jueves,18 agosto 2022
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Humor y Comunicación Política

José Luis Dader sigue sin arreglar su definición de periodismo político

Humor y Comunicación Política
Cómo una conferencia de Dader desemboca en varias delaciones

En 2010 publiqué «El humor en la comunicación política», en CIC, Cuadernos de Información y Comunicación, Volumen 15, 2010, Páginas 123-164. Al final del artículo, en las páginas 162-163, escribí «Reducción al absurdo de una definición de Comunicación Política».

En ese artículo, no citaba el nombre del autor, porque el sistema de evaluación de méritos académicos permite aportar una cita o una crítica como signo de calidad de un artículo deficiente. Es decir, que sigue valiendo aquello de que «Lo importante es que hablen de mí». Sin embargo, volví a escribir prácticamente el mismo artículo en La Voz Libre y ahí sí identificaba al autor de esa definición: José Luis Dader. Él incluyó esa definición dentro del capítulo de un libro de siete autores que publicó Tecnos en 2008. No voy a dar el título de esa obra porque no quiero hacer publicidad de algunos capítulos que me parecen infumables.

Recibí bastantes felicitaciones y correos por la crítica en clave de humor que escribí sobre Dader y, lo que son las cosas, una persona me escribió adjuntándome un archivo con la transcripción de una conferencia que Dader pronunció en el XVII Congreso Internacional de la Sociedad Española de Periodística (SEP). Periodismo Político: nuevos retos y nuevas prácticas", en Valladolid. José Luis Dader intervino el 5 de mayo de 2011 a las 12.00. El título de su “Ponencia” fue Periodismo político y política del periodismo: imaginando un futuro digno y sostenible. Año y medio después apareció la conferencia como capítulo de un libro.

Para quien quiera saber lo que hizo Dader, delatándome ante los compañeros, ante la Comisión de Quejas de la FAPE, ante la Inspección de Servicios de la Universidad Complutense y pidiendo al director de La Voz Libre que suprimiese mis artículos, puede leer tres de mis últimas columnas. Así podrá informarse bien cómo está la libertad de expresión en España. Adelanto que he ganado el juicio a la Universidad Complutense y, por tanto, a Dader:

«La Comisión de Quejas de la FAPE no lucha contra la censura. Una Magistrada Juez defiende la libertad» 

«Comisión de quejas de la FAPE: Aprende la lección que da una Magistrada Jueza»

«José Luis Dader, modelo de quien no soporta críticas ni debates»  

Reducción al absurdo del título de la conferencia y del capítulo que escribe José Luis Dader sobre el periodismo político

Entonces, vuelvo a tomar las célebres palabras de Fray Luis de León: «Decíamos ayer».

Veamos. ¿Qué significa Periodismo político y política del periodismo: imaginando un futuro digno y sostenible? Es uno de esos trucos de los que ya se reían los humoristas hace cuarenta años. Podría haber titulado: “Política del maquillaje y el maquillaje de la política”. O “La pompas fúnebres de la comunicación y la comunicación de las pompas fúnebres”. Incluso, un profesor de Formación Profesional habría logrado mucho más sentido a una conferencia y capítulo que se titulase: “La mecánica de la comunicación y la comunicación de la Mecánica”.

Eso, para empezar, pero ¿qué podemos decir de la segunda parte del título? Dader aplica nada menos que al futuro dos adjetivos enteramente huecos. ¿Qué significa periodismo “digno”? Por favor, no me culpen a mí si no puedo desentrañar el significado que Dader ha querido dar al adjetivo digno. ¿Y qué decir del adjetivo “sostenible” que él aplica al periodismo? Si Dader hubiera leído dos libros como los de Ramón Tamames- Ecología sostenible y Más allá de la utopía- entre otros, se habría dado cuenta de qué significa el adjetivo sostenible y de cuáles son sus indicadores. ¿Es exigir demasiado que Dader primero lea, se informe y luego titule? Aunque no se lo crea el lector, lo que voy a afirmar es cierto: Dader no vuelve a emplear esos dos adjetivos en toda la conferencia y capítulo. Por tanto, el título desorienta. Hagan ustedes la prueba. Escriban «periodismo sostenible» y busquen en Google. Verán que «periodismo sostenible» es o bien el periodismo medioambiental o bien una especialidad del periodismo ambiental centrada en el desarrollo sostenible. Ahora bien, Dader no dedica su conferencia-capítulo ni al medio ambiente ni al desarrollo sostenible.

Dader está convencido de que cabalga a través de los siglos

«No es cierto que las funciones fundamentales de los medios de comunicación sobre la actualidad sean las de formar, informar y entretener. No al menos las de los medios periodísticos, surgidos para el seguimiento vigilante de la vida pública y cuya diferenciación, tras más de dos siglos de desarrollo del profesionalismo de sus practicantes, tendría que estar clara para éstos y para la propia sociedad».

«Cuestiones tan elementales como ésta tendrían que haber quedado resueltas hace al menos medio siglo, tanto en el campo profesional como en el académico. Bien al contrario, ni la propia definición de lo que sea periodismo ha logrado hasta la fecha una delimitación certera y definitiva que permitiera captar de forma inmediata por qué los medios periodísticos no son exactamente lo mismo que los medios de comunicación social o de masas, aun cuando muchas veces converjan en la misma plataforma y las personas que extienden sus respectivas tareas resulten a menudo intercambiables».

Del primer fragmento al segundo ha descendido de dos siglos a medio siglo. ¡Qué enorme pupila! He aquí un auténtico campeón de la humildad intelectual. Él está preparando el terreno para ser quien va a resolver las cuestiones de siglos atrás. ¡Qué gran modestia!

« La larga marcha de varios siglos de titubeos, con ejemplos magníficos de servicio social y al mismo tiempo profundos bochornos, debiera dar paso a un profesionalización consistente de sus practicantes y a una delimitación clara y consciente de sus servicios y responsabilidades como institución social de primer orden».

Titubeos que duran varios siglos. ¿Se imagina el lector qué momentos hubiera pasado el conferenciante si uno de los que le escuchaban le hubiera pedido que concretase esos siglos de titubeos?

¿Ha habido autores importantes en Periodismo? Sí, pero Dader cree que él tiene la última palabra.

«Por consiguiente, y para empezar por el principio, no podemos afrontar ese mar de confusiones sin establecer una definición de periodismo.

Los citados Kovach y Rosentiel han señalado con clarividencia tal necesidad que, a lo largo de su imprescindible latigazo profesional The elements of Journalism, tanto en su primera edición de 2001 como en la actualizada y ampliada de 2007, ha aportado los mimbres necesarios para establecer esa definición inequívoca y universal desde la que seguir luego avanzando. Aún así, y dado que estos periodistas estadounidenses no terminan de fijar ese concepto de manera completa y sintética y tampoco encuentro que otros especialistas como los españoles Núñez Ladeveze, Gomis, Casasús, Borrat, De Aguinaga o Bizantino, entre otros, lo hayan resuelto plenamente o, al menos, sin algunos puntos ciegos, me permito yo ahora intentarlo mediante la elaboración de componentes que en su mayoría les tomo prestados a todos los citados».

Desde luego, causa vergüenza ajena comprobar cómo Dader vuela por encima de todos los autores. ¿Puedo decir que se parece al caporal de una ganadería quien, subido a la jaca, ve el panorama por encima de los mortales, y nunca mejor dicho? No, no y no. ¿Cómo se iban a sentir los protectores de Dader? Me refiero a María Dolores Masana, periodista que al parecer no tiene estudios universitarios, pero que es nada menos que la Vicepresidenta de la Comisión de Quejas de la FAPE. Y también, a Víctor Manuel Fernández Martínez, profesor de Arqueología que desconoce enteramente el Derecho, pero que acepta ser instructor de un expediente disciplinario a favor de Dader. Para ellos, esa comparación es, perdón, por la expresión, la releche. Desde luego, reconozco que no sé emplear la expresión más académica. Ni quiero. Sobre todo, cuando pienso en la deontología de Masana y de Fernández.

Volviendo al teórico del periodismo político, se atreve a equipararse a alguien como Lorenzo Gomis, persona muy competente y un catalán que sobresalía, entre todos los catalanes que he conocido, por su gran sentido del humor. Recuerdo una cena en el Restaurante Blanca de Navarra, de Madrid, en la que todos los miembros del Tribunal de una oposición, queríamos seguir escuchando genialidades de uno de los hombres más modestos que he conocido. En cualquier página de El medio “media”, de Gomis, encontramos mucho más pensamiento que en todos los escritos que he leído de Dader.

Dader no sabe definir qué es el Periodismo. El dogmatismo como coraza

Recomiendo al lector que respire a fondo para enfrentarse con este párrafo:

«El periodismo resulta ser, en definitiva, según me atrevo a proponer el método de informar sobre la actualidad e intermediar de forma inmediata y constantemente renovada en la comunicación social que, mediante una expresión asequible al común denominador del público, combina recopilación, verificación, síntesis y clarificación de la información acreditada como relevante y cierta con el máximo de exactitud posible, para servir desinteresadamente a los ciudadanos en su necesidad de un seguimiento preciso en los asuntos de interés público o potencialmente capaces de afectar sus vidas».

¿Adónde le ha llevado a Dader ese querer ponerse por encima de todos los nombres a los que cita? Pues a escribir esto: «intermediar de forma inmediata y constantemente renovada en la comunicación social que, mediante …»? “Intermediar”, “inmediata”, “mediante”, y en una sola línea.

Y sobre todo, ¡qué antiperiodístico es todo el párrafo! ¿Cuántas veces tiene que respirar el lector mientras lo lee? ¿A que el lector se cansa, a que desconecta? Y ¡cómo le complace encadenar nominalizaciones dormitivas: comunicación, expresión, recopilación, verificación, clarificación, de nuevo expresión!.

¿Y qué es el «común denominador del público»?

¿Es posible que los estudiantes de Periodismo se vean obligados a aprenderse esta definición y a que les exijan que las escriban en los exámenes?

¿Puedo decir que esa definición es una «empanada mental»?. No, no, y no. Masana, con sus conocimientos tan someros, diría que le estoy asestando a Dader un trato vejatorio. Y ¿qué decir de Víctor Manuel Fernández Martínez? Pues que es una grave falta de consideración a un compañero. Desde luego, lo que hay que ver y oír en esta vida. Menos mal que una magistrada jueza ha visto las cosas de otra manera y lo considera liberta de expresión. ¿Y ustedes?

Dader cree que dice algo nuevo. Pues no. Otros lo han hecho antes mucho mejor y de manera más clara. Por ejemplo, Jean Louis Servan-Schreiber empleó, ya en 1973, el símil minero de las destrezas de los periodistas. El periodista ha de extraer y transformar información. Extraer significa el poder de investigar del periodista. Y para extraer ha de negociar con sus fuentes y con quienes tienen el poder de decidir en último lugar en los medios de comunicación. Transformar acoge el poder de publicar del periodista. ¿Y en qué operaciones se concreta ese «transformar»?. Pues en «simplificar», es decir, hacer más breve, preciso y claro lo que otros expresan en jerga técnica o lo que no saben comunicar bien; «acerca» los mensajes al receptor para que éste los comprenda; También «condensa», adapta el ritmo de la información al poder de asimilarla que los receptores muestran. Y «sintetiza». Servan-Schreiber cree que es la operación más creativa. Por mi parte añado que una operación que el estudioso francés olvida es la de «filtrar», que R. L. Ackoff considera básica. El periodista ha de eliminar toda la información inútil. Cuando dispone de una hipótesis de radio reducido- explicación- o de radio amplio- interpretación-, sabe qué información buscar.

Es decir, Dader cree que inventa la rueda. Pues no, hace muchos años que otros la han inventado.

Dader también debería saber que algunos investigadores han elaborado Índices de Prácticas Profesionales, para objetivar en qué consiste el Profesionalismo. Destaca el de Randall A. Beam, quien, ya en 1990, había desarrollado siete Índices de «prácticas profesionales»: De Desarrollo profesional, Compromiso de recursos, Prácticas imparciales, Prácticas de Ocupación, Agresividad Editorial, Control del Proceso de Noticias y de Compromiso Profesional. Lo que ocurre es que el nivel de estas prácticas depende de la organización, no sólo del individuo. Beam ha comprobado que trabajar en una organización de tamaño medio es mejor que hacerlo en una grande o pequeña.

Luego le sale a Dader el ramalazo dogmático, según denominaba Milton Rokeach el estilo cognitivo de la Mente cerrada. Después de su definición de periodismo se atreve a decir que sólo esa definición es válida.

«Que el periodismo y sólo el periodismo que encaja en la definición planteada al inicio , sea reconocido interna y externamente como una institución social, constituiría, en mi opinión, el primer peldaño para salir de una crisis que no es tanto de transforma-ción tecnológica o de dificultades económicas como de visión intelectual y definición de su rol. La larga marcha de varios siglos de titubeos, con ejemplos magníficos de servicio social y al mismo tiempo profundos bochornos, debiera dar paso a un profesionalización consistente de sus practicantes y a una delimitación clara y consciente de sus servicios y responsabilidades como institución social de primer orden. De alcanzarse ese punto de madurez, los auténticos medios periodísticos recobrarían la centralidad que la profesión ya vislumbró décadas atrás en las democracias más sólidas` y sus servicios de prensa quedarían distinguidos del cúmulo de plataformas comunicativas informes que, por otra parte, por la irrenunciable libertad de expresión, tienen pleno derecho a existir e incluso interesarán como materia prima al auténtico periodismo».

José Luis Dader desconoce teorías muy importantes

«En ningún momento he pretendido decir que el periodismo genuino debiera pres¬cindir de las páginas o secciones de sucesos, vida social, deportes o espectáculos, pero sí que tendría que reconducirlas hacia el tradicional enfoque que a estos ámbitos solía dedicarles la clásica prensa de referencia o de élite. Precisamente porque fue esa prensa la que fraguó y conservó el compromiso con los principios distintivos del contrato entre periodismo y comunidad ciudadana para la cohesión social y vigilancia colectiva del entorno».

Dader desconoce una teoría como la de Ralph Lowenstein, quien identificó la trayectoria que los medios seguían al diversificarse en las sociedades. En cualquier nación, los medios pasan de elitistas a populares a especializados.

«En la etapa elitista, los medios apelan y son consumidos por los líderes de opinión. En la popular, principalmente por las masas de una nación. En la especializada, por segmentos fragmentados de la población total… Es frecuentemente posible que varias clases de medios estén en etapas diferentes de la pauta Elitista-Popular-Especializado dentro del mismo país».

Sí, a Dader le hubiera encantado que el periodismo no hubiera pasado de la etapa elitista. Es decir, que el periodismo sólo fuera para águilas y generales, no para las aves de corral o para la clase de tropa. Y esa fijación elitista le hace descuidar la fase del periodismo especializado.

Más adelante, Dader afirma que la función primordial del periodismo es la política de describir, analizar y proporcionar plataformas de discusión sobre cuantos asuntos afecten al devenir de la comunidad social en su conjunto y no solo a título particular a algunas sumas de sus integrantes.

¿Y quién es Dader para afirmar que ésa es la función primordial? El primero que enunció las funciones de los medios fue el científico político Harold Lasswell, uno de los cuatro padres fundadores de la Investigación de los medios de comunicación (Mass Communication Research). Los otros tres fueron Kurt Lewin psicólogo social; Paul Lazarsfeld, sociólogo y Carl Hovland, psicólogo experimental. Lasswell afirmó: «El proceso de la comunicación en la sociedad realiza tres funciones: a) vigilancia del entorno, revelando amenazas y oportunidades que afecten a la posición de valor de la comunidad y de las partes que la componen; b) correlación de los componentes de la sociedad en cuanto a dar una respuesta al entorno; c) transmisión del legado social».

Este genio empleó un lenguaje sencillo para enunciar ideas creativas. Entonces, ¿por qué Dader se mete en una camisa que le viene muy ancha y no reconoce expresamente el nombre de Harold Lasswell? Pues porque Dader paga el abono de la falacia de la novedad, es decir, cree que la última ocurrencia es la mejor. ¡Qué gran trivialidad! Más adelante aprovecha las ideas de Lasswell sin citarlo: «La vigilancia del entorno y captación de atención de cuanto pueda afectar a la comunidad política, tiene un campo muy necesitado de aplicación en Internet». Mi duda está en si él realmente conoce que esas ideas son de Lasswell, gran científico político.

Dader se refugia en el parapeto de las citas pero ¿con qué resultado? Reproduce lo que afirman Cláudia Montero y Andrew Calcutt : Una de las más vitales razones de ser del periodismo es la capacidad de cuestionárselo todo. Ah, ¿es que la filosofía o la literatura, por poner dos ejemplos, no se cuestionan todo? ¿Y la psicología, la sociología, y…?. A ver, Dader, ¿cuál es la diferencia específica del Periodismo?

La revolución digital y las simplezas «teóricas» de Dader

Este “teórico” reduce la revolución del periodismo digital al uso que de éste hacen los partidos políticos y, suponemos, los encargados de las relaciones públicas.

«La revolución del periodismo digital se limita, en demasiados casos, a una sustitución de los soportes y una adaptación de los géneros expositivos. Pero en cambio, no alcanza a las estrategias de recopilación de datos y análisis de la información, ni a la incorporación de un cúmulo de nuevas fuentes. En términos de información política, los contenidos digitales con eco periodístico, siguen siendo los producidos por unas élites, que han aprendido a echar mano de toda una parafernalia tecnopolítica, para difundir discursos propagandísticos publicitarios, similares a los tradicionales, pero revestidos de esos nuevos ropajes».

Luego hace como que revela algo importante, cuando miles de personas han caído en la cuenta hace tiempo de la importancia que tienen los internautas.

»La comunicación política que transita por Internet es, sin embargo, mucho más rica y variada, a veces incluso muy cercana a los ideales de la democracia deliberativa, aunque en esferas públicas muy minoritarias. Con ciudadanos que investigan, comparten y debaten datos, de auténtica utilidad para la construcción de consciencia cívica».

He dedicado columnas a los libros La casta política y La casta autonómica. Los autores de estas obras han sabido realizar un auténtico periodismo de investigación y, gracias a que los internautas han difundido sus contenidos, el efecto sobre la opinión pública española y sobre los políticos ha sido extraordinario. La clase política se ha convertido en la tercera preocupación de los españoles y los contribuyentes culpan a los políticos de muchos de los males que padecen.

Una empresa y una institución son diferentes, aunque Dader lo ignore

También Dader desconoce la distinción entre una institución y una empresa. Si hubiera leído a Peter Drucker, el “Papa del Management”, sabría que empresas e instituciones de servicio sólo se diferencian por la forma en que son pagadas. Las primeras, por satisfacer al consumidor: El propósito de un negocio no es conseguir el máximo beneficio sino la creación de un cliente. Las segundas reciben un presupuesto, que llega por una corriente de ingresos obtenidos por los impuestos, es decir, por algo que no está ligado de una forma directa a lo que los miembros de la institución están haciendo.

La Banca es una empresa; hay universidades que también lo son. ¿Cómo es posible que Dader las confunda con los partidos políticos y con la burocracia?

Dader ha llegado a catedrático de Universidad, nada menos, pero tal vez necesita dedicar varios años a leer y estudiar. Y además, sin refugiarse en labores administrativas, que a él tanto le gustan, porque le dan poder. Como prueba de lo que digo, pueden leer mi artículo «Universidad Complutense-José Luis Dader: Una goleada de escándalo». Últimamente, se ha dedicado a ordenar los papeles de los profesores para un Master Universitario. No nos ha pasado inadvertido a quienes le conocemos muy bien. Claude Steiner retrató ese proceder en el juego de poder «Me lo debes». Quien participa en este juego prepara el escenario haciendo cosas para los demás, todas ellas con la intención de crear un sentimiento de obligación que pueda ser posteriormente recolectado. «Yo les ayudo a cumplimentar el papeleo y, a cambio, ellos me votarán como miembro de la Juntad de Facultad. Y además, me meterán en una lista, con lo que me aseguraré la elección». Con lo cual, estamos en lo de siempre: el poder, que tanto gusta a Dader. El prestigio que nuestras Universidades necesitan sólo puede venir de más y más estudio e investigación de los profesores. Si hace falta, tendremos que imitar a otros países, en los que los Rectores no son profesores sino gestores.

Elitismo, más elitismo, siempre elitismo

En fin, esta columna me está saliendo demasiado larga. Es el precio que pago por no simplificar las salidas, que no ideas, de Dader. Este "teórico" lo haría mejor si adquiriese conceptos sólidos, que él pueda defender frente a las críticas y debates, que él tanto aborrece. Y cuando aborda las soluciones, sus propuestas son de aurora boreal. Su ideal es buscar subvenciones para pagar a medios de comunicación super-extra-archiextraordinarios para que realicen el auténtico periodismo político. O sea, hay que buscar a periodistas que, con traje de amianto y desde un refugio parecido a los que han fabricado los norteamericanos y los rusos a prueba de bombas atómicas, escriban sobre los asuntos públicos.

«Pero otras voces académicas de ese país comienzan a reclamar la creación de algún tipo de fondos estatales, financiados mediante impuestos generales o las licencias que tramita la Federal Communications Commission para facilitar diversas fórmulas de protección, como el sostenimiento de periódicos digitales independientes, sobre todo de ámbito local. De hecho, ha cuajado ya una corriente llamada “periodismo sin ánimo de lucro”, que renuncia a la publicidad a cambio del mecenazgo de fundaciones de inspiración cívico-participativa y de las donaciones directas de ciudadanos que refrendan la agenda e investigaciones del medio. Estas experiencias intentan garantizar algunos enclaves del periodismo genuino, en medio de la creciente reducción o deformación de las empresas periodísticas tradicionales. Un ejemplo notable de esto último es el periódico digital ProPublica, que ha ganado ya dos Pulitzer y otros cuantos premios profesionales, en sus poco más de tres años de vida. Financiado por la Sunlight Foundation, como principal mecenas, y dirigido por el prestigioso Paul Steiger, tras abandonar la dirección de The Wall Street Journal.

La fórmula de los periódicos sin ánimo de lucro es frágil, incluso en mercados tan polivantes como el estadounidense, según apuntan diversos analistas. Y lo sería aún más en países como España, mucho menos proclives a la implicación económica de los ciudadanos de a pie, en el sostenimiento de empresas activistas.»

Resumiendo: los escritos de Dader demuestran que es un apasionado elitista – llega a hablar de “ciudadanos de a pie”-, que no puede ejercer el menor liderazgo intelectual, porque en sus textos evidencia que le faltan muchos libros y revistas científicas por leer, estudiar y asimilar. Él afirma que el periodismo o es político o no será. Ahora bien, el periodismo político ha de estar subvencionado. Luego o hay subvención o no la hay. ¿Y éste es su gran descubrimiento?

Parece que ahora va a cambiar el Periodismo de Precisión, del que se ha ocupado desde su Tesis hasta nuestros días, por el Periodismo Cívico. ¿Por qué cambiar? Al fin y al cabo, cuando repetía las ideas de Philip Meyer durante tantos años, los estudiantes sabían que era Meyer quien hablaba a través de él.

Espero que con el Periodismo Cívico no le pase como con el Periodismo Político o como cuando se ha ocupado de otros asuntos. Me recuerda unas líneas de la película To be or not to be, de Ernest Lubitsch.

«Tura.- Su esposo es ese gran grandísimo actor polaco, Joseph Tura. ¿Ha oído usted hablar de él?

Ehrhardt.- Oh, sí.

Tura.- Ah.

Ehrhardt.- A decir verdad, le vi actuar cuando estuve en Varsovia antes de la guerra.

Tura.- ¿De veras?

Ehrhardt.- Lo que hizo con Shakespeare es lo que estamos haciendo ahora con Polonia».

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