jueves,18 agosto 2022
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La Europa inteligente, sostenible e integradora del 2020

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Los tres adjetivos del título resumen las prioridades de Europa 2020, la nueva estrategia a largo plazo presentada el miércoles en Bruselas y que podría aprobarse durante la presidencia española. La propuesta ya ha recibido críticas por todas partes. No las voy a secundar, sobre todo en cuanto a la menor utilidad de un instrumento sin sanciones ni incentivos. Poco más puede hacer la UE con lo que llueve últimamente. Pero creo que esta vez sí lo hará, y mejor; se juega mucho y no tiene más remedio. Después de derrochar una de las mejores décadas de la historia económica con la fallida Estrategia de Lisboa del 2000 al 2010, ahora puede aprovechar la actual y quizá larga crisis para fortalecerse y empezar a gobernarse como una unión.

 

El más valioso de los mensajes de Barroso se ha centrado precisamente en las bondades de la unión para afrontar las dificultades. Efectivamente, junto a la reformulación de los objetivos, ahora hay un mayor deseo de gobernanza, al menos económica. A mi juicio, lo que no ha conseguido la economía, ni siquiera en esos años de bonanza, como los de 2003 a 2007, puede conseguirlo la política en otros de dificultades, cuando espabilas o mueres.

Era uno de lo muchos objetivos de la Estrategia de Lisboa promover la mayor integración política a través de la macroeconomía, el empleo y microeconomías como la reducción de costes de transacción y la mejora del medio ambiente.  Solo se ha logrado parcialmente, debido a la complejidad burocrática y a la consiguiente descoordinación. Ahora al menos parece registrarse propósito de la enmienda para coordinar esta Estrategia no solo con importantes instrumentos como los diversos fondos, sino con otras estrategias como el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, la Estrategia de Desarrollo Sostenible o la Agenda Social, amen de la integración del mercado financiero, en Lisboa olvidada y ahora muy llorada. Esta hubiera sido crucial para complementar al euro y evitar que sus tentaciones de relajo en la estabilidad y el crecimiento económico no nos empujaran sin protección alguna ante la crisis iniciada en verano hará tres años. Hemos tenido oportunidad de comprobarlo en España, uno de los países donde los bajos tipos de interés y el crecimiento del PIB más inflaron la burbuja inmobiliaria y el juego amplificador del ciclo de la construcción.

Aprender de los fracasos

Aunque la también llamada Agenda de Lisboa ha fracaso en su gran objetivo emblemático (convertir Europa del 2000 al 2010 en la mayor y mas dinámica economía del conocimiento del mundo, capaz de crecer de manera sostenible con más y mejores empleos y con mayor cohesión social, pero respetando el medio ambiente), así como en otros hoy muy vinculados al mismo (los de aproximar la productividad y el bienestar a niveles norteamericanos), sí ha tenido ciertos frutos en algunos otros importantes, como los de empleo, integración y cohesión. Algo se ha avanzado en estos, sobre todo hasta que llegó en verano del 2007 la crisis, cuyos efectos han sido profundos y sus consecuencias amenazas con ser duraderas. El PIB disminuyó un 4 % en 2009, el desempleo se acerca al 10 %, las finanzas públicas están destrozadas, con déficit que alcanzan el 7 % del PIB, y los niveles de deuda han aumentado un 20 % en dos años, dando al traste con 20 años de saneamiento.

Antes de volver a caer a consecuencia de la crisis, el empleo de la UE alcanzó el 66 % en 2008 , frente al 62 % del año 2000. También ha mejorado la participación femenina y hay avances en la digitalización. Pero la UE no ha logrado superar el crucial desfase de la productividad con respecto a los principales países industrializados, en parte por su mayor desfase en el empleo de servicios y, sobre todo, porque el gasto total en I+D, expresado como porcentaje del PIB, apenas mejoró marginalmente (del 1,82 % en 2000 al 1,9 % en 2008), cuando la gran meta era en situarlo en el 3%.

En su informe de evaluación de la Estrategia vencida (Lisbon strategy evaluation), la Comisión dice que ha contribuido a crear un amplio consenso sobre las reformas que necesita la UE y ha logrado beneficios concretos para los ciudadanos y empresas de la UE, aunque un mayor empleo no siempre ha logrado sacar a los ciudadanos de la pobreza. Pero las reformas estructurales han hecho a la economía de la UE más resistente y nos han ayudado a superar la borrasca. Sin embargo, la Estrategia de Lisboa no estaba suficientemente preparada para abordar parte de las causas de la crisis desde el principio. Si bien se avanzó mucho, el ritmo de ejecución de las reformas fue lento y desigual. No se ha reconocido suficientemente la importancia de la interdependencia en una economía estrechamente integrada, particularmente en la eurozona. Un vínculo más fuerte entre la Estrategia de Lisboa y otros instrumentos o medidas e iniciativas sectoriales de la UE habría mejorado su eficacia. La asignación de fondos estructurales ha ayudado a movilizar considerables inversiones para el crecimiento y el empleo, aunque queda mucho camino por recorrer. La asociación entre la UE y los Estados miembros ha sido generalmente una experiencia positiva. Pero la aplicación se ha resentido de unas estructuras de gobernanza débiles, por lo que las recomendaciones para cada país han tenido un impacto variable, aunque se ha intensificado el aprendizaje político y el intercambio de buenas prácticas. Y concluyen estas conclusiones que la comunicación de beneficios y de las consecuencias de la falta de reformas ha sido el talón de Aquiles de la Estrategia, aparte de que podrían haberse realizado más esfuerzos para reforzar la dimensión exterior y de la eurozona.

Llantos aparte, hasta Krugman,  aunque contagiado por las resistencias anglosanonas ante el euro, ha reconocido que Europa es un éxito económico, demostrativo de que la democracia social funciona, pues desde 1980 el PIB per cápita ha aumentado casi al mismo ritmo en EE UU. Conviene recordarlo en estos momentos de crisis y de acoso de los mercados a los  logros del proyecto europeo en la carne de algunos de sus países, quizá no para el derribo, pero sí para que ande tocado del ala por mucho tiempo. No nos engañemos: detrás de ese juego de los mercados y de las respuestas y ofrezcan los países y la propia UE está el futuro del Estado de Bienestar y la suerte política de Europa, el único conjunto de países donde se habia implantado y consolidado.

La función de producción de la nueva economía

¿Que propone la Comisión en su nuevo documento EU 2020 ? Quisiera resumir sus 42 primeros folios diciendo que una economía mas intensiva en conocimiento y menos en energía, derivada de sustituir la dependencia de los contaminantes combustibles fósiles por energías verdes que al tiempo generen un empujón tecnológico e industrial y de empleo. Se trata de objetivos generales que hubieran merecido una cuantificación, por ahora no incluida. Para ello trata de movilizar y coordinar los diversos recursos, políticas, fondos y programas de la UE, asi como crear mercados únicos, como por ejemplo los de digital, patentes, educación, cualificaciones y energía, que se intenta mas verde, generadores de más empleo y menos dependiente del exterior.

Todo ello va en la buena dirección de favorecer la nueva economía, esa que me gusta caracteriza como economía del conocimiento movido por la información, a diferencia de la economía tradicional, de la materia movida por la energía. Para ello, la nueva estrategia acierta al intentar mejorar las principales variables típicas de la función de producción, que pueden elevar el potencial de crecimiento europeo, ahora reducido como mucho al 2% por la crisis, frente al 3% anterior, logrado hasta el año 2007. En resumidas cuentas, lo que persigue Europa 2020 es aumentar las dotaciones de fuerza de trabajo, de capital y financiación, así como de tecnología, además de favorecer las relaciones económicas entre esos factores con mejores infraestructuras e instituciones. De ahí su apuesta por la gobernanza de lo económico.

Para reforzar la fuerza de trabajo, propone elevar la tasa de empleo al 75% (mediante, entre otras cosas, una mayor participación de las mujeres y los trabajadores más mayores y una mejor integración de los inmigrantes), mejorar la educación en sus diversos niveles y evitar que el abandono escolar engorde la llamada generación Nini. Ahora solo dos tercios de la población europea en edad laboral trabaja, en comparación con más del 70 % en Estados Unidos y Japón, mientras los niveles de empleo de mujeres y trabajadores mayores son particularmente bajos. En 2020, un total de 16 millones de puestos de trabajo suplementarios requerirán cualificaciones altas, mientras que la demanda de cualificaciones bajas caerá en 12 millones.

También es clara nuevamente en esta estrategia la apuesta por las tecnologías y la innovación. Ahora muestra preferencias por las tecnologías verdes, lo que es una loable novedad, aunque sin renunciar a las digitales, que se intensificaran con objetivos muy concrentis en aspectos como universalizar el 2020 la internet de 30 megas, hoy limitada a pocos privilegiados y de pago.

Menos claras son las medidas dirigidas reforzar las dotaciones de capital y financiación,aunque se apuesta más claramente que antes por la industria y la financiacioin a las PYMES. Si existe el propósito genérico de mejorar el acceso al capital y facilitar tambien el acceso de las inversiones al apoyo público, al capital de riesgo y a la financiación para investigación y desarrollo. La Comisión anuncia que propondrá medidas para desarrollar soluciones innovadoras de financiación con el fin de apoyar los objetivos de Europa 2020, entre ellas mayor efectividad y eficacia del presupuesto existente de la UE y un marco reglamentario que convierta a los mercados financieros en efectivos y seguros. También anuncia, como parte del futuro plan de investigación e innovación, una iniciativa con el BEI/FEI a fin de reunir capital adicional para la financiación de negocios innovadores y crecientes.

En cuanto a las infraestructuras, si bien se reconoce que algunos Estados miembros tienen ahora más dificultades a la hora de asignar fondos suficientes a las más básicas en ámbitos como el transporte y la energía, la Comisión dice que la UE debería mantener su liderazgo en el mercado de tecnologías verdes, eliminando los cuellos de botella en infraestructuras de red claves e impulsando así la competitividad industrial.

Para utilizar mas eficazmente los recursos, indica que los Estados deberán desarrollar infraestructuras de transporte y energía inteligentes, modernizadas y totalmente interconectadas y usar plenamente las TIC, así como garantizar una aplicación coordinada de proyectos de infraestructura como parte de la red básica de la UE, que contribuyan prominentemente a la eficacia del sistema general de transporte de la UE. También un marco jurídico para coordinar las obras públicas y reducir los costes de ampliación de las redes. También propone elaborar estrategias para una internet de alta velocidad y centrar la financiación pública, incluidos los fondos estructurales, en ámbitos no cubiertos totalmente por las inversiones privadas, al igual que establecer un marco jurídico para coordinar las obras públicas y reducir los costes de ampliación de las redes, y promover el despliegue y uso de servicios en línea modernos (por ejemplo: Administración electrónica, salud en línea, hogar inteligente, cualificaciones digitales, seguridad). Además, la Comisión anuncia una iniciativa para mejorar las redes de Europa, incluidas las redes transeuropeas de energía, con el fin de constituir una «superred» europea, «redes inteligentes» e interconexiones, en particular de las fuentes de energía renovable a la red (con el apoyo de los Fondos Estructurales y del BEI). Esto incluye la promoción de proyectos de infraestructura de gran importancia estratégica para la UE en el Mar Báltico, los Balcanes, el Mediterráneo y Eurasia. Asimismo, se dispone a garantizar que las redes de transporte y logísticas permitan a la industria de la Unión tener un acceso efectivo al mercado único y al mercado internacional, así como a financiar inversiones clave en redes transfronterizas de energía y transporte.

Por ultimo, en el ámbito de las instituciones, además de promover la cooperación reforzada entre las del mercado de trabajo, como los servicios públicos de empleo de los Estados miembros, Europa 2020 intentará fortalecer la gobernanza de las instituciones financieras, a fin de abordar las debilidades detectadas durante la crisis en la identificación de riesgos y de gestión. Barroso dice en su introducción a la nueva Estrategia que, “para alcanzar el éxito, es indispensable que las instituciones y los líderes europeos hagan suyos estos objetivos. Nuestro nuevo orden del día requiere una respuesta europea coordinada, que incluya a los interlocutores sociales y la sociedad civil. Si actuamos juntos, podemos reaccionar y salir de la crisis más fuertes. Tenemos las nuevas herramientas y la nueva ambición”. Una sus objetivos es que la Unión Europea, los Estados miembros y las regiones expliquen claramente por qué las reformas son necesarias e inevitables para mantener la calidad de vida y consolidar los modelos sociales.

La Estrategia de Lisboa se puso en marcha en 2000 como respuesta a los desafíos de la globalización y del envejecimiento, para lo que la UE debía aumentar su productividad y competitividad frente a una competencia global cada vez más fuerte. Hoy esos desafíos se han acentuado porque, además de no haberse reducido el desfase europeo, la competencia de los países emergentes es también cada vez mas fuerte, y sobre todo el contexto de crisis financiera dificulta las respuesta. Esta no solo complica la financiación privada, sino la pública, pues el fuerte endeudamiento de familias y empresas ha sido sustituido por mayor endeudamiento público para evitar caer en la depresión. Pero existen todavía algunos márgenes: mientras en EE.UU. la deuda alcanza el 83% del PIB y en Japón llega al 190%, en la Unión Monetaria Europa apenas ronda el 78%.

Por ello, esta primera propuesta de la Comisión  tras un proceso de consultas no ignora las carencias y problemas actuales que frenan el mermado PIB potencial, dependientes en gran parte de los países miembro, por lo que propone reforzar las políticas e instrumentos clave, como el mercado único, el presupuesto y la agenda exterior de la UE, además de superar la actual crisis financiera con la definición de una estrategia creíble y la reforma del sistema financiero basada en “una aplicación plena y oportuna de los compromisos del G-20″, además de proseguir un saneamiento inteligente de las finanzas públicas para un crecimiento a largo plazo. Respecto al mercado unico del siglo XXI, dice por ejemplo que la plena aplicación de la Directiva de Servicios ya en vigor podría incrementar el comercio de servicios en un 45 % y las inversiones extranjeras directas en un 25 %, lo que equivaldría a un incremento de entre el 0,5 y el 1,5 % del PIB para centrarse en los objetivos de Europa 2020. Además de anunciar que propondrá medidas para solventar los problemas detectados en el mercado único, dice que el saneamiento presupuestario y la viabilidad financiera a largo plazo necesitarán venir acompañadas de importantes reformas estructurales, en especial de las pensiones, la atención sanitaria, la protección social y los sistemas educativos. “La propia Administración Pública debería aprovechar esta situación como oportunidad para incrementar la eficacia y calidad del servicio. La política de contrataciones públicas debe garantizar un uso más eficaz de los fondos públicos y los mercados públicos deben seguir teniendo una dimensión que abarque a toda la UE”, dice.

Resumen oficial

En su presentación, consta de las tres prioridades (crecimiento inteligente, sostenible e integrador), cinco objetivos, y siete iniciativas emblemáticas. Los cinco objetivos son: La tasa de empleo de la población de entre 20 y 64 años debería pasar del actual 69 % a, como mínimo, el 75 %; Alcanzar el objetivo de invertir el 3 % del PIB en I+D, en particular mejorando las condiciones para la inversión en I+D por parte del sector privado y desarrollando un nuevo indicador que haga un seguimiento de la innovación; Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20 % en comparación con los niveles de 1990, incrementar el porcentaje de las energías renovables en nuestro consumo final de energía al 20 % y aumentar un 20 % la eficacia en el uso de la energía; Reducir el porcentaje de abandono escolar al 10 % desde el actual 15 % e incrementar el porcentaje de personas de entre 30 y 34 años con estudios superiores completos del 31 % a, como mínimo, un 40 %, y Reducir el número de europeos que viven por debajo del umbral nacional de pobreza en un 25 %, liberando de la pobreza a 20 millones de personas.

La prioridad de crecimiento inteligente consta de tres iniciativas emblemáticas: «Unión por la innovación», destinada a mejorar las condiciones generales y de acceso a la financiación investigación e innovación con el fin de reforzar la cadena de innovación e impulsar los niveles de inversión en toda la Unión.; «Juventud en movimiento», para reforzar los resultados de los sistemas educativos y consolidar el atractivo internacional de la educación superior europea, y «Una agenda digital para Europa», que intenta acelerar la implantación de internet de alta velocidad y beneficiarse de un mercado único digital para familias y empresas.

Igualmente, la prioridad de crecimiento sostenible cuenta con dos iniciativas emblemática de la UE: una de clima, energía y movilizar («Una Europa que aproveche eficazmente los recursos»), con el fin de ayudar a desligar crecimiento económico y uso de recursos, reduciendo las emisiones de carbono de nuestra economía, incrementando el uso de energías renovables, modernizando nuestro sector del transporte y promoviendo un uso eficaz de la energía; y otra de competitividad («Una política industrial para la era de la mundialización»), orientada a mejorar el entorno empresarial, especialmente para las PYME, y apoyar el desarrollo de una base industrial fuerte y sostenible que pueda competir mundialmente.

Por último, la iniciativa de crecimiento integrador está formada por dos iniciativas. Una, de empleo y cualificaciones ( «Una agenda para nuevas cualificaciones y empleos»), destinada a modernizar los mercados laborales facilitando la movilidad de los trabajadores y el desarrollo de cualificaciones a lo largo de la vida, con el fin de incrementar la participación en el empleo y de adecuar mejor la oferta a la demanda. La otra, de lucha contra la pobreza («Plataforma europea contra la pobreza»), con el fin de garantizar la cohesión social y territorial de tal forma que los beneficios del crecimiento y del empleo lleguen a todos y de que las personas afectadas por la pobreza y la exclusión social puedan vivir con dignidad y participar activamente en la sociedad.

Calendario

El calendario abierto por la presentación de objetivos por Barroso el pasado miércoles incluye lograr un acuerdo sobre el enfoque general y elección de los objetivos principales en el próximo Consejo de Ministros de primavera, a celebrar a finales de marzo. La aprobación de toda la Estrategia Europa 2020, validación de los objetivos UE y nacionales y adopción de las directrices integradas está `prevista para el Consejo de junio, también durante la presidencia española. Entre ambos consejos, la Comisión propondrá las directrices integradas al Parlamento, que debatirá sobre ellas y el conjunto de la Estrategia para que luego un Consejo de Ministros intermedio realice el refinado de los parámetros fundamentales (objetivos UE y nacionales, iniciativas emblemáticas y directrices integradas). Tras el Consejo de junio, la Comisión fijará las directrices operativas para las siguientes etapas y el Consejo de otoño discutirá a fondo sobre un asunto temático seleccionado (por ejemplo, el I+D+i), para que luego finalmente los Estados miembros dela UE presenten a finales de año sus programas de estabilidad y convergencia y los consiguientes programas nacionales de reforma incluyendo tales objetivos y directrices. E

stos programas serán sometidos a un informe anual en la Cumbre Europea de primavera, tras lo que el Consejo de Ministros revisará las propuestas de recomendaciones de la Comisión y el Parlamento Europeo debatirá en pleno y adoptará una resolución antes de que el Consejo Europeo de primavera evalué los avances y orientaciones estratégicas, para que finalmente los Estados miembros, Comisión Europea y Consejo realicen su seguimiento de las recomendaciones, apliquen las reforma e informen sobre ellas. El año 2012 y siguientes se seguirá el mismo procedimiento, con atención especial a la supervisión de los avances.

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