La razón es que el anquilosado sistema educativo indio es incapaz de financiar unos estudios universitarios que son clave para la economía del país. India está creciendo a un ritmo del 9% anual y ese crecimiento demanda cada vez más talento que, a tenor de las quejas de los responsables empresariales, el sistema vigente no está en condiciones de proporcionar. Por ejemplo, sólo el 8% de la población en edad de cursar estudios universitarios está matriculada.
La salida a cotizar de la Universidad de Bombay no es, de momento, más que una intención que tendrá que superar muchos obstáculos legales antes de hacerse realidad, pero que los responsables de una universidad pública se planteen esa posibilidad es el mejor ejemplo de la pujanza de un país y explica por qué las empresas indias cada vez tienen más peso en el mundo. La búsqueda de talento y su formación siempre tienen réditos.