jueves,18 agosto 2022
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Benoît Coeuré

«La situación es tan grave que hacen falta todos los instrumentos diponibles»

Redacción
Tiempos espartanos, incluso para los banqueros centrales. El presidente del BCE, Mario Draghi, vuela a veces con Ryanair. Y su mano izquierda, el francés Benoît Coeuré, acude sin corbata a la cita con CincoDías. Quizá porque es viernes (5 de septiembre). l día antes, el BCE ha sacudido los mercados con una rebaja de tipos (hasta el 0,05%) y con un plan de compra de activos que pretende evitar la tercera recesión de la zona euro en seis años.

Las previsiones del BCE han empeorado. ¿Tienen algo más en la recámara por si fallan las medidas aprobadas hasta ahora?

 El jueves se tomaron nuevas medidas y no puedo especular sobre qué se puede hacer en el futuro. Las proyecciones de los expertos del BCE para 2014 y 2015 se han revisado a la baja, tanto en crecimiento como en inflación, y el consejo de gobierno también ve que los riesgos para el crecimiento son a la baja. El crecimiento ha perdido impulso en el segundo trimestre y queremos evitar que esa debilidad alimente una caída de la inversión y desencadene un círculo vicioso. Además, hemos visto recientemente un cambio en las expectativas de inflación, que se han alejado más del 2%.

“España es un ejemplo para el resto de la zona euro”

 ¿No es un poco tarde para darse cuenta de eso?

Tenemos que decidir basándonos en datos. Y hasta el verano, había expectativas de que el crecimiento en la zona euro se estaba acelerando. Después llegaron otros datos más preocupantes que mostraban que existía el riesgo de perder impulso.

Aun así, las medidas no se han aprobado por unanimidad. ¿Quién votó en contra?

No comentamos al respecto. Ya sabe que a partir de enero empezaremos a publicar las actas de nuestras reuniones. Pero incluso entonces se ha decidido no dar los detalles de la votación.

¿Puede producirse alguna dimisión en el consejo como en 2010 y 2011 cuando se aprobaron los programas de compra de deuda pública?

Entonces, la zona euro estaba sometida a una gran presión debido a la gravedad de la crisis. Existía el riesgo de una ruptura del euro y el BCE afrontaba decisiones muy difíciles a este respecto.Hoy no estamos en una situación comparable. Tenemos un crecimiento bajo y una inflación baja y poco crédito. Son grandes retos, pero forman parte del debate de política monetaria normal. Y no veo grandes diferencias entre los gobernadores en el análisis de la situación. La discusión del jueves giró más sobre la conveniencia de esperar o no a tener más datos antes de reaccionar. Pero no veo grandes diferencias de fondo en este momento.

El BCE inunda de liquidez el mercado. Pero difícilmente habrá demanda de crédito sin empleo o con salarios de los años ochenta.

La gente acabará teniendo trabajo si las empresas fabrican buenos productos y ofrecen buenos servicios y hay clientes para comprarlos. La política monetaria puede ayudar proporcionando liquidez suficiente y dirigiéndola hacia donde sea más necesaria. Ese es el objetivo de las medidas adoptadas en junio, con las TLTRO, y de las anunciadas el jueves, con el programa de compra de activos del sector privado. Queremos que la liquidez sea suficientemente amplia y que el balance del BCE vuelva a los niveles anteriores [hasta tres billones de euros desde dos billones de euros en la actualidad]. Y hacerlo de manera que sea útil para la economía. Por eso no es una expansión cuantitativa [QE o quantitative easing], sino que está condicionado y destinado a facilitar el flujo del crédito. En cierto modo, lo describiría como una expansión cualitativa y no cuantitativa.

De todos modos, no debemos caer en un debate sobre terminología. En el BCE no creemos en divinas palabras, sean QE u otras. Lo que queremos es diseñar una política monetaria que sea efectiva en la coyuntura actual y para la estructura económica de Europa. Por eso la expansión monetaria del BCE es inevitablemente diferente de lo que se ha hecho en EE UU o en Reino Unido. Estamos en otro momento y las estructuras económicas son muy diferentes. De hecho, no podemos extraer demasiadas lecciones de lo que han hecho otros porque nuestra situación es diferente.

Se les acusa de crear una burbuja, especialmente en deuda pública.

Es cierto que estamos en un momento de enorme liquidez, a nivel mundial y de la zona euro. Y con primas de riesgo muy bajas en toda clase de activos, no solo en deuda pública. Eso requiere mucha vigilancia, por parte de los inversores y de las autoridades para evitar que provoque una asunción excesiva de riesgos. Y va a ser muy importante la vigilancia macroeconómica porque en los próximos años la liquidez va a seguir siendo muy abundante.

España está emitiendo bonos con tipos de interés bajo mínimos, pero en 10 años afrontará vencimientos enormes. ¿Qué pasará entonces?

 es ningún misterio: la sostenibilidad de la deuda depende de una política fiscal saneada y España está camino de lograrla. Se tarda, pero España ya ha hecho grandes progresos en la reducción del déficit. La tarea no ha concluido y debe continuar hasta llegar al equilibro. Y eso requiere también tener un crecimiento importante del PIB nominal.

La contribución del BCE a esa sostenibilidad es acercar la inflación al 2%, como dice nuestromandato. Pero a largo plazo, lo más importante es el crecimiento real y eso solo se consigue aumentado la productividad. De modo que la únicamanera de garantizar la sostenibilidad de la deuda es elevar la productividad, invertir y aumentar la tasa de actividad.

Esos factores no están. Apenas hay crecimiento, ni inversión ni empleo.

Soy consciente de que la situación continúa siendo muy difícil en España y de que los españoles han sufrido mucho para reducir los desequilibrios y aplicar las reformas. Pero pueden estar seguros de que España ha pasado página y de que las perspectivas vuelven a ser positivas. Eso animará a las empresas a invertir y a contratar de nuevo, no solo a las españolas sino también a las extranjeras.

En cierto modo, España puede ser un ejemplo no solo para otros países que han sido golpeados por la crisis sino también para otros países grandes y del núcleo duro de la UE que no han sido tan activos en reformar sus economías. España es un ejemplo de que, a través de las reformas, se pueden corregir los desequilibrios y salir del bache.

 Pero la opinión pública protesta en varios países de Europa.

Se trata de un aviso a los dirigentes de que cuando se reforma una economía resulta clave la distribución de la carga y del esfuerzo. Las protestas sociales nos recuerdan que no se puede reformar una economía cargando todo el esfuerzo en los trabajadores y en las partes más frágiles de la población.

¿Qué reformas urgen?

Depende del país. La CE ya hace recomendaciones que difieren de un país a otro. Lo preocupante, como reconoce la Comisión, es que esas recomendaciones no se suelen cumplir. Sería deseable que los países se las tomaran en serio.

 ¿Estaría a favor de los contratos vinculantes que propone la canciller Angela Merkel?

Los contratos son una forma de hacerlo. Pero, a título personal, pienso que es mejor mantenerse dentro del marco europeo. Debe ser una discusión multilateral y no bilateral entre la Comisión y cada Estado miembro. Debería haber una soberanía compartida en materia de reformas estructurales porque hay un interés común.

Fuente: Cinco Días

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