Son 133.200 menos que en el segundo trimestre de 2019. Pero recordemos que en el mismo periodo de 2020 la pérdida interanual alcanzó los 1,2 millones de euros. Es decir, se ha recuperado el 93% de esa destrucción de empleo.
Y es que estos últimos han registrado históricamente una tasa de empleo muy inferiores a la del resto (fenómeno conocido como edadismo) si bien desde la crisis financiera el empleo juvenil empezó a desplomarse de una manera que la pandemia no ha hecho más que prolongar.
Hasta el punto de que desde el primer trimestre de 2020 se acumula el periodo más largo de la serie histórica (seis trimestres consecutivos) con una tasa de empleo de los menores de 25 años menor que la de los mayores de 55.
¿Se invierte el edadismo?
En los primeros años de la recuperación de la crisis anterior, a partir de 2013, se produjeron episodios similares de dos o tres trimestres, si bien coincidieron con un momento en el que el empleo empezaba a consolidar una tendencia alcista.
Además, la brecha en la tasa de empleo apenas superaba unas décimas, muy inferior a las registrada a partir de 2020.
En cualquier caso, la evolución de la tasa de empleo es un negativo de la de desempleo-
Desde la crisis financiera no ha hecho más que incrementar la distancia entre los menores de 25 que quieren trabajar y no pueden y el resto de trabajadores.
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Influyen en esta evolución factores como la reducción del abandono escolar temprano, para los jóvenes, y las restricciones a las prejubilaciones y jubilaciones anticipadas en el caso de los seniors.
Otra explicación sería que las sucesivas reformas educativas, sobre todo en el ámbito de la formación profesional, no han sido eficaces.
Pero no explican por sí mismas la contundencia de un ajuste que muestra que, al contrario de lo que recomiendan todos los análisis en futuro del empleo, nuestro modelo labora no sólo no reduce la discriminación laboral por edad, sino que la amplía.
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