viernes,19 agosto 2022
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Julio Somoano, periodista autor de ´Deslenguados´

«La excesiva influencia de la cultura anglosajona y la falta de conocimiento de nuestro idioma son los principales males de nuestra lengua»

ibercampus.info
¿Se dice clicar o cliquear? ¿Pósteres o pósters?¿Cuál es la diferencia entre «con que», «conque» y «con qué»?Los políticos nos hacen víctimas de lo políticamente correcto; los periodistas deportivos nos inundan de tópicos; los ejecutivos abusan de los anglicismos, las nuevas tecnologías están expandiendo el lenguaje de los SMS… Julio Somoano nos descubre en ´Deslenguados´ (Temas de Hoy) cómo es el español del siglo XXI y el que nos espera en un futuro. Ibercampus ha charlado con su autor para saber cómo usar correctamente nuestro idioma.

 

P.- ¿Qué podemos encontrarnos en este libro?

R.- Una forma amena y divertida de darle un repaso a los fallos más repetidos y simpáticos en los que los hispanohablantes caemos en directo. También explico cómo es el español del siglo xxi y el que nos espera en un futuro, teniendo en cuenta las nuevas formas de comunicarse de los jóvenes. Especialmente internet y el lenguaje abreviado de los SMS.

P.- ¿Eso es malo para nuestro idioma?

R.- No, en absoluto. Es malo si no somos conscientes de que la lengua tiene diferentes registros. No es lo mismo escribir un SMS que redactar una solicitud formal. Si dominamos todos los registros, nuestro español será más rico. Si nos creemos que nos basta con abreviar palabras, nuestra forma de comunicación será cada vez más pobre.

P.- ¿Cuáles son los males que padece la lengua en estos momentos?

R.- La excesiva influencia de la cultura anglosajona y la falta de conocimiento de nuestro idioma. La primera ha desencadenado una invasión de los anglicismos sin precedentes, y la multiplicación de otros fenómenos, como los sesquipedalismos y los eufemismos. Y el desconocimiento de nuestra lengua ha promovido un abuso de los tópicos y los malapropismos.

P.- Los tópicos ya sabemos lo que son, pero ¿los malapropismos?

R.- Es un fenómeno divertido aunque preocupante cuando se extiende. La confusión entre dos palabras que se parecen fonéticamente (en su sonido) y a veces semánticamente (en su significado). ¿Te acuerdas de Sofía Mazagatos, que no quería estar en el candelabro, en vez del candelero? Pues eso. Escuchamos en la calle: “¡Cuánto dinero tienen! ¡Nadan en la ambulancia!” o “Ese señor es más viejo que Jerusalén!”

P.- ¿Y los sesquipedalismos?

Son derivaciones innecesarias de una palabra hortera para acabar siendo lo mismo. Queda mucho más profesional que, cuando vas a un banco, te aperturen una cuenta en vez de abrirla; o que en los hoteles te recepcionen, en vez de recibirte; o que te arreglen unas tuberías obstruccionadas, en vez de obstruir. Así te cobran más. A fuerza de darle patadas al idioma.

P.- Decía que los anglicismos nos están invadiendo.

R.- Sin duda.

P.- Eso no es bueno, ¿no?

R.- Vamos a ver. Es bueno cualquier nuevo término que aporte un nuevo significado o matiz. Los que arrinconan palabras españolas porque suenan a inglés nos hacen un flaco favor. Fijaos en la influencia del inglés que hemos pasado de copiar las estructuras de las propias palabras inglesas (lifting, piercing, marketing, mobbing, mailing, training, footing, spinning, zapping, doping…) a inventarnos términos españoles con esas estructuras, como puenting o balconing, que en inglés no significan nada.

P.- ¿Los eufemismos nos ha invadido?

R.- Sin duda. Desde la antigüedad hemos utilizado los eufemismos para paliar situaciones de apuro, como la muerte -pasó a mejor vida, se fue al cielo…- o la fealdad –es una bellísima persona…-. Hace unos años se puso de moda echarle una capa de barniz a los nombres de las profesiones -la enfermera era ATS y el carcelero, funcionario de instituciones penitenciarias-. Pero en los últimos años nuestros dirigentes han pasado de este intento de edulcorar la realidad a intentar que viviésemos en otra completamente diferente.

P.- ¿Por ejemplo?

R.- Pues las pateras han pasado a ser cayucos; los minipisos, soluciones habitacionales; los padres, progenitores A y B; la mi parlamentaria, geometría variable… Y luego está la crisis. Los políticos han intentado convencernos de que los parados son oferentes de empleo; la subida de impuestos, un pequeño incremento moderado de la presión fiscal; y la crisis… para no decir la palabra crisis tengo más de treinta expresiones anotadas, como enfriamiento de la economía, turbulencias pasajeras, fase bajista del ciclo, período de dificultades,  situación adversa, período de ajuste…

P.- ¿Qué consejo le daría a los universitarios para hablar mejor? 

R.- Les daría tres. Analizar con objetividad cómo hablamos. Además, tener curiosidad por conocer nuevas palabras y buscar los significados de las que desconocemos. Hoy en día es muy cómodo con la página web de la Real Academia (www.rae.es);  y el tercero: leer ‘Deslenguados’.

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