viernes,19 agosto 2022
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Presidente de la AEEN

Héctor Martínez: «Ahora hay que demostrar actualización de conocimiento y esa necesidad está identificada»

Rafael González
La formación de posgrado para profesionales siempre ha sido un sector sin regular. Pero tampoco las propias escuelas de negocios se habían puesto muy de acuerdo para auto regularse. Con este objetivo acaba de nacer la Asociación Española de Escuelas de Negocios (AEEN). En plena crisis económica mundial, con la implantación del Proceso Bolonia que nadie sabe si restringe para las universidades las titulaciones de postgrado oficiales, la AEEN pretende ser una alternativa en la oferta educativa. Como dice su presidente, Héctor Martínez, hay que separar el grano de la paja también en esto de la formación de postgrado.

Los once socios fundadores de la asociación son ADM, AEDE, el Centro de Estudios Financieros (CEF), EAGE, la Escuela Europea de Negocios, ESEM, Esden, Formaselect, Ide-Cesem, Instituto Europeo de Posgrado y el Instituto Madrileño de Formación (IMF). Héctor Martínez es el presidente de la AEEN y a su vez director general del Instituto Madrileño de Formación (IMF). Nos cuenta el porqué de la creación de la asociación y cómo están notando la crisis en el sector.

– ¿Por qué surge la necesidad de crear una asociación de escuelas de negocios?

– Para que empresas competidoras se unan tienen que haber elementos externos que lo provoquen. Había una necesidad intrínseca dentro del sector de normalizar la avalancha de ofertas denominadas másteres o postgrados. Había que fijar unos estándares, crear una marca que identificara qué escuelas están cumpliendo con unos parámetros de calidad suficiente. Separar el grano de la paja dentro de la sobreoferta. Pero eso no fue suficiente, hasta que surgió el Proceso de Bolonia y con ello la existencia de másteres de titulaciones oficiales. Fue entonces cuando hubo una reacción común. Decidimos unirnos, buscar las sinergias que tenemos para defender unos intereses y poner en valor lo que son los másteres profesionales, no en contraposición con los de la universidad. Ese fue el detonante, la piedra angular que justificó el interés de las escuelas de unir fuerzas y compartir proyectos.

– ¿Con los once miembros actuales de AEEN, está cerrado el proceso de integración?

– Está abierto, no tenemos una vocación cerrada, al contrario. Tampoco queremos ser muchos, el objetivo es cualitativo y de selección de escuelas que compartan esa visión, esos parámetros de calidad que nos hemos impuesto y el formato en que estamos trabajando. Estimados el número objetivo entorno a las veinte y pocas escuelas dado el volumen del mercado español.

– ¿Objetivos a corto plazo?

-El objetivo fundamental es mantener y consolidar los másteres profesionales en la posición que le corresponde en la formación de postgrado. Poner en valor los másteres empresariales es el objetivo último y eso se articula luego en ámbitos de actuación. Nosotros con ese objetivo vamos trabajar fundamentalmente en tres ámbitos: el público, el mercado, y las instituciones. Nuestro cliente lo que tiene que saber es en qué se diferencia frente a los másteres oficiales de la universidad, qué valores aportan, qué ventajas ofrecen, qué valores aportan en cuanto a su formación y su integración al mercado laboral, y para eso debemos dar información objetiva y suficiente para saber quién es quién en la formación de postgrado o escuelas de negocios.

– ¿Se ha convertido la Universidad en un competidor de las escuelas de negocio con el Plan Bolonia?

– Ya venía siendo un competidor en igualdad de condiciones en cuanto ofrecía másteres con titulaciones privadas. Lo que ha sucedido es que al aparecer un tercer ciclo en la formación universitaria con los másteres oficiales, esa oficialidad es la que ha trastocado el panorama de postgrado porque no se ha explicado suficientemente en qué consiste esa formación, si va a ser la única titulación oficial que va a poder existir ahora dentro del postgrado o seguirán habiendo otras alternativas con distintas opciones. A nosotros lo que nos afecta es no dejar el protagonismo a una sola opción cuando hay otras compatibles y complementarias. Ese es nuestro objetivo. Los másteres oficiales cumplen una función, pero no es la única, porque los másteres profesionales te pueden servir para unas cosas o para otras.

– ¿Y cuál es su opinión del Proceso Bolonia?

– Es bueno, necesario, tiene valores positivos como la homologación de las titulaciones a nivel europeo. Genera movilidad, pone en común en el proceso de integración la educación necesaria; si no, no se podría producir nunca la movilidad profesional y que en España tenemos tanta carencia. Si viene acompañado de una formación en idiomas, pues mucho mejor. Lo que no veo correcto es la información ni la transformación de la universidad, que ha sido más teórica que practica. Es meter un modelo con calzador donde no hay ni una mentalización ni una preparación de la propia universidad, que es endogámica y tiene una inercia de muchos años. Hay que informar del impacto que va tener en todos los niveles, en los que ya están dentro, los que se van a incorporar y los que están ya fuera, en qué medida les van a afectar. Ahora, con las revueltas es cuando el Ministerio ha reaccionado, tarde y mal.

– ¿Los MBA son una panacea para algo?

-La palabra MBA viene cargada de muchas connotaciones. Tienen una tradición de mucho tiempo y cumpliendo con una función que es formar directivos. Lo que pasa es que se ha utilizado excesivamente y a todos los niveles. Si hablamos para qué sirven, creo que no se hace un gran favor cuando se crean expectativas asociadas. Hay muchos tiempos de MBA, no es lo mismo para los recién licenciados que necesitan una formación, que para los que ya tienen una formación determinada y una experiencia. Si se enfocan bien, pueden ser adaptables, necesarios y pueden preparar para cosas muy concretas. A la gente recién licenciada le habilitan para poder trabajar de forma más rápida. No te va a preparar para ser director general de una compañía. Para los que tienen una experiencia, el salto de técnico a directivo muchas veces viene muy acompañado si se recibe esta formación.

– ¿Cómo se presenta el futuro para las escuelas de negocios?

– Hablar en términos generales es difícil. No siempre hay un discurso unívoco. Está claro que hay una oportunidad, que hay más desempleo –a unos niveles que creíamos que nunca volverían- y sí que se agudiza la necesidad de formarse. La gente se ha mentalizado que hay más competencia, que no es como antes que había sobreoferta y rápidamente se recolocaba. Ahora hay que demostrar actualización de conocimiento, reforzar la valía, y esa necesidad está ahora identificada. La gente llama, pide formación, quiere incorporar más formación a sus C.V. Lo que pasa es que la crisis también es financiera y hay problema de liquidez y de inseguridad de futuro. Son sensibles al precio y a la financiación, tienen miedo a invertir porque no saben cuánto tiempo estarán desempleados. Es una necesidad no siempre realizable.

– ¿Acuden ahora más particulares que empresas a solicitar cursos?

– Sí, el cliente empresa sí ha restringido la inversión, ya no hay la alegría de antes de mandar directivos dentro de sus programas de formación. Ahora es más el alumno quien tiene esa necesidad, Se está produciendo ese trasvase.

– ¿Qué es lo que ha fallado para que estemos en esta situación de crisis mundial y qué posibles soluciones ve al conflicto?

– Sencillamente que nos habíamos instalado en una situación de vivir por encima de nuestras posibilidades, de conseguir dinero fácil, de continua especulación, de grandes beneficios en poco tiempo. Y todo eso era insostenible. La solución pasa por volver al trabajo constante, de beneficios moderados, de objetivos a largo plazo, no a corto como hasta ahora. Si recuperamos las condiciones de tiempo de maduración, de ingresos justos, sin especulaciones, las cosas volverán a su ser. Le puedo asegurar que ya estamos en ello, que muchos de nuestros alumnos ya son conscientes de ello, de trabajar más sin pensar en irse pronto a casa, de remuneraciones ajustadas. Ya se habla otra vez de sacrificio y esfuerzo. Por ahí pasan las soluciones.

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