jueves,18 agosto 2022
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Luisa Juanatey:

«Hace falta un mecanismo que permita expresarse a los profesores»

Educación 3.0
Esta maestra gallega, actualmente ya retirada, atesora una experiencia de más de 30 años en institutos de Enseñanza Secundaria de Andalucía, País Vasco, Galicia, Madrid y la Comunidad Valenciana. Su último libro ha desatado una gran polémica entre la profesión. Luisa Juanatey comenzó su carrera docente en el departamento de Lengua Española de la universidad de Santiago de Compostela, ha traducido obras del francés, el inglés y el italiano

También ha publicado libros sobre didáctica de Lengua y Literatura españolas (‘Aproximación a los textos narrativos en el aula, I y II’, ampliamente citado en bibliografías sobre la materia). Pero sin duda está en boca de muchos docentes y expertos pedagogos por su último trabajo, el libro editado por Pasos Perdidos ‘¿Qué pasó con la enseñanza? Elogio del profesor’, un relato polémico en donde recoge el verdadero día a día de un maestro de IES, que si bien no tiene una solución definitiva para el sistema educativo en España, sí comprende lo que ha estado ocurriendo y por qué se han visto defraudadas las expectativas de alcanzar una enseñanza pública de calidad.

¿Qué le motivó escribir este libro? ¿Se ha quedado a gusto después de verlo publicado o piensa que necesitará una continuación?

Lo empecé a escribir durante mis últimos años en activo, ante la observación de que no hay ningún conocimiento público de la tarea que llevan a cabo los profesores y en qué condiciones. Es asombroso hasta qué punto, fuera de los propios centros educativos, en este país se desconoce todo lo relativo a la enseñanza. Y lo peor es que la gente cree saber y constantemente habla de ella… no más allá de diez minutos y no más allá de dos o tres tópicos que no aclaran nada. En el libro recogí mucho de lo que los profesores no podemos explicar en esos diez minutos. Yo creo que sí necesitaría una continuación, o muchas más, pero ya no me corresponderá a mí escribirlas, claro.

Según he leído en alguna entrevista, ¿de verdad cree que son dos mundos tan opuestos el de los expertos teóricos y pedagogos de Ministerio, y el de los profesores en su práctica docente diaria en las escuelas?

Tan opuestos como que los así llamados expertos son uno de los principales problemas a que se enfrenta el profesorado. Porque ellos saben publicitar sus recetas y hablar como voces autorizadas, pero luego no van todos los días a aplicarlas y se encuentran con que, en la práctica, a lo mejor su receta es un ‘churro’ o, simplemente, no puede aplicarse en las clases reales de los institutos reales. En ‘Qué pasó con la enseñanza’ lo explico con detalle. El prestigio –y el poder político- que adquirieron los ‘expertos teóricos y pedagogos de Ministerio’ nada tiene que ver con enseñar una asignatura eficazmente. Y eso, el que en la enseñanza pública llevemos más de veinte años no pudiendo enseñar eficazmente, ha causado un perjuicio enorme a este país. Haría falta una rectificación a fondo. E innovar, en algunos aspectos, porque los tiempos cambian.

¿Qué aconsejaría al nuevo ministro si pudiera recibirla en audiencia? ¿Habría alguna manera de ponerles remando en la misma dirección a técnicos y docentes? ¿A nadie se le ha ocurrido preguntar a los profesores directamente qué es lo que se necesita para llevar una clase a buen término?

Le aconsejaría que no me recibiese a mí, sino a los profesores que siguen en los institutos. No a sus pretendidos representantes, sino a ellos, directamente. A unos cuantos. Oiría cosas que no puede ni imaginarse, que no se ha imaginado ningún Ministro. Y, a partir de ahí, y ya que no tendrá tiempo de hacer mucho más, quizá pudiera dejar organizada una gran encuesta y establecido un mecanismo permanente que permita expresarse a los profesores (hoy día es relativamente fácil). Sería una base muy fiable para una futura ley de educación consensuada, con objetivos razonables y no al servicio de ninguna ideología.

Con sus más de 30 años largos de experiencia docente, y algunos otros invertidos en la formación previa, atravesando de una manera u otra todos los planes de estudio que han regido este país desde después de la Guerra Civil (LGE, LOECE, LODE, LOGSE, LOPEG, LOCE, LOE, LOMCE)… ¿ha habido alguno bueno? ¿O todos han hecho mejor al que sustituían? ¿Qué habría que hacer entonces?

A nuestra formación previa se añade luego una formación constante. Nada enseña mejor a conocer una materia y a dar una clase que ejercer la profesión a diario. Y a apreciar cuándo un sistema es fallido, no sirve. Puesto que no tenemos espacio yo me centraría en la LOGSE, que fue la única ley que realmente cambió el sistema desde sus cimientos, al importar el modelo norteamericano de la enseñanza comprensiva. El resultado igualador que pretendía es lo que se ha llamado ‘escuela de la ignorancia’. Lo saben bien en la Universidad y en las empresas.

¿Qué habría que hacer? Pues debatir sobre la enseñanza en serio, con verdades. No se ha hecho desde que fue implantada la LOGSE en 1990. Las demás leyes, toda esa sopa de siglas, no han traído ningún cambio de raíz. Yo no tengo ninguna receta, por supuesto. Los profesores no tenemos recetas ni pretendemos legislar. Pero tenemos experiencia, como digo. Y a los políticos les correspondería aprovecharla.

¿Sigue creyendo que todo empezó a ir peor cuando el lenguaje institucional comenzó a cambiar las palabras sustituyendo ‘Geografía’ por ‘Conocimiento del Medio’, ‘Muy Deficiente’ por ‘Progresa adecuadamente’, ‘ejercicio y deberes’ por ‘actividades y proyectos’, ‘etapas’ por ‘itinerarios’?

El lenguaje que usamos revela muchas cosas. Una palabra o una expresión aisladas no dan idea de en qué lenguaje delirante empezaron a estar escritos los documentos sobre educación a partir de la LOGSE. Yo guardo ejemplos tan esperpénticos que cuesta creer lo que uno lee. Es un lenguaje que no revela más que cáscara. Hablar o escribir así, precisamente para hacer funcionar la educación, debería estar prohibido. Hablar llano es lo más pedagógico que se ha inventado, y quien de verdad conoce algo sobre educación lo sabe.

¿Qué piensa de nuevos métodos pedagógicos innovadores como la clase al revés, el aprendizaje basado en proyectos, los colegios sin asignaturas ni exámenes…?

Esas innovaciones u otras análogas, en pequeño y en situaciones particulares, las hemos ensayado muchos profesores. Cuando son factibles resultan satisfactorias para todos, y eficaces, por qué no. Pero cuando te han confiado un grupo –numeroso, y al que le das tres o cuatro clases por semana– que no entiende lo que lee y que escribe mal muchas palabras elementales, las cosas se te complican. Sobre todo si ves que esta situación se repite un año y otro. Necesitas un buen sistema, no una ocurrencia. Algo que te garantice que tus alumnos a los quince años sepan leer y escribir con cierta soltura para que tú puedas seguir construyendo y no tengas que acabar aprobándoles a tu vez sin que hayan alcanzado el nivel necesario, como tantas veces hemos tenido que hacer todo este tiempo. Con consecuencias lamentables.

A este respecto, ¿cree que deberíamos tomar buena nota de sistemas que salen destacados en pruebas como PISA (Finlandia, Corea del Sur)? ¿Qué le gusta o qué no le gusta de estos dos países en concreto referido a su sistema educativo y a cómo se trata a la figura del maestro?

Sí, claro. También deberíamos tomar buena nota de cómo funciona la industria en Alemania. Pero eso por sí mismo no nos convertiría en una potencia industrial de primer orden, si no cumplimos otros requisitos. La educación, la cultura, se respiran. El apreciar el privilegio de acceder a la enseñanza gratuitamente, también. El valorar el conocimiento y el respeto al profesor, que es la figura visible del sistema de enseñanza, también. A mí me parece que en España, de momento, sería más necesario fomentar públicamente todo esto –en lugar de otros valores radicalmente antieducativos– que hablar de Finlandia y de Corea del Sur.

Ha recorrido media España de instituto en instituto… ¿Es posible pensar aún en el milagro de la enseñanza y la escuela como integradora y homogeneizadora de la sociedad, o hay muchas diferencias entre un alumno de Galicia y otro de Andalucía, por poner un ejemplo?

Luisa-Juanatey autora 1Es que los milagros están bien para ser narrados (a mí me encantaba leerlos en clase, son siempre atractivos, disparatados), pero mal para contar con que te vayan a resolver ninguna papeleta. Para eso es mejor olvidarse de milagros posibles. Se trata de identificar con honradez fallos y problemas y empezar a solucionarlos con voluntad de aceptar también los fracasos parciales, y a su vez insistir en ponerles remedio. La fe, por sí sola, consigue milagros como los de Berceo, muy divertidos de leer. En cambio el esfuerzo y el rigor, y el atenerse a la realidad de lo que se es y lo que se tiene, consiguen ir arreglando las cosas poco a poco.

Los adolescentes de todas partes son igual de sorprendentes y de previsibles, de ingenuos y de sabios, de alegres y de tendentes a hacer un drama de cualquier cosa. Y, en principio, igual de estimulantes. Es cierto que entre autonomías hay diferencias de resultados, y entre institutos también. Lo deseable, naturalmente, sería un resultado homogéneo que refleje una auténtica igualdad de oportunidades.

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