viernes,19 agosto 2022
Espacio euroiberoamericano de diálogo sobre la innovación social, profesional y académica
InicioOpiniónBlogsLa corrupción en la nomenclatura

La corrupción en la nomenclatura

Goliardos s.XXI
Son muchísimas las veces que me he preguntado cómo hemos llegado a la situación de institucionalización de la corrupción y del control de las bases por parte de los aparatos de los partidos en el proceso democrático español.

Sabíamos de la táctica franquista consistente en aflojar la mano en los procesos de corrupción, con la que se les permitía tener controlados a sus fieles corrompidos. Se puede llegar a afirmar que incluso se estimulaba, en algunos niveles estructurales, a ciertos personajes para que se corrompieran. Nos encontramos en esa época histórica el principio de comunión entre el corruptor y los corrompidos. Unión de intereses que se utilizaba para perpetuarse en el poder.

La cuestión debería orientarse hacia la pregunta de cómo se produjo esa alianza en el proceso democrático. En un análisis histórico hemerográfico nos encontramos con que el primer caso conocido públicamente fue el de Demetrio Madrid, primer presidente de la Comunidad Autónoma de Castilla León; aunque también podemos citar a José Blanco y a muchos otros personajes. Aún así hay que advertir que el Sr. Madrid y el Sr. Blanco fueron las víctimas de insidias patrocinadas por sus compañeros.

Al final en la democracia, la corrupción, la insidia y la calumnia, nacieron también en un sistema de libertades que no se supo, o no se quiso, atajar. Como afirmaba José Ortega y Gasset en su obra Las meditaciones del Quijote: “A su tiempo nacerá un Newton del placer y un Kant de las ambiciones”. Por desgracia, surgieron múltiples ambiciosos del poder que para alcanzarlo no reparaban en límites, y dominaban las técnicas de la persuasión de tal forma que convencían a sus electores y promotores. Kart Popper en su obra La lechuza de Minerva afirmaba que “la teoría que ve en la guerra, la pobreza, y el desempleo como resultado de algún siniestro designio, es parte del sentido común pero es acrítica. He llamado a esta teoría acrítica del sentido común la teoría conspiratoria de la sociedad. Teoría que olvida en su planteamiento que todo nace de la ambición”.

Por desgracia la instauración de la insidia y la corrupción como método político está minando la democracia y llevándola a su desestructuración, aunque hay que advertir que a pesar de eso, sigue siendo el sistema político menos malo.

Los electores nos hemos olvidado de que el que promete el paraíso social, debe haberlo alcanzado en su vida personal con su trabajo, valía y honradez; el que consigue “triunfar” con métodos poco honorables, los usará para mantenerse en el poder y conseguir objetivos personales nunca confesados.

En el proceso electoral que viene, en el que tendremos que votar a nuestros regidores, deberíamos exigir a los candidatos, además de principios que tiendan al bien social alcanzables por métodos justos, una vida ejemplar. ¡Y eso es lo más importante!

No nos dejemos engañar por ciertas nomenclaturas que les serán más útiles y cubrirán las incapacidades de aquellos que las proponen, ya que como decía Miguel de Cervantes en su Quijote de la Mancha en boca de Sancho Panza.”… Señor-replicó Sancho-, yo imagino que es bueno mandar, aunque sea a un ato de ganado” y además  puede lograr lo que para uno, normalmente, es inalcanzable.

De interés

Artículos Relacionados

Centro de preferencias de privacidad