jueves,18 agosto 2022
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Las rebajas se anticipan en España

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No entiendan este título como rebajas de precios ni de acciones bursátiles. Al contrario, estas se han revalorizado por tercera semana consecutiva hasta sumar el +12,2% (firmeza desconocida desde antes del verano) y la inflación sube en España más que en la media de la Unión Europea. Todo ello hace mayor entre nosotros el ajuste de rentas. Lo rebajado esta semana han sido nuevamente las previsiones de crecimiento económico y de empleo para el 2012, así como las calificaciones de dos de las tres grandes agencias (Fich el 7 de octubre y Standard & Poors el viernes 13).

 

Los mercados de valores no se han dejado impresionar como otras veces por estas evaluaciones, aunque el resultado conjunto de esa diversidad de noticias es que la economía nacional enfila el último trimestre y el próximo año algo peor de lo previsto en los términos reales que mas importan al conjunto de los ciudadanos. También en algunos términos financieros, como el déficit y la deuda pública; solo el primero se ha deteriorado cerca de 13.000 millones de euros (más del 1% del PIB) por efecto de la suspensión de las privatizaciones de loterías y aeropuertos, sin contar con el derrotero autonómico. Pero la vicepresidenta económica,  Elena Salgado, ha dicho que España cumplirá con la UE el objetivo de rebajarlo al 6% porque dispone de 4.000 millones extras para cerrar el año debido por mitades a la venta del espectro radioeléctrico y al menor pago de intereses de la deuda. ¿Quien se acuerdan ya del coro de analistas y supuestos expertos que aseguraban que la subida de intereses sometería a España a la intervención  internacional? Pero lo peor del persistente deterioro en la actividad y expectativas económicas desde la pasada primavera es que quienes tendrían que financiar los déficits de ahorro público o privado (la banca nacional y extranjera) han empeorado sus propias expectativas, por lo que la restricción crediticia e incluso las demanda de capital privado o publico para la propia banca serán mayores en los próximos meses, y quizá años.

¿Cómo se guisan todos esos y otros empeoramientos con el hecho de que las bolsas lleven al alza tres semanas consecutivas? Al margen de que el ciclo bursátil suele anticiparse cada vez más al de la economía real, lo que básicamente ha empeorado no es tanto la economía española como el ciclo económico internacional. Menos mal que a estas alturas algo se han despejado las incertidumbres en el gobierno de la eurozona, de la UE y de la economía mundial, a la espera de lo que suceda el 2 y 3 de diciembre con el G-20 de Cannes. Pero en España el exceso de gasto sobre la producción es cada vez menor, por lo que prosigue sus importantes ajustes para depender menos del ahorro exterior y más del interior.

Buena parte de esta mejora en el déficit exterior español obedece a que la estructura económica española tiende a acentuar tanto las alzas como las recesiones europeas; crece más en las bonanzas y menos en las recesiones o desaceleraciones, como la actual.  Casi nadie recuerda ya que nuestro déficit por cuenta corriente y la consiguiente necesidad de importar capitales exteriores batía así récords mundiales de casi el 12% del PIB a principios del 2008. Ahora, al paso que lleva, en varios años más de crisis será eliminado ese déficit. Hace varias semanas se publicó que hasta agosto apenas suma 25.000 millones de euros, equivalente en términos anuales a menos del 4% del PIB:  El aumento de las exportaciones reduce un 15,8% el déficit, mientras el déficit exterior de Estados Unidos permanece estable y el déficit comercial de la zona del euro creció un 56%.

Menos PIB potencial, algo más de confianza política

Mientras nuestras exportaciones crezcan así más que las importaciones, España impulsará su recuperación en el exterior. El problema es que tanto ajuste al mismo tiempo, sumado a la mencionada vulnerabilidad estructural de España, en cuanto que amplifica los ciclos internacionales, han mermado nuestro PIB potencial. La Eurozona creció el año pasado el 1,6%, tasa similar a la esperada para el próximo, aunque puede acabar este año por encima del 2% debido al impulso de Alemania y Francia, mientras España decreció el 0,1% durante el 2010 (lo mismo que ahora esperan la mayoría de los analistas para el año próximo), sin que parezca que vaya a cerrar el presente año ni siquiera en el 0,7% o 0,8% esperado últimamente. De los 33 países desarrollados,  los índices adelantados de la OCDE acaban de pronosticar que sólo Japón podría vivir una cierta recuperación, en tanto Estados Unidos, Alemania y Rusia prosiguen en una “fuerte” tendencia a la desaceleración. Pero al menos estos tres siguen algo por encima de la tendencia previa, al contrario que el conjunto de la eurozona. En los 17 países que la integran, el nivel 100 marcado por la tendencia a largo plazo estaba en enero en 104 puntos y desde entonces ha caído cada mes, hasta los 99,8 de finales de agosto. He ahí en gran parte el coste de convertir la política en mayor peligro económico.

Pese a ese ambiente, menos enrarecido desde que Eslovaquia anunciaba que se suma a 16 parlamentos que ratifican los acuerdos para reforzar el mecanismo de rescates de deudas públicas y quizá también de bancos, no es de extrañar que las cotizaciones de los bancos reciban con menos pesimismo la posibilidad de que la autoridad bancaria europea (EBA) vaya a elevar el umbral de exigencias de capital del 5% al 9%, la falta de detalles sobre el plan de recapitalización  de las entidades financieras más expuestas a la deuda helena, el que el BCE mostrara ayer su reticencia a las quitas de deuda europea y otras noticias que señalan todavía un largo camino para despejar el futuro de la eurozona y su gobierno. Más extrañará el que entre los analistas abunden las opiniones de que, cuando este rebote bursátil termine, vendrá otro período de debilidad, más virulento que el anterior. Uno de ellos decía ayer: “si en esta primera fase de debilidad bursátil se ha visto a grandes bancos europeos desplomarse, en la próxima fase los veremos nacionalizarse, con todo lo que ello significa para los  yields (rendimientos) de deuda pública, los CDS (seguros de crédito) y la volatilidad.” ¿Acaso ignoran el compromiso político europeo, anunciado el jueves por Durao Barroso, de cómo ese nuevo mecanismo contribuirá a la recapitalización del sector bancario y a “intervenir en los mercados secundarios para evitar el contagio” si previamente fallan los mercados y los países?. Tienen la pauta en las cajas de ahorros españolas: primero se las obliga a buscar capital en los mercados, si no lo consiguen se las interviene con recursos y capitales públicos, aunque el objetivo final es encontrar un comprador privado. Solo cuando el proceso no funcione habrá recurso (igualmente condicionado a los necesarios ajustes, como es ya norma) al nuevo Fondo europeo, adelantado de mediados de 2013 a mediados del 2012.

Sin embargo, quedan por despejarse algunas de las incertidumbres que han afectado los últimos meses a España, la eurozona y al conjunto de la economía mundial. Entre nosotros hay recalcitrantes en el objetivo de demostrar plásticamente que “España está intervenida”; aunque esa especie no cala desde que otros países e incluso Italia lo llevan peor, llevó hace días al portavoz europeo del FMI,  Borges, a admitir la posibilidad de que España necesite de ese Fondo, inmediatamente desmentida. Ahora la pelota, como si estuviéramos ante la película ‘inmobiliria II’, ha pasado a los 224.000 millones de deuda pública europea que tiene la banca española en sus carteras. Habrá todavía que sufrir las próximas semanas la incertidumbre de ver por qué porcentaje de quita se inclina el nuevo Fondo europeo en el caso de Grecia, cuya deuda ha pasado durante el verano desde un descuento por el mercado del 20% a más del 50%. Las primeras estimaciones indican que si la EBA pone un capital del 7% a la banca europea, la banca española necesitaría otros 4.000 millones y las cajas otros 10.000. No parece que sean cifras inasumibles por los mercados ni por el Estado o el nuevo Fondo aunque en vez del 7% salte otros dos puntos adicionales, al 9%.

A la espera del Consejo Europeo y del G-20

En cualquier caso, la decisión no será solo de la eurozona o europea, como corresponde a un mundo interdependiente y que se la juega en ello. Junto a esas incógnitas pesan también las de si el conjunto de la economía mundial avanzará en gobierno o en desgobierno, como los dos últimos años; si de la crisis banca II y pasamos a acentuar la cooperación o reforzar la todavía encubierta guerra de capitales y divisas, respuesta que depende en gran parte de la actitud de los países emergentes, aunque también de unos EEUU más cómodos con la liberalización total de capitales europea e incómodos con el nuevo intento europeo de imponerles una tasa. Precisamente este fin de semana empezarán a despejarse, tras la reunión de dos días de los Ministros de Finanzas del G20 y de los gobernadores de sus bancos centrales. Tienen que preparar la próxima Cumbre oficial del G20 (cerca del 85% del PIB mundial), los días 3 y 4 de noviembre.

Allí se debatirán las diferentes propuestas abiertas para solucionar la crisis de deuda europea, todavía discutidas hoy entre Barroso Sarkozy, presidente rotatorio del G 20: aumentar la dotación del fondo de rescate europeo, el apalancamiento del mismo y una participación del sector privado en el segundo rescate a Grecia mayor de la propuesta en julio  (21%). También se debatirá la compra de deuda europea por parte del FMI y la recapitalización de la banca europea. Previamente, en el Consejo Europeo del 23 de octubre deberían cerrarse estos acuerdos para presentar un plan de actuación definitivo en la cumbre oficial del G20 de los días 3 y 4 de noviembre. Además, la U.E. está estudiando la posibilidad que el citado Fondo europeo (FEEF) garantice entre un 20% y un 40% de las pérdidas de los bonos soberanos, en vez de comprarlos directamente en el mercado (como hace el BCE), lo que transmitiría confianza a los inversores. Esta posibilidad también será debatida hoy y en la cumbre de jefes de Gobierno del 23 de octubre.

 

 

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