jueves,18 agosto 2022
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Don Quijote

La Mancha de Don Quijote

Futurolandia
Don Quijote está de moda. Don Quijote es una referencia de pasado y de futuro. Algunos, con visión estrecha, tratan de apropiárselo como símbolo de conservadurismo radical o de progresismo social revolucionario. Pero es mucho más y hay que entenderlo y proyectarlo desde hace 500 años.

Releer el Quijote siempre es una nueva aventura y un aprendizaje continuo de los valores, costumbres, vida social y económica de la España rural de finales del siglo XVI. Tenía"morriña" de mis viajes al pasado, algunos ya compartidos con vosotros, y he decidido tener una conversación "virtual" con el mismo Don Quijote. Mi primer paso:compartir con mis seguidores unas breves notas sobre aquellos tiempos.

Las vivencias personales de Miguel de Cervantes (1547-1616) son el telón de fondo de las imaginativas aventuras y reflexiones de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha,que publica en 1605, rondando ya los sesenta años de edad, con su segunda parte que aparece diez años después. El escritor que da el soplo de vida a Don Quijote y sus coetáneos, ha tenido una azarosa vida que incluye su participación en la Batalla de Lepanto (1571) con 24 años, cinco años de cautiverio en Argel (1575-80) y hasta un encarcelamiento en 1594.

Pero sus propias experiencias y, sobre todo, su libre imaginación constituyen la fértil tierra por la que se mueve Don Quijote,  recorriendo las anchas tierras de La Mancha que abarcaban, principalmente, las provincias de Toledo, Albacete y Ciudad Real (su capital cuando se constituye jurídicamente esta región a finales del XVII).

Nuestro hidalgo se mueve por amplios campos salpicados de pequeñas ciudades de 1.000 o 2.000 vecinos censados, como Almagro, Daimiel, Villanueva de los Infantes, Campo de Criptana, Valdepeñas o El Toboso de su idealizada Dulcinea. Toledo y Ciudad Real son las más pobladas, aunque  sólo la primera, como antigua capital de Castilla, supera los 10.000 vecinos, según el Censo de 1591.

Camino de El Toboso, Don Quijote inicia sus aventuras por los campos de La Mancha desde Puerto Lápice: Casi todo aquel día caminó sin acontecerle cosa que de contar fuese, de lo cual se desesperaba, porque quisiera topar luego con quien hacer experiencia del valor de su fuerte brazo. Autores hay que dicen que la primera aventura que le avino fue la de Puerto Lápice; otros dicen que la de los molinos de viento; pero lo que yo he podido averiguar…es que él anduvo todo aquel día y, al anochecer, su rocín y él se hallaron cansados y muertos de hambre; y que, mirando a todas partes por ver si descubriría algún castillo o alguna majada de pastores…vió una venta.

Tomando las fronteras más amplias de esa  Mancha de Don Quijote,  podían convivir entre medio y  un millón de habitantes en  unas tierras de  300 kms. de este a oeste y 180 kms. de norte a sur, incluyendo extensas zonas como los Campos de Calatrava (Almagro), los Campos de Montiel (Infantes) o la Sierra de Alcaraz, ya en tierras de Albacete.

Los censos de población de la época suelen referirse a vecinos pecheros, cabezas de familia que pagan impuestos. Por tanto, para calcular la población real hay que multiplicar estos pecheros por el número de miembros de la familia y sumar todos los excluidos de impuestos: nobleza, clero, pobres, mendigos vagabundos, esclavos o moriscos (hasta su expulsión definitiva en 1609).

Los vecinos pecheros las provincias de Toledo y Ciudad Real (realmente capital y municipios cercanos)  eran, respectivamente 52.000 y 2.000, pero su población real (almas, según lenguaje de la época) ya ascendían a 260.000 y 10.000 en cada caso, es decir del orden de cinco veces los pecheros. Podemos añadir cerca de 100.000 habitantes ("almas") en tierras de Campo de Calatrava, 175.ooo en terrenos del Arzobispado de Toledo, 35.000 en Campo de Montiel y otra cifra similar en la sierra de Alcaraz.

Como referencia,  en la Salamanca de finales del XVI, con 25.000 habitantes, sólo había 3.000 pecheros, pero superaban los 7.000 estudiantes y los 1.000 hidalgos como nuestro Don Quijote. Los marginales excluidos de los censos por su pobreza y desarraigo podían alcanzar e incluso superar el 20% de la población realmente residente en algunas ciudades o pueblos.

Los nobles de la época (alrededor del 3% de la población en el conjunto de España) gozan de una situación jurídica excepcional con exención de impuestos y control de cargos públicos, ejército y Ordenes Militares. La alta nobleza (como los Duques de Alba) tienen grandes posesiones repartidas por todo el país. La nobleza intermedia corresponde a viejos linajes, pero también a ricos caballeros en tierras y rebaños de ovejas que han comprado sus títulos.

El peldaño más bajo de la nobleza lo integran los hidalgos, muchos de los cuales vivían el mundo rural, con escasas rentas e incluso ejerciendo servicios (escribanos, contadores, mayordomos,…) para las capas superiores. Como nos cuenta el propio Don Quijote sus escasas rentas apenas le dan para un discreto sustento: Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos (huevos y tocino) los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda.

También el clero se repartía por niveles muy diferentes de riqueza y poder. El alto clero (obispos, canónigos, abades y priores de los grandes monasterios) provenía muchas veces de la nobleza y poseía extensas propiedades. El bajo clero sobrevivía en pueblos y aldeas con escasa formación y poder sólo local. Sin embargo el Cura del lugar de Don Quijote era hombre docto, graduado en Sigüenza.

Mientras, la Santa Inquisición seguía con sus estrictas prohibiciones y su persecución a cualquier desviacionismo religioso. Se llega a prohibir a los españoles ir a estudiar a universidades extranjeras, se amplia el Indice de Libros Prohibidos y se llega a procesar al arzobispo de Toledo, Bartolomé de Carranza, o a Fray Luis de León por defender una interpretación bíblica abierta.

En una de sus aventuras Don Quijote y Sancho Panza se enfrentan a la estricta justicia de la época, liberando a los presos para deshacer fuerzas y socorrer y acudir a los miserables,según sus oficios de caballero y escudero:

Por el camino que llevaban venían doce hombres a pié, ensartados como cuentas en una gran cadena de hierro, por los cuellos y todos con esposas en las manos. Venían asimismo con ellos dos hombres de a caballo y dos de a pie con escopetas de rueda, dardos y espadas…Es una cadena de galeotes, gente forzada del Rey, que va a galeras

Los pecheros más acaudalados eran, habitualmente, agricultores y ganaderos con grandes propiedades, rebaños y poder para controlar ayuntamientos y comunidades de vecinos, como auténticos oligarcas locales. Aparte de artesanos y comerciantes de muy diverso nivel y poder, el pueblo llano estaba formado por agricultores, jornaleros y otros trabajadores del campo, con los que habitualmente se encuentra Don Quijote en sus andanzas.

A pesar de que nuestro ingenioso hidalgo no para de moverse por sendas y caminos de La Mancha, lo habitual era que sus habitantes no salieran de las estrechas fronteras de sus aldeas. Andando, en burro o a caballo, distancias de más de 30 kms necesitaban de un día de marcha y acertar con una venta o casa donde comer y descansar, con peligros en el recorrido y dificultades y costes relativamente elevados.

Testimonios de algunos viajeros describen la dura jornada de camino que termina en una venta perdida en el campo, rodeados de perros flacos, mulas, cerdos y gallinas esqueléticas, donde apenas pueden comer, si espantan las moscas, y dormir entre animales devorados por las chinches. En la España de finales del XVI era habitual que los viajeros pidieran, en las ventas y mesones modestos, media con limpio, es decir. cama compartida con alguien no demasiado sucio para contagiar pulgas, piojos o cualquier enfermedad.

Cuando Don Quijote llega a una venta que él imagina castillo,  le ofrecen camas que serán duras peñas y su dormir siempre velar. De cenar trújole una porción del mal remojado y peor cocido bacalao y un pan tan negro y mugriento como sus armas.

Aquí paro por el momento. Dedicaré una segunda parte a los aspectos más económicos de aquella época, incluyendo algunas referencias a monedas y precios, rentas, comercio e intereses. Aunque la verdad es que Don Quijote no parece muy docto en estas cuestiones.Después trataré de conversar virtualmente con nuestro hidalgo.

Antonio Pulido http://www.twitter.com/@PsrA

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