Quizás el programa que de dicha asignatura no fue inteligentemente planteado, pues se incluyeron temas que aún no habían madurado en la sociedad. Tal vez le faltó una planificación más eficiente para conseguir resultados en el futuro. Espero que ahora vuelva a ser un producto electoral, pero me temo que dada la escasa cultura que los españoles tenemos sobre conceptos tan básicos como qué es el Hombre se convierta en un tema polémico, pues por desconocido será muy manipulable.
El Premio Nobel de Física Albert Einstein su libro Out my late years (Science y Religión) decía: “Pero la ciencia puede ser creada solamente por aquellos que están completamente imbuidos de una aspiración a la verdad y a la comprensión. Los sentimientos de este tipo, sin embargo, nacen de la esfera de la religión. A ella pertenece también la Fe en la posibilidad de que las reglas válidas para el mundo de la existencia sean reglas racionales, esto es, comprensibles por el mundo de la razón. No puedo concebir un científico genuino sin esta profunda Fe. La situación puede expresarse por medio de una imagen: la ciencia sin religión está coja y la religión sin ciencia está ciega”. Ya que avanzamos hacia la compresión, y quizás en años hacia la posibilidad de movernos por el Universo, tendrían que explicarnos científicamente, en la medida de lo posible, qué es el Hombre y su pertenencia educativa a una ampliación teológica que podríamos denominar Cosmoteología, rompiendo así una serie de tabúes que mantienen encadenados al ser humano a los principios de la famosa Cueva plutoniana.
Los nuevos conocimientos hacen avanzar la comprensión de la ciencia, y por tanto muchas teorías que, en su momento, respondían a las preguntas humanas. Pero la adaptación a una nueva situación hace revisar los programas pedagógicos que tienen como objetivo la formación universal del ser humano, El poeta gallego Celso Emilio Ferreiro en O sono sulagado, proclamaba:” ¿Tú no sabes que tengo otras preguntas/ -garras sangrientas sobre mi garganta-/ y nadie me contesta?”. Circunstancia que puede suceder si no se enfrentan los programadores a la realidad que se avecina.
Por todo lo anterior soy partidario de la enseñanza de la religión en la escuela desde dimensiones claramente explicativas con las que se responda a la cuestión “qué es el Hombre”. Como afirmaba Ludwig Feuerbach en Das Wesen des Chistentums: “El hombre es el principio de la religión; el hombre es el centro de la religión; el hombre es el fin de la religión”.
Ya es hora de que se aplique a la educación el principio anterior y se pongan de acuerdo en el tipo de enseñanza que se debe hacer en la escuela, de tal manera que se amplíe la capacidad de comprensión del ser humano, y no tengamos que vivir la barbarie actual que producen aquellos que entienden la religión como un mecanismo de poder y de dominio.
Creo que el actual Papa quiere ir por ese camino, pero no sé si la curia romana se lo permitirá, pues está sujeto a dimensiones que pueden afectar a la estructura actual vaticana, que en tiempos pasado aplicó la misma política, desde el Pacto de Milán, a sus creyentes. ¿Qué es el hombre?