Se trata de priorizar todas las fuentes de conocimiento y su aportación a nuevos productos, procesos y estructuras organizativas, públicas y privadas. Se trata de recordar que, como toda inversión, sus efectos dependen del capital acumulado y no del esfuerzo aislado de un año. Y no olvidar que la innovación es un estímulo, pero también un reto de adaptación social.
Aún hay muchas personas que se imaginan un proceso lineal y automático de la innovación que transforma gasto en I+D en invenciones, que se adoptan por las empresas y dan así lugar a nuevos productos y procesos, todo de forma más o menos simultánea y sin valorar otras limitaciones, fallos y costes de adaptación. La realidad es mucho más compleja y exige considerar el ecosistema en que se produce la innovación : fuentes, infraestructuras, condicionantes y efectos económicos y sociales:
- Fuentes. La innovación llega no sólo por los esfuerzos en I+D, sino también a través de la adquisición de equipos con incorporación de tecnologías avanzadas, la compra de patentes, la colaboración con instituciones innovadoras de dentro y fuera de nuestras fronteras o la propia colaboración con proveedores o clientes, que nos ofrecen o demandan nuevos procesos o productos.
- Infraestructuras. Un sistema que garantice cantidad y calidad en universidades, organismos públicos de investigación, redes de información y otros servicios de soporte, aparte de una mano de obra cualificada.
- Condicionantes político-estratégicos, que marcan estímulos a la acción de los diferentes agentes de la innovación y afectan a la eficacia general del sistema, tales como coordinación de políticas públicas a diferentes niveles, diseño integrador de la estrategia público-privada o un planteamiento prospectivo a largo plazo y en red.
- Efectos económico y sociales. Impacto directo e indirecto, inmediato y diferido, sobre crecimiento, productividad, competitividad internacional, creación de empleo, distribución de la renta o igualdad de oportunidades e integración social.
Un avance importante en la medición y análisis de la innovación se ha producido en la última década a partir de la toma de conciencia de que muchos gastos en acciones que afectan a la innovación deben pasar a considerarse como inversión, es decir a valorar su permanencia en el tiempo. Si la adquisición de maquinaria, bienes de equipo, hardware o instalaciones y redes físicas de información y comunicaciones son consideradas como un capital a amortizar en el tiempo, ¿ por qué no admitirlo también para esfuerzos en I+D, software o diseños innovadores?
De hecho se está avanzando en un acuerdo a nivel internacional para valorar como inversiones, y no como gastos del año en que se realizan, diez componentes de los esfuerzos realizados en información computarizada, propiedad de innovaciones o competencias económicas:
- Programas de ordenador (software)
- Bases de datos informatizadas
- Investigación básica, aplicada y desarrollo tecnológico (I+D)
- Prospección minera de reservas de recursos utilizables a futuro
- Originales de obras recreativas,literarias o artísticas y sus derechos de autor o licencias
- Nuevos productos o sistemas en servicios financieros
- Diseño y preparación o promoción de venta de nuevos productos
- Esfuerzos en creación o mejora de imagen de marca, principalmente a través de la publicidad institucional y los estudios de mercado
- Formación de empleados a cargo del empleador (capital humano)
- Mejoras en la estructura organizativa en busca de una mayor eficiencia en el uso de recursos
Una adecuada medición de estos factores (admito que compleja e incluso arbitraria a veces) y su agregación en el tiempo, como dotación a un "Capital Basado en el Conocimiento" (CBC) o "Capital Intangible" (CI), está siendo investigada en los últimos años y empieza a dar sus primeros (y controvertidos frutos). Dedicaré un próximo post a comentar algunos resultados numéricos.
Antonio Pulido twitter.com/PsrA