jueves,18 agosto 2022
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J.C.Somoza:»Puede que estemos perdiendo la frontera entre virtual y real, pero no creo que sea malo»

Redacción
En mundo virtual llamado Órgano es el escenario de la última obra de José Carlos Somoza, La Cuarta Señal (Minotauro), una combinación de novela negra y ciencia ficción que cuenta una historia de amor "donde los personajes son reales a ratos, dependiendo del estado de la conexión a Internet". En pleno siglo XXI, este mundo, una especie de red social, ha sustituido la vida real y ha transformado las relaciones humanas.

Google Glass, Oculus Rift, redes sociales, juegos online… ¿Está el mundo de La Cuarta Señal más cerca de lo que pensamos?

 La Cuarta Señal no es una novela de anticipación en la que se describe con pelos y señales algo que puede llegar a ocurrir, sino que ya estamos dentro de eso metafóricamente: ya estamos relacionándonos virtualmente. Existen mundos virtuales no solamente para niños, sino también para adultos. Eso está a la vuelta de la esquina y no tiene por qué sorprender a nadie.

¿La gente sabe distinguir entre lo virtual y lo real?

JCS: Cada vez menos, pero eso puede ser bueno. El mundo virtual son posibilidades ampliadas de la realidad, pero seguimos estando en ella, al igual que cuando soñamos: estamos en una realidad onírica y es tan natural que muchas especies animales sueñan. Puede que esto sea un paso completamente natural y que al final la cuestión no sea "virtual vs real", sino un mundo globalizado en el que para algunas cosas salgamos a la calle y para el resto salgamos a calles virtuales con acciones tan reales como las físicas. Es posible que estemos perdiendo la frontera entre virtual y real, pero no creo que sea necesariamente malo.

La novela tiene un tono algo apocalíptico. ¿Cuál es su relación con la tecnología: desconfía de ella o le gusta?

Las dos cosas. La tecnología nos ha traído una serie de catástrofes inimaginables y también ventajas y bondades inimaginables. Quien levanta la mano para criticar o elogiar desmedidamente la tecnología se olvida de la otra parte. Lo que hay que procurar es minimizar la parte de los desastres. Así se ha hecho hasta ahora con la famosa amenaza atómica que en la época de nuestros padres era la tensión más grande que existía, y creo que se logrará hacer con otras amenazas muy reales como el calentamiento del planeta. Todo consiste en que la ciencia esté bien aplicada, pero no en detenerla. Creo que la ciencia en el futuro nos traerá muchísimas felicidades. ¿Eso significa que soy un optimista? Soy un optimista moderado, porque creo en la ciencia, pero no creo demasiado en la voluntad de los seres humanos para dirigirla exclusivamente hacia la felicidad.

¿Por qué a la gente le atrae tanto lo virtual?

JNos atrae porque es otra posibilidad, otra oportunidad. Cuando apareció la televisión en España había dos canales. ¿Realmente necesitábamos más? Entre otras cosas necesitábamos la libertad de expresión. Llegó y hubo más, pero entonces, ¿por qué cien? ¿Por qué televisión por cable donde uno elige qué clase de película quiere ver? Si al ser humano le hubiera bastado con una cosa, una caja con una imagen que variaba de vez en cuando hubiera estado bien, pero el hombre va buscando posibilidades. El atractivo del mundo virtual es que es una posibilidad más y cuando tengamos ese mundo virtual no nos vamos a contentar con eso, vamos a querer miles de mundos virtuales diferentes.

¿El libro está dirigido a personas más familiarizadas con la tecnología o lo puede leer cualquiera?

 El libro es un thriller que intenta ser una novela policíaca dirigida a cualquier clase de lector al que le gusten los misterios con la idea de que reflexione sobre algo que ya está presente, pero no es un thriller específico de ciencia. De hecho creo que utilizo mucho menos lenguaje técnico que por ejemplo en Zig Zag, una de mis novelas previas donde hablé de física cuántica. En La Cuarta Señal estoy hablando del mundos virtuales pero tratando de huir de la tecnología y por eso pongo esas diademas en las cabezas de los usuarios; no quiero complicarme con accesorios tecnológicos innecesarios.

Dentro de la novela, en las noticias aparece la CIA intentando controlar Órgano. Con todo lo que se ha destapado del espionaje de la NSA, ¿ha sido casualidad o quiso hacer referencia a esto?

No es realmente casualidad. La cuestión de Wikileaks me pareció un tema muy interesante para prolongarlo dentro de la propia novela. Que un organismo que actúa a nivel internacional esté interesado en controlar algo que usan prácticamente tres cuartas partes de la humanidad, eso no es nada nuevo. Está bastante claro que habría un interés por parte de los gobiernos en observar qué se podría hacer en ese universo.

¿Cree que nuestra privacidad está adecuadamente protegida en Internet?

 Para nada. Ahora bien, lo que hay que preguntarse es si es deseable que nuestra privacidad esté respetada siempre. Es una pregunta que parece extraña y absurda, pero hay que hacérsela. El señor que va por la calle y tiene un infarto y está solo, lleva un teléfono inteligente en el bolsillo que puede detectar que le ha dado un infarto y avisar al hospital. Pero el teléfono decide si da los datos del propietario, cuando lo compras decides si ese terminal va a estar adaptado para que informe de tus latidos cardíacos a determinado hospital. Es decir: vas a arriesgar tu privacidad para que te salven la vida. Por otro lado está el mal de invadir tu privacidad, el espionaje, no sólo el gubernamental sino también el industrial, donde las empresas intentan ver qué es lo que compras, qué es lo que te gusta, para poder bombardearte. Pero mermar tu privacidad no siempre es malo.

La protagonista teme que su hija se meta en Órgano. ¿Cómo tutelar el acceso a Internet cuando los niños son capaces de saltarse casi cualquier barrera?

Corresponde a cada familia actuar caso por caso. Debe haber una serie de leyes reguladoras generales, pero por lo demás no lo veo tan diferente de otras situaciones similares en las que los menores invaden el terreno del adulto. No lo he visto nunca demasiado preocupante: hoy hay mucha gente que quiere conservar a los menores como si fueran pequeños angelitos en una urna de cristal para que no tengan contacto con ese mundo pecaminoso y horrible hasta que cumplan la edad suficiente. Eso me parece una tontería; los niños son seres humanos y desde mucho antes han estado en contacto con toda clase de cosas horrendas. Hoy lo están en países del tercer mundo a los que ignoramos ampliamente porque no se trata de nuestros hijos. La infancia hay que protegerla, pero tampoco podemos estar constantemente vallándola de toda clase de sensaciones, puesto que el niño trata de convertirse en un adulto.

En resumen, ¿qué es lo que quiere decir al mundo de hoy La Cuarta Señal?

Es una pregunta que lanzaría a lectores y escritores: ¿por qué no hay más libros que reflexionen sobre el tema virtual? Las relaciones humanas, que son la materia de la que nos nutrimos los escritores, han cambiado. Después de la Segunda Guerra Mundial no tenía sentido seguir hablando del mismo ser humano de los felices años 20. ¿Por qué no interesarnos más por esa clase de vida que ya se nos viene encima y que no consiste sólo en contestar mensajes de móvil? Sal a la calle y todos caminan como zombis, todos están pegados a una pantalla. Algo ha cambiado, para bien o para mal está definiendo las relaciones humanas y debe ser materia de la literatura. Yo lo he enfocado desde el punto de vista del thriller, no filosófico, pero creo que se necesitan novelas más y menos serias que se inmiscuyan más en el tema virtual.

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