Fue el Instituto Tecnológico de Masachusets (MIT) el que, en abril de 2001, puso por primera vez en práctica el programa Open Course Ware (OCW) para ofrecer en abierto los materiales y guías que utilizan en sus cursos los profesores del centro, catalogado como uno de los mejores del mundo y cuyo plantel docente cuenta con la presencia de varios premios Nobel.
De todo el mundo
Desde entonces, varias universidades en todo el mundo han creado proyectos OCW, que han sido respaldados por instituciones como la Fundación William y Flora Hewlett, la Fundación Andrew W. Mellon y la Fundación Universia, promotora de estos programas en centros de estudios superiores de España e Iberoamérica.
OCW no es un servicio de educación a distancia y por tanto no autoriza el acceso a los profesores o autores de los contenidos didácticos, ni da derechos a obtener acreditación o título alguno por parte de la institución. Eso sigue vetado para los no alumnos. Sin embargo, la difusión de estos contenidos no se encuentra limitada por cuestiones relativas a la propiedad intelectual, y permite a cualquier persona su uso, reutilización, adaptación y distribución.
Las instituciones vinculadas a un programa OCW ponen los materiales que publican bajo licencia Creative Commons, que los cede a los internautas. Estos, a su vez, se comprometen a utilizarlos sin fines comerciales, a reconocer al autor y a la institución de los que provienen y a respetar las demás condiciones de uso.
Presentes en la clase
En septiembre de 2008, un antiguo estudiante de la Universidad de Yale puso en la Red el portal Academic Earth , una especie de YouTube académico en el que están colgados los vídeos de cientos de conferencias y clases a las que puede accederse de modo gratuito.
Según el mismo sistema de las licencias Creative Commons, los usuarios de internet pueden ver y oír, desde cualquier parte del mundo, cursos completos sobre las especialidades más variadas impartidos por prestigiosos profesores de Berkeley, Harvard, Princeton, Stanford, Yale o el mismo MIT. Para su financiación, el sitio ha previsto la inclusión de otros contenidos no universitarios con anuncios de publicidad capaces de constituir un valor agregado para los cursos.
En Francia, el ejemplo ha sido imitado por universidades como ParisTech, mientras que el CNRS (Centro Nacional de la Investigación Científica) ha dispuesto, entre sus archivos abiertos, un servidor desde donde es posible descargarse los cursos de master.
Aunque el sueño de estudiar en Harvard sigue siendo eso, sólo un sueño, para mucha gente, las nuevas tecnologías posibilitan acceder a algo de su sabiduría. El conocimiento se globaliza.
Fuente: La Gaceta de los Negocios
