoria investigadora racionalmente concebida, señalaría los siguientes: Capacidad formadora tanto a nivel pre como post doctoral, liderazgo en proyectos competitivos de investigación tanto a nivel nacional como internacional, participación en Comités Editoriales de revistas de relieve en el seno del área de investigación, reconocimiento mediante premios científicos y vinculación a sociedades científicas en puestos de responsabilidad, participación como evaluador institucional o en Agencias específicas de investigación, actividades de transferencia con valor añadido para la institución universitaria y actividades de divulgación científica en medios de comunicación etc. Es claro, que en cada comunidad de conocimiento, deben medirse y establecerse indicadores adecuados a sus especificidades, evitando criterios homogeneizadores y uniformes que aparte de irreales no miden las capacidades y exigencias de los individuos en un contexto específico y cambiante. La Universidad debe publicitar los resultados de sus investigadores, de una forma dinámica, como parte de ese compromiso compartido en el ámbito individual-institucional.

Y todo ello sin olvidar que el profesor/investigador debe dedicar una parte importante de su actividad a transmitir ese conocimiento generado a sus estudiantes de grado y postgrado. No se trata de reproducir el conocimiento sino de motivar en los alumnos una pasión por descubrir y revisar el conocimiento existente que sólo aquel que lo ha puesto en práctica es capaz de transmitirlo. De nuevo, un balance entre la generación y transmisión del conocimiento a través del aprendizaje debe ser valorado aunque el debate metodológico sobre los indicadores de estos procesos permanece abierto.

 

  1. El problema práctico es que, aunque se admita una diferenciación de universidades y de sus centros y profesores, en que unos se inclinen más por investigación o por docencia, parece que se parte de la premisa de que la opción de calidad, para los más capaces, está siempre en la investigación ¿Cómo se compatibiliza este planteamiento con el hecho de que, por ejemplo, sean nuestras escuelas de negocios (IESE, Esade, Instituto de Empresa,…), que destacan por su calidad en formación, los centros de enseñanza superior más valorados en los rankings internacionales?

 La actividad de las escuelas de negocios tiene como output fundamental la aceptación por el mercado laboral de los profesionales egresados de dichas instituciones. Los indicadores del ranking de escuelas de negocios son claramente diferentes de los utilizados por las instituciones que elaboran rankings de universidades, en los que la investigación, valorada a través de parámetros objetivos pero discutibles, juega un papel central. Sin duda, ninguna escuela de negocios española vinculada a universidades (privadas en su mayor parte) aparece en el ranking de universidades dado que los parámetros de medida son otros, como se demuestra con el hecho de que dichas universidades no aparecen entre las 500 primeras basadas en parámetros investigadores. Sus fortalezas son otras y vienen derivadas de una concepción diferente del proceso de aprendizaje, de una flexibilidad en la contratación de profesorado, de una mayor interconexión con los destinatarios finales (las empresas que definen necesidades) y unos precios de coste que el sistema público no puede plantear.

 

  1. En el  Plan Nacional de I+D+i  se establece como objetivo la excelencia científica, pero también la “oportunidad” para las actividades de I+D orientada y por demanda. Me gustaría que desarrollaras las consecuencias prácticas de ese criterio de oportunidad en relación con la investigación universitaria.

 Entiendo como investigación de “oportunidad” aquella motivada por una demanda explícita, con una necesidad de respuesta en el corto y medio plazo, con una visión aplicada y con un valor de riesgo inmediato del que carece en buena medida la investigación basada en el conocimiento por el conocimiento. Ello exige políticas de evaluación diferentes, con un rigor ex -ante superior al ex –post que debe regir en el segundo caso. Asimismo, el proceso debe implicar un efecto orientado no sólo a la aplicabilidad, sino a la demostración y puesta en práctica de los resultados de la investigación. Las cinco áreas estratégicas contempladas en el Plan Nacional se deben regir por estos principios dado que su selección se ve estimulada por demandas simultáneamente explicitadas desde el sector económico como por necesidades sociales.

 

  1. También dentro de ese Plan de I+D+i, que has coordinado en su planteamiento, se establecen como objetivos el promover un tejido empresarial competitivo y fomentar la cultura científica y tecnológica de la sociedad ¿Cuál puede ser la aportación a estos objetivos de una universidad que desee promover la calidad de sus profesores/investigadores?

 Cada Universidad debe desarrollar sus propias políticas acorde a sus perfiles variados. Si se definen cuatro grandes líneas de actuación en las instituciones académicas (formación de profesionales-ciudadanos capaces de poner en práctica los conocimientos aprendidos en su periodo formativo universitario, la generación de conocimiento basada en la libertad y autonomía económica y académica de los investigadores, la transferencia del conocimiento al sector productivo y, finalmente, la creación de una conciencia social sobre ciencia, tecnología y conocimiento en nuestra ciudadanía), junto al papel de liderazgo social de la institución universitaria, creo que las universidades tienen un amplio campo de actuación tanto a nivel interno como externo. 

Valorar a los investigadores por su elección de actividades acordes con estos cuatro ejes, que no deben ser tratadas a nivel temporal de igual manera e intensidad, exige un modelo de contrato social institución-profesor que delimite los compromisos por ambas partes y su evaluación acorde a las capacidades individuales. La Universidad debe proporcionar al tejido productivo profesionales aptos para sus necesidades a través de los programas de grado y postgrado, investigadores que hagan de la transferencia una seña de identidad, pero también debe posibilitar investigadores que cultiven el conocimiento por el conocimiento no sólo en ciencias básicas sino también en humanidades, ciencias sociales, tecnologías y salud creando un espacio público de reflexión y crítica.

 

  1. Como bien sabes, uno de los principales motivos para que los universitarios presenten proyectos a los planes de I+D es su consideración de “competitivos” a la hora de valorarlos. Esto significa, en la práctica, que es un sello de garantía de calidad científica, al responder a un proceso selectivo y a auténticos avances del conocimiento. Siempre me ha extrañado que propuestas similares, desarrolladas con fondos públicos o privados, tiendan a ser excluidas, casi por principio, como I+D+i de calidad. Es decir, el mismo proyecto financiado por el Plan o por un Ministerio con cargo a su presupuesto tienden a tener un valor académico muy diferente ¿Qué opinas al respecto?

 Distinguiría entre financiación y valoración científica. He comentado antes la necesidad de distinguir entre investigación de “excelencia” e investigación de “oportunidad”. En la primera, los criterios de evaluación exigen un impacto en el largo plazo que deben medir evaluadores de la propia comunidad científica, mientras que en el segundo caso, deben participar más agentes dada la transversalidad y el principio de riesgo que entrañan. Los parámetros de financiación deben ser radicalmente distintos, el seguimiento del proceso también y su valoración académica debe enmarcarse en los aspectos señalados en el punto 1.

 

  1. En mi opinión el  Plan de I+D+i y su antecedente, la Estrategia Nacional de Ciencia y Tecnología , suponen un enfoque renovado que responde a un auténtico planteamiento estratégico, con una visión amplia de los agentes implicados, desde las universidades a los organismos públicos o privados de investigación, concretando objetivos e indicadores de seguimiento ¿No es políticamente muy arriesgado (y, por tanto, de un valor muy especial) establecer las cifras que deben alcanzarse en  2015 para 15 indicadores concretos?

 Los indicadores establecidos constituyen una referencia basada en los datos iniciales. Al tratarse de un sistema dinámico, la metodología input-output es fundamental a la hora de tratar de planificar y asignar compromisos. Los cuatro años de vigencia del Plan Nacional constituyen un marco de corto plazo mientras que una estrategia en la perspectiva a más largo plazo permite introducir correcciones de manera inmediata y medir su efecto. Desde luego, es arriesgado políticamente pero la implicación de los actores en este proceso es clave y los compromisos de la Administración General del Estado deben ser reflejados de manera clara, sobre todo en lo referente a implicaciones presupuestarias.

 

  1. Hay un indicador en que el objetivo marcado es especialmente ambicioso. En patentes solicitadas en la Oficina Europea (EPO) por millón de habitantes se plantea pasar de 14 en 2005 a 150 en 2015. Todos somos conscientes del retraso histórico en este aspecto, ¿pero qué transformación de nuestro sistema de I+D+i exige este profundo cambio en los resultados prácticos de nuestra investigación, en particular en relación con las universidades?

 En primer lugar la valoración académica explícita de las patentes junto con su aplicación al sector productivo. En segundo lugar, la posibilidad de que los investigadores puedan poner en práctica la propia patente, a través de una colaboración externa y apoyados por la propia universidad a través de los asesoramientos y financiación adecuados. Finalmente, la creación de spin off y demostradores académicos en el marco de los Parques Científicos y Tecnológicos, iniciativa transversal que actúe como interfaz entre la Universidad y el sector productivo, basado en el liderazgo de la Universidad y que supere el marco de oportunidad (terrenos, fiscalidad etc) en el que se llevan a cabo estas iniciativas.

 

  1. En un Foro ANECA sobre Acreditación de Instituciones vs. Titulaciones subrayabas que “las necesidades de un mejor autoconocimiento por parte de las propias universidades y los compromisos derivados de una planificación a medio y a largo plazo son elementos centrales” a la hora de abordar la calidad de una institución de educación superior ¿Habría que cuidar especialmente la elaboración de planes estratégicos para nuestras universidades? ¿Deberían concretarse objetivos e indicadores para evaluar su cumplimiento?

 La conveniencia de la existencia de Planes Estratégicos por parte de las universidades constituye un doble compromiso tanto interno como externo: Interno porque marca claramente las reglas del juego a seguir por parte de todos los miembros de la comunidad universitaria. Externo porque contribuye a la rendición de cuentas de la institución a la sociedad y los poderes públicos que, básicamente, constituyen la fuente de financiación de las Universidades. Indicadores y exigencias a nivel individual y colectivo que contribuyen a la consolidación de una cultura institucional inexistente en la actualidad y que se deberían concretar en programas operativos que tengan presentes el punto de partida y de llegada, así como los modelos con los que la institución se quiere comparar.

 

  1. En alguna intervención pública has manifestado tu opinión de que el personal docente e investigador de las universidades no debería hacer tareas de gestión general, limitándose a sus funciones básicas y a actividades concretas de gestión de la docencia y la investigación. ¿Cómo ves la posible evolución de la gestión universitaria a futuro?

 Las actividades de gestión universitaria no se deben basar en el voluntarismo sino en la profesionalidad. A modo de ejemplo, me parece un despropósito que un investigador en formación dedique parte de su tiempo a gestión de proyectos (conozco casos en que un “becario” predoctoral hace tareas administrativas en un proyecto del Plan nacional o un proyecto europeo ante la ausencia de un gestor profesional que apoye al grupo) cuando la prioridad debe ser completar del modo más eficiente su formación (doctoral), o que un “postdoc” se dedique a tareas administrativas en un Departamento o Instituto de Investigación cuando debe focalizar su tarea en el desarrollo de su propia línea de investigación y la formación de un grupo. 

Las tareas de gestión cualificada en investigación las veo más orientadas a investigadores “senior” por su conocimiento del sistema de I+D+i. Ahora bien, si de acuerdo con los efectos pendulares de los que he hablado en un punto anterior se valoran las actividades de gestión a la hora de promoción académica de manera indiscriminada, aparece la perversión del “todo vale” y se introduce un caos real en el sistema debido a que se comparten actividades con incidencia negativa en las que deben ser prioritarias. En todo caso, la profesionalización de la gestión es garantía de eficiencia y eficacia, compatible con la idea de la representación democrática de ciertos cargos académicos.

Al recordar estas conversaciones con el profesor Marcellán, no puedo olvidar los aciertos de muchos de sus diagnósticos, pero tampoco algunas discrepancias de fondo con las vivencias de aquella época. Personalmente, no comparto la sobreponderación que la ANECA ha concedido, a lo largo de su historia, a la investigación respecto a la labor docente y de transferencia de conocimientos. Ni a una forma excesivamente restrictiva de entender la I+D+i de calidad. Pero hay que reconocer que ha tenido un papel relevante (aunque a veces excesivamente burocrático) en el necesario proceso de evaluación y exigencia de una excelencia creciente en la actividad de los profesores universitarios.

Antonio Pulido http://www.twitter.com/PsrA

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