jueves,18 agosto 2022
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Vueltas al conocimiento

Las asesinadas de segunda categoría

Vueltas al conocimiento
¿Por qué algunos muertos logran impactar más que otros en los medios de comunicación? ¿Alguien se cree que es sólo un problema de proximidad geográfica o de mayor riqueza o notoriedad de los finados? ¿Por qué las mujeres asesinadas por violencia de género ya no ocupan el lugar que les corresponde en los medios a pesar de que éstos estén en tiempo de pantano informativo? Y ¿Por qué los Gobiernos incumplen y han incumplido la prescripción de implementar medidas preventivas contra esta violencia?
“La información se guía por redes de poder”, afirma Miguel Angel Bastenier, uno de los  gurús del periodismo en España, en su Twitter con ocasión de explicar por qué  150 muertos en Kenia importan menos en Europa que 13 en París. Y efectivamente, las mujeres españolas lo sabemos muy bien, pues si no cómo explicar que esta  semana pasada,  Semana Santa, en la  que  es más que notorio que los medios de comunicación están ávidos de noticias, se haya despreciado  informativamente, nada más y nada menos,  dar cuenta de manera efectiva de las seis víctimas seis por violencia de género.

Desde luego ninguno de los motivos que añade Bastenier parece encajar para  explicar  esas diferencias jerárquicas ante la muerte, entre otras cosas porque sus explicaciones sólo se refieren a  los conflictos internacionales, como si dentro de nuestro propio país este hecho no se produjera. Veamos, ni el argumento de preferir  la proximidad  frente a la lejanía geográfica en la elección de los sucesos, las seis  vivían en nuestro territorio, y ni la calidad de la información, pues en este caso no hay que acudir a agencias foráneas para saber, justifican la “jerarquía de la muerte”, un término que usan los medios anglosajones para  dar cuenta del fenómeno.

Está claro que el poder llámese el que mueve los medios o el que sujeta al Estado no tiene el mismo aprecio cuando los muertos son varones o mujeres.  A estas alturas ya sé que algunos pensarán: “ya estamos con lo mismo…”. Pero más cansadas estamos algunas de predicar en este desierto  lleno de cadáveres que va dejando año tras año la violencia de género.

Los Gobiernos de turno “hacen que hacen”, efectivamente, pero más que mostrar ocultan las auténticas dimensiones del fenómeno. Ahí están los resultados de la Macroencuesta de Violencia de contra la Mujer  2015 que casualmente aparecieron también en esta semana fatídica presentados por el propio Ministro de  Servicios Sociales e Igualdad. Si bien la nueva Macroencuesta ha procedido a cambiar (por mandato de Naciones Unidas, claro)  de manera importante algunas informaciones que se recogían de manera “chapucera” en las Macroencuestas anteriores, aún sigue  siendo una investigación con algo más que lagunas metodológicas a las que responder desde el rigor de la medición científica (véase mi artículo Meta-análisis de las investigaciones sobre la violencia de género: el Estado produciendo conocimiento”. Cuando menos es más que sospechosa esta paradoja estatal: por un lado, parece que nuestro particular leviatán se preocupa de conocer las cifras del problema, pero, por otro lado se cruza de brazos ante esta violencia. ¿Se sabe de alguna medida preventiva al respecto? No, no busquen, no existe ni una a pesar de que la famosa   Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género así lo prescribe. (faarranz@ucm.es)

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