jueves,18 agosto 2022
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Otro hallazgo del grupo Antonio Salas del proyecto Eurostat

Identifican en Guayana y Surinam a descendientes de los esclavos cimarrones originarios de África

Redacción
El relato de uno de los capítulos más dramáticos y tristes de la historia de la humanidad, el comercio de esclavos trasatlántico, cuenta ahora con nuevos datos de la mano de la genética y de la colaboración internacional Eurotast, donde el equipo del genetista de la Facultad de Medicina de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) Antonio Salas Ellacuriaga es el único represenctante español.

En un artículo en la revista American Journal of Human Genetics, el equipo del doctor Salas estudia genéticamente por vez primera un conjunto de poblaciones humanas actualmente asentadas en la Guayana Francesa e en el país vecino de Surinam. Las comunidades estudiadas “representan los denominados cimarrones (noir marron), descendientes de esclavos africanos rebeldes que consiguieron escapar y vivían refugiados en los ‘palenques’ o ‘quilimbos’”, concreta Antonio Salas. Los últimos estudios genéticos demuestran que parte de la actual población de estos dos países son “descendientes directos” de estos esclavos. El trabajo es una muestra de que “la genética es una fuente de información adicional a la documentación escrita preservada de aquella época, acercando una visión biológica del proceso”.

Concretamente, el trabajo realizado en esta ocasión permite aclarar información sobre el lugar de origen de hipotéticos descendientes de aquellos esclavos africanos en América. A modo de ejemplo, los datos del doctor Salas muestran que en Colombia y Brasil, el principal evento de mestizaje con los europeos data del año 1749-1796, “un hallazgo de la genética que es consistente con la documentación histórica”, explica. En estas poblaciones, añade el genetista de la USC, se evidencian patrones de mestizaje diferenciales en cuanto al género, “con una proporción mayor de componente masculino procedente de Europa”. El análisis genético de poblaciones de ‘cimarrones’ y de comunidades de afro-colombianos muestran afinidades con las poblaciones del otro lado del Atlántico, particularmente con las originarias de Golfo de Benín y Costa de Marfil. Por otra parte, las poblaciones de afro-brasileños de Río de Janeiro mantendrían afinidades con la población bantú del Golfo de Biafra y del centro-oeste africano (Camerún, Gabón, Angola).

El trabajo de los investigadores evidencia la labor de la genética para trazar el origen de quién fue explotado en régimen de esclavitud y a desenredar los problemas que se derivan del hecho de que en la mayor parte de las situaciones documentadas, los puertos de esclavos en África embarcaban personas capturadas a cientos o miles de kilómetros y de muy diferente origen étnico y cultural.

4,3 millones de datos

El análisis de 4,3 millones de marcadores genéticos en poblaciones de descendientes de personas nativas de África son la base hoy del estudio realizado para identificar los avatares de grupos humanos que permanecieron geográfica y culturalmente aislados y casi sin mezclar con las poblaciones vecinas desde los tiempos de su fundación. Estos grupos representan “un laboratorio genético sobre el que estudiar de manera fidedigna lo que ocurrió hace entre 300 y 400 años durante el proceso de tráfico de esclavos”, aclara Salas.

Dada la naturaleza de las muestras así como el volumen de datos manejados, “el aspecto computacional y matemático del trabajo es complejo porque se trata de manejar millones de variantes genéticas en miles de individuos, lo que conlleva lidiar con problemas relacionados con la dimensión de los datos”, añade. En este sentido, el investigador explica que además de la información procedente de afrodescendientes, se analizaron igualmente poblaciones de referencia en los continentes africano y europeo, “ya que estas sirven de marco de referencia sobre las que la genética de poblaciones reconstruye los hechos históricos”.

Eurotast

Reconocido como un crimen contra la humanidad internacionalmente, durante cuatro décadas el comercio de esclavos trasatlántico movilizó contra su voluntad más de siete millones de personas para trabajar como esclavos en plantaciones y minas. Como recuerda el investigador de la Facultad de Medicina Antonio Salas Ellacuriaga, España fue uno de los mayores responsables de la trata y explotación. El investigador de la USC encabeza el único equipo español, en este caso emplazado en el Instituto de Ciencias Forenses Luis Concheiro de la USC, implicado en el proyecto Eurotast, una red europea de investigación en la que tienen cabida el mundo académico europeo y especialistas de África occidental y el Caribe para examinar las consecuencias del tráfico de esclavos, en perspectiva histórica, conducido por las grandes potencias europeas de la época.

Trayectoria

Las investigaciones presentadas son el fruto de un proyecto de investigación del profesor Antonio Salas financiado en el año 2012 con una ayuda Marie Curie Initial Training Network, conocido como Eurotats. Esta es una convocatoria altamente competitiva y el proyecto fue el primero concedido en su categoría a un investigador de la USC. Supuso una dotación económica de 4,3 millones de euros y con él se apoyó la formación de quince nuevos investigadores en Europa.

Como explica el doctor Salas Ellacuriaga, Eurotast es un proyecto colaborativo que aúna el esfuerzo investigador de diez instituciones y siete países europeos, entre ellas las universidades de Copenhague (Dinamarca), Bristol y York (Inglaterra), el CNRS (Francia) o DeCode Genetics (Islandia). El proyecto es multidisciplinar y abarca distintas disciplinas como la historia, la arqueología, la genética y genómica o la antropología social. La red, además de un fuerte carácter científico, tiene un componente divulgativo importante, ya que uno de los objetivos es hacer llegar los resultados del proyecto a los medios de comunicación, museos o escuelas, entre otros.

Como señala Antonio Salas, “en el grupo de la USC, nos centramos en la parte genómica de este proyecto y además de sus objetivos primarios en el ámbito de la historia y la genética de poblaciones, buscamos aplicaciones en terrenos muy diferentes y al mismo tiempo fuertemente relacionados”. A modo de ejemplo, “en el ámbito de la genética forense y la investigación policial, es cada vez más relevante lo que puede acercar la genética en la busca de evidencias que ayuden a investigar posibles sospechosos de haber cometido un delito”. Además, “en nuestros proyectos clínicos investigamos cómo el acervo genético de una persona predispone a padecer una enfermedad, e como en buena parte esta predisposición tiene una base bien cimentada sobre la historia y arquitectura genómica individual”.

Antonio Salas Ellacuriaga

El profesor Antonio Salas Ellacuriaga imparte clases en la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela. Es miembro del Instituto de Ciencias Forenses de la USC desde hace más de 20 años y dirige el grupo de Genética de Poblaciones en Biomedicina (GenPoB) del Instituto de Investigaciones Sanitarias (IDIS) del Hospital Clínico de Santiago de Compostela.

 

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