viernes,19 agosto 2022
Espacio euroiberoamericano de diálogo sobre la innovación social, profesional y académica
InicioSociedad, Política y SostenibilidadPolíticas y ODSLa huelga del profesorado evitó una catástrofe aún mayor en la Universidad
11-M

La huelga del profesorado evitó una catástrofe aún mayor en la Universidad

el mundo
Trece personas vinculadas con los campus madrileños fallecieron en los atentados del 11-M. Estudiaban o trabajaban en la Autónoma, la Complutense, la Politécnica, Alcalá y las Pontificias de Salamanca y Comillas. La hora de las explosiones y el paro de los profesores asociados evitaron que hubiera .

Al igual que muchas empresas e instituciones, las universidades madrileñas han hecho cuentas para conocer cuántas de las víctimas mortales de los atentados terroristas del pasado 11 de marzo se dirigían a sus dependencias o habían estado recientemente vinculadas a ellas. En total, son 13 las personas que ponen nombre al luto y al dolor de los campus españoles.

La cifra pudo haber sido mayor, ya que los trenes que recorren el Corredor del Henares suelen ir atestatos de estudiantes que se dirigen a las aulas madrileñas. Sin embargo, dos circunstancias se aliaron con los universitarios. Por un lado, la huelga convocada por los profesores asociados de la Comunidad de Madrid en defensa de diversas reivindicaciones económicas disuadió a muchos estudiantes de acudir a clase. Por otro, la hora en que se produjeron las explosiones (a partir de las 7.40), era aún demasiado temprana para el alumnado, que suele iniciar su jornada lectiva a partir de las 9.00.

John Jairo Ramírez Bedoya era un jardinero de origen peruano que se encaminaba a la Universidad Autónoma cuando perdió la vida. Su muerte ha dejado a su familia en una situación económica precaria, por lo que la comunidad encabezada por el rector Ángel Gabilondo se están planteando la posibilidad de hacer una colecta entre sus miembros.

John Jairo es una de las tres víctimas de esta institución, junto con Alberto Arenas Barroso, estudiante de cuarto curso de un título propio de Gestión Aeronáutica, y Sara Encinas Soriano, alumna de tercero de Derecho.

La Universidad de Alcalá, la ciudad de donde partieron los trenes, llora la muerte de dos de sus antiguos alumnos. Uno de ellos es David Vilela, empleado de la Biblioteca Nacional y titulado en la Escuela taller de Biblioteconomía y Documentación de la institución cervantina. La otra es Inés Novellón Martínez, diplomada en Enfermería.

Otros cuatro fallecidos se cuentan entre el personal de la Universidad Complutense. Juan Carlos del Amo Aguado era investigador de la Facultad de Químicas; María Teresa González Grande, limpiadora en la de Físicas; Milagros Calvo García, estudiante de quinto de Derecho; y Angélica González García, segundo de Filología.

La Universidad Politécnica de Madrid ha perdido a dos estudiantes. María Fernández del Amo estudiaba cuarto de Ingeniería Superior Industrial y Óscar Abril Alegre era alumno del Instituto Nacional de Educación Física (INEF).

La lista de víctimas mortales se completa con otros dos nombres. La Universidad Pontificia Comillas ha perdido a Sara Centenera Montalvo, que había empezado este año a estudiar la carrera de Fisioterapia. Rodrigo Cabrero Pérez, estaba cursando segundo de Informática en el campus que la Pontificia de Salamanca tiene en la Comunidad de Madrid.

Mejor suerte corrieron los que lograron sobrevivir a los atentados y que actualmente se encuentran heridos de diversa gravedad. Entre ellos se encuentra Claudia Zelene Bonilla, alumna de Químicas en Alcalá, que está hospitalizada con una fractura en la mandíbula. El bedel Alipio Burdiel también vive para contarlo.

Como cada mañana, Burdiel cogió el tren que le conducía a su puesto de trabajo, en el Rectorado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). La fortuna quiso que saliera ileso en la primera explosión, registrada en la Estación de Atocha.

Aturdido por el golpe en la cabeza que sufrió al caer en el suelo como consecuencia de la onda expansiva y aterrado ante la posibilidad de que pudiera repetirse un atentado similar en el metro, Alipio Burdiel recorrió a pie la distancia que separa la estación de la sede de la UNED en la calle Bravo Murillo.

La Universidad Autónoma fue una de las que más heridos registró. Concretamente fueron tres: Carlos Montorio, técnico de laboratorio del departamento de Química-Física aplicada; Fernando Escaso Soriano, estudiante de Paleontología, y Susana Vilar, miembro del personal de administración.

LA UNIVERSIDAD SE VOLCÓ. En la Politécnica hubo dos estudiantes heridos: Juan Gallardo Pérez y Alberto Calvo, alumnos de primer y tercer curso del INEF, respectivamente. La lista de heridos la completa Beatriz Miras Gutiérrez, alumno de primero de Traducción de la Pontificia Comillas. Esta triste relación de muertos y heridos hubiera sido motivo suficiente para explicar la sacudida que experimentó la Universidad española el pasado jueves y una muestra de la confusión y el horror que cundieron en los campus de Madrid. No obstante, la reacción de las universidades fue de solidaridad y apoyo altruista a víctimas y familiares.

Las universidades recordaron su papel de abanderadas de la libertad, la razón y la democracia. Pocas horas después de los atentados, comenzaron a hacerse públicos los comunicados y las reacciones de todas las universidades del país. Las notas comunes fueron el pésame a las víctimas, la suspensión de la actividad académica, banderas a media asta y la convocatoria de concentraciones de repulsa.

Nadie quiso dejar de manifestar su rechazo hacia la violencia terrorista por mucho que la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) hubieran difundido un comunicado común a todas ellas. En él, la asociación presidida por el rector de la Universidad de Oviedo, Juan Vázquez, declaraba lo siguiente: «Ante el brutal atentado terrorista perpetrado en Madrid queremos, en primer lugar, expresar nuestra solidaridad con las víctimas y sus familias; hoy y mañana serán jornadas de luto en las univesidades españolas».

VALORES DEMOCRÁTICOS. Se generalizaba, así, una decisión que, para entonces, ya había adoptado la Universidad de Córdoba. El comunicado de los rectores continuaba execrando el atentado. «Condenamos enérgicamente esta acción asesina y ratificamos, aún más si cabe, nuestras convicciones en favor de los valores y los procesos democráticos», afirmaba. La CRUE expresaba su rechazo a «quienes actúan mediante el asesinato y la amenaza, con total desprecio a la vida y el dolor del otro e ignorando los más elementales derechos humanos».

Pero la intervención de los universitarios no se limitó al terreno de las palabras. En ese mismo comunicado, los rectores convocaban una concentración a las 12.00 horas del viernes en la puerta de todos los centros del país. Además, estudiantes madrileños de carreras como Medicina, Enfermería y Psicología prestaron toda su colaboración en la atención a los afectados.


APOYO PSICOLÓGICO DESDE LAS AULAS

Ofrecer atención psicológica a las víctimas y a sus familiares. Éste fue uno de los objetivos que se marcaron las universidades Complutense y Autónoma (Madrid) nada más conocer la noticia del atentado. A través de su página web, la Complutense facilitó una guía de auto-ayuda ante experiencias traumáticas. La Facultad de Psicología de la Autónoma, por su parte, puso en marcha un dispositivo de emergencia a través del cual los alumnos prestaron, voluntariamente, asistencia personalizada a los afectados.

De interés

Artículos Relacionados

Centro de preferencias de privacidad