jueves,18 agosto 2022
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Tesis sobre formación y empleo en los Estados Mexicanos

La educación no siempre reduce el paro, ni garantiza mayores oportunidades de empleo

Redacción
La educación en México no siempre reduce la probabilidad de estar desempleado, ni garantiza mayores oportunidades de empleo, por lo que los esfuerzos educativos deben ser acompañados de la transformación de la estructura productiva que genere la demanda diversificada de los distintos niveles en el mercado de trabajo.Esta es la principal conclusión de la tesis doctoral presentada por Aydeé González García en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Autónoma de Madrid.

Dirigida por el profesor José Manuel García de la Cruz, la tesis señala que una de las ideas que más consenso suscita entre economistas es la que relaciona la necesidad de avances en el desarrollo humano para garantizar un crecimiento sostenido. El incremento de los conocimientos y las aptitudes de los trabajadores puede contribuir a superar las limitaciones y los obstáculos al crecimiento al ampliar las oportunidades de empleo eficaz y eficiente del trabajo, modificando el contexto económico, abriendo posibilidades a la creación de nuevas empresas y contribuyendo a una mayor democracia en todos los niveles de adopción de decisiones.

Así, la práctica totalidad de las teorías del crecimiento económico otorgan a la educación una importancia capital, desde los modelos neoclásicos (Solow-Swan, Cass-Koopamns, Barro y Sala, o Mankiw- Romer-Weil) y las propuestas de crecimiento endógeno (Rebelo, Romer, Grossman, Helpman) hasta las teorización de Lucas sobre capital humano.

Especial interés se encuentra en la literatura sobre desarrollo económico y específicamente sobre el desarrollo local (Vazquez Barquero, Alburquerque, Pellegrini,  Riona, Hernández), que cubre el vacío entre las propuestas necesariamente simplificadoras de la teoría y la complejidad de las economías. En este sentido, el modelo de desarrollo económico regional-local representa un conjunto de ideas teóricas que tratan de explicar la creciente complejidad de la economía a partir del territorio, interpretando los procesos de desarrollo como dinámicas de cambio social que incluyen elementos económicos y extraeconómicos.

No sorprende, por tanto, que el manejo del capital humano sea un elemento clave en la distribución eficiente de recursos, ya que condiciona el avance, la aplicación y el uso de las nuevas tecnologías integradas al capital físico y, consecuentemente,  repercute contundentemente sobre la ventaja competitiva de las regiones y países. De forma simplificada, se establece un círculo entre formación, empleo y competitividad que, de ser virtuoso, se retroalimentaría positivamente. 

Con estos referentes queda justificada la investigación de la relación entre la educación y la formación con las oportunidades de empleo en México, por tratarse de un país en pleno proceso de desarrollo nacional en el que la educación se ha erigido como una de los variables claves frente a los retos de su futuro y donde, dada su configuración federal, es posible el estudio de las distintas dinámicas en cada uno de sus Estados federados.

De entre las complejas relaciones entre formación y empleo se analiza particularmente la influencia de la educación sobre las posibilidades de empleo. Es decir, se analiza la relación entre los niveles educativos de la población mexicana y el empleo según actividad económica en México y en sus diecisiete Estados durante el período de 1995 al 2010. El resultado permite evaluar la adecuación de la formación académica a los empleos disponibles en la economía mexicana, o, en otros términos, si la estructura productiva de México aprovecha los esfuerzos educativos llevados a cabo por los mexicanos.

En el aspecto metodológico, la investigación se ha llevado a cabo tanto desde una perspectiva macro como microeconómica.

  • Macroeconómica: Se ha calculado un conjunto de indicadores relativos a las características de la población empleada en los distintos sectores y mercados de trabajo de la economía mexicana, a un nivel desagregado. Se ha utilizado la metodología habitual del análisis estructural basada en indicadores estadísticos de tasas, ratios, medias y coeficiente de variación. Se ha elaborado una serie de índices de segmentación sectorial y del mercado laboral por Estado.
  • Microeconómica: Se ha aplicado un modelo de regresión logística (Logit) que permite estimar las diferencias en la probabilidad de estar ocupado o desempleado en función de diversas características individuales (sexo, edad, estado civil, relación con la persona que más recursos aporta al hogar y educación cursada) y para distintos ámbitos espaciales o sectoriales. Es decir, permite conocer, simultáneamente o por separado, cuáles son las diferencias que se producen en la probabilidad de estar desempleado desde la doble perspectiva individual (comparación entre colectivos de individuos con distintas características personales) y espacial (comparación entre colectivos dentro de una misma región o ente distintas regiones).

El estudio se ha llevado a cabo por Estados, sectores de actividad (agricultura, construcción, industria, comercio y servicios), y características de las personas que compone el universo laboral (edad, sexo, nivele educativo).

La conclusión principal es que en México la educación no siempre reduce la probabilidad de estar desempleado. Sí se confirma que la educación en México se adecua en términos macroeconómicos a las necesidades de la economía nacional, al estar positivamente relacionados la escolaridad del nivel de secundaria y grados superiores y la tendencia de transformación de su estructura económica hacia sectores de servicios más complejos.

Los resultados indican que es en el sector terciario – principal sector económico mexicano- donde el nivel de escolaridad mayoritario de la población ocupada en el mismo es el de estudios de secundaria completos. Asimismo, que la población empleada con niveles educativos medio superior y superior en este sector va en aumento. Igualmente, desagregando la actividad económica en cada entidad federativa, los resultados señalan que en el sector agropecuario, el nivel destacado de estudio es para todos los Estados el de primaria incompleta, al igual que en el sector de construcción, mientras que en la industria manufacturera y en actividades comerciales es el de secundaria completa y en los demás sectores de servicios es el nivel medio superior y superior.

Por su parte, el análisis microeconómico a partir de los resultados de la regresión logística, que estima la probabilidad del desempleo, ponen de manifiesto que en México ciertas características individuales de la oferta de trabajo pueden tener más importancia que el nivel educativo sobre la probabilidad de encontrarse desempleado. Señalemos solamente la importancia de la edad. La edad demuestra una relación inversa con la probabilidad de estar desempleado. Así el rango de 16 a 19 años resulta ser el más proclive al desempleo, mientras que las personas de 55 años y más son quienes registran menos probabilidades de estar desocupados. Si bien habría que matizar que, en este caso, la experiencia laboral contribuye a la mejora de la formación.

Para la variable educativa que vertebra la investigación se puede afirmar que es relevante para explicar el desempleo en México pero de forma muy polarizada entre los niveles educativos. Entre 1995 y 1998 la probabilidad de desempleo era ínfima entre  las personas con estudios de maestría, pero entre 2004 y 2010 esta característica pasa a la población analfabeta o sin estudios. Para el conjunto del periodo 1995-2010 se corroboran los resultados respecto a la relevancia de los estudios, sin embargo los niveles menos probables de estar desocupados son: maestría, doctorado y analfabetos y sin estudios.

Este resultado refleja una situación desalentadora ya que en México se percibe la situación de que para estar empleado se ha de estar muy bien preparado académicamente o alternativamente para estar ocupado es preferible no tener estudios. La mayor probabilidad de estar desempleado se identifica con el nivel de licenciatura, por lo cual la hipótesis del capital humano no se cumple hasta llegar al nivel de maestría, lo que podría indicar que México necesita personal más cualificado o con algún nivel de especialización: No se debe de ignorar la importancia de la menor disponibilidad relativa de personal con alta formación como argumento explicativo de las mayores probabilidades de empleo para los niveles académicos más altos.

Los resultados regionales, por Estado federado, permiten constatar que las variables que con mayor frecuencia inciden en la probabilidad de desempleo son la edad, el sexo, y por último la educación. Es decir, otras características de los individuos tienen más importancia que su nivel educativo en la explicación de su situación en el mercado de trabajo.

No obstante, se dan tres situaciones entre los diferentes Estados federados:

  • a) Estados donde la variable educativa muestra una relación inversa con la probabilidad del desempleo: Aguascalientes, Baja California, Coahuila, Guanajuato y Jalisco;
  • b) entidades federativas en las cuales no hay una relación inversa entre educación y desempleo: Chiapas, Distrito Federal, México, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Tlaxcala y Veracruz, ya que los niveles superiores educativos presentan una alta probabilidad de desempleo;
  • c) Estados federados donde no hay evidencia de que la educación sea un determinante del desempleo: Nuevo León, Quintana Roo, Sonora y Tamaulipas.

Esta diversidad de situaciones obliga a definir políticas educativas particulares y también políticas de desarrollo territorial acordes con sus características sociales, educativas y productivas.El análisis intrarregional corrobora lo anterior ya que muestra una línea ascendente en el sentido de que a mayor educación mayor probabilidad de estar desempleado, que se trunca en el nivel de maestría. Los índices de maestría, doctorado y analfabetos y sin estudios son similares, es decir, se refleja una situación muy polarizada: los grupos extremos presentan una menor probabilidad de estar desempleados.

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