El calentamiento calculado en la sección occidental equivaldría a un décimo de grado Celsius durante las últimas cinco décadas. Es decir, los científicos afirman que en los últimos 50 años las temperaturas de esta parte de la Antártida han subido 0,5° Celsius. El aumento de la temperatura es más notable en la primavera y el verano, aseguran. Los detalles de su investigación son publicados en la edición de este jueves de la revista Nature.
Falsa creencia
“Las personas estaban calculando con sus mentes en lugar de hacer las matemáticas”, dijo Steig, científico que encabeza la investigación, al tratar de explicar por qué los científicos se habían equivocado al calcular el calentamiento en la Antártida.
“(Ningún otro estudio) había realmente tomado en cuenta los datos de los satélites que ofrece información crucial acerca de los patrones espaciales de cambio de la temperatura”, añadió.
Los satélites calculan la temperatura de la superficie midiendo la intensidad de la luz infrarroja irradiada por la nieve.
Mientras los satélites pueden analizar la superficie de todo el continente, las estaciones científicas de la Antártida son pocas para su extenso territorio y se encuentran a la orilla de las costas, por lo cual no ofrecen datos directos sobre lo que sucede en su interior.
No obstante, gracias a las estaciones científicas los expertos confirmaron que las mediciones de los satélites eran confiables y se podían utilizar para conocer la temperatura donde no existe presencia humana.
Más caliente
“Lo que se escucha todo el tiempo es que la Antártida se está enfriando y eso no es cierto. (…) La Antártida no se está calentando a la misma velocidad en todo su territorio pues mientras algunas áreas se han enfriado por un largo tiempo, la evidencia muestra que el continente como un todo se está calentando”, explicó Steig.
Una de las razones principales por las cuales se creía que la Antártida se estaba calentando es debido al agujero en la capa de ozono, el cual aparece en la primavera.
Un estudio publicado en la revista Science en el 2001 explicó que la pérdida de ozono enfría la estratosfera, lo cual hace que fuertes vientos rodeen la Antártida, impidiendo que las masas de aire de latitudes bajas, más cálidas, alcancen el interior del continente, con lo cual se generaba más frío.
“Sin embargo, se asumió que el agujero en la capa de ozono estaba afectando a todo el continente cuando no había evidencia para apoyar esa idea o ni siquiera una teoría para justificarla”, concluyó el científico Steig.