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Presentado el Plan con el aval de un centenar de expertos

Hasta 50 objetivos concretos en 9 grandes desafíos de España 2050, que dice apoyarse en educación

Redacción / 21-5-2021, actualizada 27-5-2021
La Estrategia prospectiva España 2050 presentada este jueves incluye 50 grandes objetivos concretos a alcanzar en 30 años, mediante más de 200 propuestas para lograrlos. Ese cuadro de 50 objetivos e indicadores cuantitativos para diseñar líneas de acción, en un plan presentado como de Estado y no de Gobierno, dependen en su mayoría de la educación para el empleo. Pero su orientación a elevar la presión fiscal del 35% al 43% del PIB, 2 puntos esta década, no parecen seguir esa coherencia y rigor

Ante unos efectos de la crisis suscitada por la pandemia de Covid ahora no evaluadas pero si a la vista de megatendencias tecnológicas, medioambientales, sociales y demográficas como el envejecimiento de población, que reduciría esta en más de cuatro millones de personas hacia 2050, dejando el potencial anual de crecimiento del PIB en apenas el 1%, el estudio propone 50 objetivos en torno a nueve grandes desafíos de país para situar a España en convergencia con los 8 países más avanzados de la UE: ser más productivos para crecer mejor; conquistar la vanguardia educativa; mejorar la formación y la recualificación de nuestra población; convertirnos en una sociedad neutra en carbono, sostenible y resiliente al cambio climático; preparar nuestro Estado de bienestar para una sociedad más longeva; promover un desarrollo territorial equilibrado, justo y sostenible; resolver las deficiencias de nuestro mercado de trabajo y adaptarlo a las nuevas realidades sociales, económicas y tecnológicas; reducir la pobreza y la desigualdad, y reactivar el ascensor social, y ampliar las bases de nuestro bienestar futuro.

Los principales desafíos, radicados en el capital humano

Cada uno de los nueve capítulos del informe plantea un desafío. El 1: Ser más productivos  (hasta un 50%) para crecer mejor, pues ahora somos capaces de generar menos riqueza y menores salarios, tenemos jornadas laborales más largas. El envejecimiento demográfico podría agravarlo:de aquí a mediados de siglo, la población española de entre 16 y 64 años podría reducirse en 3,7 millones, por debajo de los 27 millones (niveles de 1996), incluso si se logran mejoras en la tasa de natalidad y se integran a cientos de miles de inmigrantes cada año. En ausencia de mejoras de productividad, esta contracción de la fuerza laboral podría hacer que nuestra economía se estancase entre 2023 y 2050, con un crecimiento anual del PIB de entre el 0,3% y 1,1%; un crecimiento muy inferior al 2% que tuvimos entre 1996 y 2019, que nos alejaría todavía más de los países avanzados de Europa.Para evitar este escenario negativo, España tendrá que hacer una apuesta decidida y contundente por la educación (desde el nacimiento hasta la senectud), multiplicar sus esfuerzos en I+D, acelerar la modernización del tejido productivo aprovechando las oportunidades de la digitalización y la transición ecológica, fomentar el crecimiento de sus pequeñas y medianas empresas, reducir al máximo las distorsiones generadas por las trabas administrativas, y atajar con éxito el problema de la economía sumergida.

Desafío 2: Conquistar la vanguardia educativa. Nuestro sistema educativo aún presenta un rendimiento menor que el de la mayoría de países de nuestro entorno. Esto se aprecia, entre otras cosas, en nuestras elevadas tasas de repetición y abandono escolar, y en nuestros resultados de aprendizaje, todavía inferiores a los de la media de la UE-27 y la OCDE. Sin reformas de calado, estas carencias seguirán lastrando la prosperidad del país y la vida de nuestra población. De aquí a 2050, 3,4 millones de estudiantes podrían repetir curso, 2,2 millones podrían abandonar prematuramente la escuela, y España podría verse superada en aprendizaje y calidad educativa por países como Portugal, Hungría o Letonia. Para evitar este escenario, España deberá llevar a cabo reformas profundas en su sistema educativo, aprovechando las ventajas que ofrecerán tanto la digitalización como el cambio demográfico. Tendremos que transformar la carrera docente, modernizar el currículum, ampliar la autonomía de nuestros centros educativos, crear un sistema de evaluación eficaz, reforzar los mecanismos de apoyo a los colectivos más desfavorecidos, y potenciar la educación de 0 a 3 años. El objetivo debe ser conquistar la vanguardia educativa europea antes de mediados de siglo.

Desafío 3: Mejorar la formación y la recualificación de nuestra población En las últimas cuatro décadas, España ha incrementado enormemente su proporción de habitantes con un título terciario (universidad o FP superior) hasta converger con los países de la UE-8. Pero sigue teniendo una proporción de personas sin formación “profesionalizante” (ESO o inferior) excesivamente elevada (el 48% de nuestra población activa), algo que está condicionando la productividad, el empleo, y el bienestar de todo el país. Además, la población adulta presenta un dominio de competencias básicas considerablemente inferior al de sus homólogos europeos. Tanto es así que las personas con titulación terciaria (Universidad y FP superior) tienen un nivel de comprensión lectora y de habilidad matemática más bajo que el de los graduados en Bachillerato de los Países Bajos.En el futuro, a medida que la economía del conocimiento avance, la tecnología vaya transformando nuestro tejido productivo, la población activa disminuya, y la competencia global aumente, las carencias mencionadas se volverán más onerosas para el país, y el hecho de contar con una fuerza trabajadora bien formada y actualizada cobrará aún mayor trascendencia. Para no quedarse atrás en este escenario emergente, España tendrá que reducir la población que solo cuenta con la ESO (pasando del 40% actual al 15%), aumentar considerablemente la proporción de personas que obtienen un título de universidad o FP superior, y poner en marcha un sistema integral de recualificación que le permita actualizar las competencias de al menos un millón de trabajadores (empleados y desempleados) cada año. Solo así podremos cosechar las ganancias de productividad que necesitamos, implementar con éxito la transición ecológica, y garantizar la sostenibilidad de nuestro estado de bienestar en el largo plazo.

El cuarto capítulo explora el desafío climático y medioambiental.Desafío 4: Convertirnos en una sociedad neutra en carbono, sostenible y resiliente al cambio climático.

Desafío 5: Preparar nuestro estado del bienestar para una sociedad más longeva

Igual de importante será el saber articular un desarrollo territorial equilibrado, justo y sostenible; desafío que se aborda en el capítulo sexto.Desafío 6: Desarrollar un modelo territorial equilibrado, justo y sostenible

Desafío 7: Resolver las deficiencias de nuestro mercado de trabajo y adaptarlo a las nuevas realidades sociales, económicas y tecnológicas España sigue registrando unos niveles de desempleo y precariedad laboral desproporcionadamente altos que están partiendo nuestra sociedad en dos y condicionando la prosperidad de todo el país. Este problema podría verse agravado en las próximas décadas por efecto de las transformaciones demográficas y tecnológicas que irán produciéndose. Por un lado, si no aumentamos la inserción laboral de nuestra población, el envejecimiento podría provocar una caída de los ocupados a un ritmo del -0,5% anual de aquí al 2050, frente al incremento del 2,0% que tuvimos entre 1995 y 2019. Para evitar este escenario, habrá que elevar la tasa de empleo de las mujeres, los jóvenes y las personas mayores de 55 años; incentivar la inmigración legal; y potenciar la recuperación y atracción de talento. Por otro lado, la generalización de las tecnologías digitales dará lugar a una fuerte modernización de nuestro tejido productivo que, en el corto plazo, podría derivar en pérdidas de puestos de trabajo y un empeoramiento de las condiciones laborales de determinados colectivos. Para neutralizar este riesgo, habrá que llevar a cabo una fuerte ampliación de las políticas activas de empleo, adecuar el marco normativo, y adaptar las redes de protección social para que protejan a las personas y no a los puestos de trabajo.

Estas medidas también serán esenciales para afrontar otro de los grandes desafíos: 8: Reducir la pobreza y la desigualdad y reactivar el ascensor socialAunque España ha mejorado mucho en materia de redistribución y protección social, sigue siendo hoy lo que ya era hace tres décadas: el tercer país con mayor desigualdad de renta de la UE y el cuarto con mayor población en riesgo de pobreza. En materia de riqueza, la situación es algo más favorable, registrándose en nuestro país un nivel de desigualdad similar al de la media de la UE. No obstante, desde hace algunos años se observa una tendencia preocupante hacia la concentración de la riqueza, con diferencias especialmente abruptas en el plano intergeneracional. En lo que va de siglo, la diferencia en riqueza que existe entre las personas de 65 años y las de 35 se ha duplicado, y se asemeja ya a la que existe en EE. UU.

Sin mejoras de productividad y empleo, y cambios en el sistema educativo, la desigualdad seguirá aumentando en el futuro, agravada por tendencias como el envejecimiento demográfico o la transformación tecnológica. Para evitarlo, nuestro país deberá, entre otras cosas, cambiar su patrón de crecimiento, reactivar su ascensor social, abordar el problema de la vivienda, y acometer una reforma fiscal paulatina pero profunda que dote de mayor capacidad recaudatoria y progresividad al sistema y permita reforzar las redes de protección social.

En última instancia, todas las reformas recogidas deberán servir para cumplir un objetivo: incrementar el bienestar de toda nuestra ciudadanía hasta hacer de España uno de los países más “felices” del mundo.Desafío 9: Ampliar las bases de nuestro bienestar futuro. Esta es, al fin y al cabo, la razón de ser de las políticas públicas y del progreso científico, económico y social. Cómo lograr que ese progreso se convierta en mayor bienestar es examinado en el capítulo noveno.España puede superar estos desafíos y consolidarse como uno de los países más avanzados de Europa antes de mediados de siglo.

Superar estos desafíos no será fácil, pero es perfectamente posible, como se plantea en lo educativo, en cómo afrontar la pérdida de 800.000 estudiantes (desde los tres hasta los 15 años) en los próximos 30 años, una “gran oportunidad”, según Sánchez, para alcanzar el gasto por alumno de países como Dinamarca sin necesidad de incrementar demasiado el gasto público actual. Esa pérdida equivaldrá a unas 33.000 aulas, de 24 alumnos, menos que en 2019. Esa “fuerte contracción” de la población estudiantil, que obligará a cerrar colegios, sobre todo en las zonas rurales, y a reducir el tamaño de muchos centros, también traerá “mejoras profundas del sistema” como el incremento del gasto por alumno de los 4.880 euros actuales a unos 9.640 en 2050 (el nivel actual de Dinamarca) sin “apenas incrementar el gasto público”, señala el documento.Además, el profesorado contratado permitirá impulsar la codocencia ―dos o más docentes por aula― o aumentar las clases de apoyo para los alumnos con problemas de aprendizaje. Los centros que se vean forzados al cierre se podrán destinar a aulas de educación infantil de cero a tres años o a la formación de adultos.

En la era digital, el reciclaje de las plantillas (y de los desocupados) es vital y el documento reconoce sin tapujos que la falta de formación lastra la productividad, la innovación y aumenta el desempleo en España. Por eso el documento plantea gastar más y mejor en la recualificación: “España supo crear casi dos millones de puestos formativos en FP superior y Universidad entre 1980 y 2020; bien podrá crear un millón de puestos para programas formativos mucho más breves de aquí a 2050”.Tampoco ayudan a paliar el déficit formativo, en su opinión, las administraciones públicas, que cada vez ofertan menos cursos ―se ha pasado de un millón en 2008 a 116.000 en 2019― y estos son “erráticos, insuficientes” e impartidos muchas veces por docentes sin cualificación. Creen los expertos que hay que aumentar la financiación de las políticas activas de empleo dedicadas a la formación hasta alcanzar el 0,25% del PIB en 2030 y el 0,4% en 2050. Mientras España invierte 350 euros en recualificar a un desempleado, la media en la UE es de 3.000 euros.

Uno de cada tres graduados universitarios está sobrecualificado para su trabajo en España, pero en opinión del informe no sobran personas con esa formación, sino que lo que faltan son puestos acordes a una economía no basada en el turismo y la construcción. El International Institute for Applied Systems Analysis considera que España debería pasar de tener un 26% de graduados a un 38%.Uno de los grandes problemas es que los jóvenes no estudian lo que demanda el mercado: el 25% de las ofertas de trabajo son de ingeniería cuando solo el 15% de los jóvenes optan por estudios técnicos. Por ello se necesita orientar a los bachilleres y adaptar los grados al empleo. 

Sánchez anunció que España iniciará "un gran Diálogo Nacional sobre su futuro", "un proyecto de Estado, en el que todo el país debe tomar parte" y el objetivo es "ampliar los horizontes temporales del debate público, enriqueciendo el pensamiento estratégico de nuestras instituciones, de la acción política, de empresas, y generar una Estrategia Nacional de Largo Plazo que nos permita fijar prioridades, coordinar esfuerzos, y fortalecer el diseño de la segunda fase del plan NextGenerationEU, de cara al periodo 2023- 2026".

Este Diálogo se producirá en las 19 comunidades y ciudades autónomas, ya que los gobiernos autonómicos y municipales tendrán un papel fundamental, con reuniones bilaterales y mesas redondas que se articularán a través de un centenar de administraciones públicas, empresas, patronales, sindicatos, universidades, think tanks, fundaciones, ONGs, asociaciones y partidos políticos, con los que ya está trabajando el Gobierno. Se ttrata, según Pedro Sánchez, de "alcanzar esa visión compartida de una nueva España hacia la que queramos caminar todos, juntos y juntas. Una visión que nos ilusione, nos cohesione, y nos permita pensar el futuro de una manera distinta a la forma en que hablamos del presente: con mayor ambición, con mayor optimismo". "Pensar en una España mejor para el futuro, para que esa aspiración nos haga mejores también en el presente".

El vicepresidente de la Comisión ligó el plan España 2050 a los objetivos estratégicos de la UE para la próxima década, y en concreto a las transformaciones digital y ecológica, así como a la necesidad de corregir el desfase en las cadenas de abastecimiento globales que nutren a la UE.También tomaron la palabra el director de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia, Diego Rubio; la catedrática y co-autora del estudio, María Loureiro; y dos representantes de la sociedad civil, Marta Borrell, estudiante de bachillerato y María José Jiménez, jubilada que trabaja como voluntaria en varios proyectos sociales.

Al acto de presentación acudieron la presidenta del Congreso, Meritxell Batet; la presidenta del Senado, Pilar Llop; las cuatro vicepresidentas del Gobierno, Carmen Calvo, Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera; muchos de los investigadores e investigadoras que han participado en el proyecto, así como los líderes de las principales empresas, universidades, think tanks, fundaciones, ONG y asociaciones del país.

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