Así, durante ocho semanas se hizo un seguimiento a mujeres obesas de entre 26 y 38 años, a las que se asignaron dos dietas hipocalóricas, de forma que uno de los grupos obtenía el 5% de la energía total a partir de la fruta, mientras que en el otro, el porcentaje ascendía al 15%.
Según el catedrático Alfredo Martínez, «no se apreciaron diferencias en la pérdida de peso, una media de 7 kilos en ambos grupos. Pero en las que consumieron más fruta disminuyeron los marcadores en la sangre para los radicales libres, que pueden contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares».
De este modo, el estudio señala que sustancias como las vitaminas C y E, ayudan a combatir el daño celular y que su contenido en fibra reduce el colesterol.
Los autores del trabajo, Alfredo Martínez, Dolores Parra y Ana Belén Crujeiras, creen que sus beneficios suponen una estrategia útil en el diseño de dietas bajas en calorías que «además de bajar el peso palíen los riesgos asociados a la obesidad, entre ellos la diabetes, la aterosclerosis y las dolencias cardiovasculares».