jueves,18 agosto 2022
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Fernando G. Urbaneja, premio APM y expresidente de esta:

Las redacciones de la prensa española son poco insurrectas,y menos participativas

Redacción
´Las redacciones deberían ser un poco más insurrectas y mucho más participativas´, son sus palabras originales. La Asociación de la Prensa de Madrid ha concedido el Premio APM de Honor 2015 a su expresidente, por su trayectoria profesional. Titulado en Periodismo y en Ciencias Políticas, ha pasado por todo tipo de medios en los que "ha dejado una reconocida huella profesional", según la reseña y entrevista realizada por Xose Martin y publicada por la web de la Asociación de periodistas.

Además de presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid y de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, recuerda el entrevistador desde la web de la APM, en sus más de 45 años de trayectoria, González Urbaneja ha sido fundador y redactor jefe de la sección de economía del diario "El País”, director del semanario "Cambio 16", director y presentador de Noticias en "Antena 3 TV" y director del diario económico "Cinco Días". Es un galardón con el que se valora su independencia, su faceta emprendedora y capacidad de gestor de medios, así como de promotor de iniciativas en defensa de la ética y deontología de nuestro oficio. En este campo, González Urbaneja impulsó la creación de la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología del Periodismo, que hace varios años recibió diversas críticas, por las que Ibercampus lanzó una petición publica en change.org que fue suscrita en varias semanas por casi 3.000 personas.

– ¿Qué supone para usted recibir el Premio APM de Honor?

Una alegría y una satisfacción. Siempre ha sido un premio singular porque te lo otorgan tus compañeros. Es un premio que tiene su regustillo porque tienes la sensación de que hay un grupo de compañeros que aprecian tu trabajo y eso es grande.

– El jurado reconoce con este galardón “su larga trayectoria profesional desarrollada en todo tipo de medios, en los que ha dejado una reconocida huella profesional”. ¿Qué siente cuando mira hacia atrás?

Que han pasado muchos años. Este oficio no se deja nunca porque es imposible. Uno quiere escribir siempre y yo quiero escribir todos los días. Digamos que tengo más satisfacción en el hecho de escribir que en el hecho, incluso, de publicar. Una vez publicado, ya no me interesa. Me interesa el hecho de trasladar a un papel o a un soporte digital una visión y una apreciación de las cosas. Aunque este oficio no se deja nunca, es cierto que hay que poner punto y final. Entre otras cosas, porque tiene que haber un tránsito generacional.

 Entonces, ¿este galardón supone un punto y final?

No, el punto y final ya lo puse hace un año. [En el sentido] de que no voy a estar implicado en una aventura de alta intensidad. Voy a seguir escribiendo donde pueda y siempre que me pidan algo diré que sí, salvo que tenga objeciones de otra naturaleza.

– Comenzó en este oficio hace más de 45 años. ¿En qué cree que ha cambiado la profesión periodística? 

En todo y en nada. En todo, porque todo se ha complicado. Hace cincuenta años el mundo era más sencillito y más fácil de explicar. Además, ha cambiado más la profesión porque ahora también hay más medios, más profesionales y muchas más oportunidades. Todo es distinto. Todo va más deprisa y todo es más complicado. Sin embargo, no ha cambiado nada en que la naturaleza sigue siendo la misma. El periodismo profesional es lo mismo: es tratar de explicar a la gente lo que ocurre y que les pueda interesar. Hacerlo con pasión, interés y explicarlo bien.

El mundo de internet lo ha cambiado todo, pero no ha cambiado nada. Sostengo que internet ha venido para salvarnos, para darnos más oportunidades, pero por el camino nos ha creado muchos problemas. También es cierto que buena parte de los problemas se deben a que el mundo editor está en estado de confusión. Lo han hecho muy mal en los últimos diez años. No se han enterado de nada y por eso estamos tan mal.

Los periodistas hemos hecho, generalmente, un buen trabajo, y los jóvenes más meritorio porque se lo hemos puesto dificilísimo. Hemos hecho una inserción que es una porquería: no formamos, no ayudamos a la gente a incorporarse, no les trasladamos la experiencia y, a pesar de eso, se hace buen periodismo. 

– ¿Quiere decir que se realiza mejor periodismo en la actualidad?

Creo que sí. A veces, he releído cosas. No hace mucho releí el primer número de “El País” y yo, que escribí en ese número y vi las páginas de las que yo era responsable, me parecieron una cosa infantil, comparadas con las páginas de hoy.

Con este premio también se ha valorado su independencia a lo largo de toda su carrera. ¿Qué significa verdaderamente ser independiente?

He tratado de ser yo mismo toda mi vida y por eso de algunos sitios me he despedido y de otros me han despedido. Siempre he sido leal porque no me ha gustado nunca armar follón. Siempre he entendido que el que te contrata tiene derecho a despedirte el mismo día que te contrata. Ser independiente es ser leal a uno mismo, a tu propia conciencia. Ser independiente no es armar follón ni armar jarana. Ser independiente es que cuando te encuentras con personas de las cuales has escrito bien, mal o regular te siguen saludando.

– Además de esa lealtad que comenta, ¿qué conlleva ser independiente?

Dormir bien por la noche… (risas). Es muy importante. Si no duermes bien por la noche, trabajas muy mal por el día.

– ¿Y llevar publicidad es sinónimo de pérdida de independencia?

No. Los periódicos se han nutrido de una financiación mixta (lectores y anunciantes). No hay ningún anunciante que realmente condicione. Por ejemplo, el primer anunciante de “Cinco Días”, que suponía un 15%, nos retiró toda la publicidad porque no le gustaba lo que escribíamos y no sufrimos nada. Es más, nos dio un puntito de “¡hombre, vamos a hacerlo mejor!” Al anunciante, aquella pataleta le duró poco. 

– En la actualidad, una de las principales causas de la imagen negativa de los periodistas en la sociedad es la falta de independencia. ¿Qué se está haciendo mal?

Lo que estamos haciendo mal es el cierto conformismo. Echo de menos en las redacciones dos cosas: un nivel mayor de transgresión, con esto me refiero a forzar a tu director a ir más lejos de lo que iría. [En segundo lugar], veo poco diálogo en las redacciones y muy poca autocrítica. Por ejemplo, la práctica de las rectificaciones en la prensa española es deplorable y eso demuestra que falta algo en lo que es el fundamento de la profesión. Esta es una profesión en la que te equivocas y, ante la equivocación, no tienes más remedio que la rectificación inmediata. Eso lo hacemos mal. Creo que las redacciones deberían ser un poco más insurrectas y, al mismo tiempo, mucho más participativas. Eso es un problema de los directores. La redacción participativa la tiene que promover el director.

– Pero, ¿hay esperanza?

Sí, tengo mucha. Es más, creo que estamos en la víspera de una resurrección del mejor periodismo, que es el que corresponde a una sociedad tan complicada, tan exigente y tan confusa como la actual.

Esta falta de independencia que acusa la sociedad ha provocado una falta de credibilidad. ¿Cómo se recupera la credibilidad perdida?

Haciendo las cosas bien todos los días. Se recupera lentamente y se pierde como un incendio o un vendaval. 

– Otro mal de la profesión es la precariedad laboral…

Los responsables de la precariedad son los malos editores. Los editores que no creen en el valor de esta profesión, en la creatividad y en lo importante que es generar estabilidad para que de esta surja lo mejor del ser humano.

– Esta precariedad está provocando una desilusión entre los periodistas…

La oferta que estamos haciendo a los jóvenes es de mierda. No podemos ofrecer salarios miserables e inserciones larguísimas o no inserciones. La debilidad del contrato en la profesión es letal. Para no ofrecer a un profesional una carrera profesional es mejor no ofrecer nada. Esa temporalidad y esa precariedad va en contra del producto y, por tanto, en contra del editor, un editor que se da patadas en su culo.

– El galardón también reconoce su labor como promotor de iniciativas en defensa de la ética y deontología del periodismo. ¿Es partidario de que los profesionales se autorregulen o de la creación de leyes que los regulen? ¿Por qué?

Siempre he sido partidario de la autorregulación y he actuado en consecuencia y con coherencia. Pensaba que la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología del Periodismo tenía que nacer despacio, tenía que ir construyendo una doctrina, una práctica y creo que se ha hecho demasiado despacio, pero ahí está. Además, sirve. Tengo algunos testimonios de que sirve. Lo que pasa es que la experiencia inglesa con el caso Murdoch nos dejó a todos con la sensación de que la autorregulación requiere que la gente quiera autorregularse. Cuando la gente no quiere autorregularse, no sirve de nada. A pesar de que la filosofía de la primera enmienda de la Constitución norteamericana es que la libertad de expresión no es regulable y que la mejor ley es ninguna, la complejidad del mundo actual requiere que creemos un marco referencia de la profesión donde tengamos que dar más explicaciones y donde tengamos que vigilar la transparencia. No tenemos transparencia, no somos transparentes y hay demasiado intermediario, correvedile, manipulador…

– Y, ¿qué se puede hacer contra eso?

Hay que crear más incompatibilidades y más explícitas. Cuando criticamos las puertas giratorias de los políticos y pedimos incompatibilidades, para esta profesión, que gestiona la reputación de las personas y de las instituciones, hay que pedir también un componente de delimitación o de explicación mayor. No sabría decirte cómo, pero me gustaría, al menos, provocar el debate.

– Ya que has nombrado a los políticos, en junio se volverán a celebrar elecciones generales, ¿cree que llegará el día en el que cesará el control político de la información electoral?

Es muy difícil, porque las ganas de meter las manos en los medios, de una u otra forma, es incontrolable. Tenemos que poner más distancia con los políticos.

Para esta campaña he decidido desconectar. No me interesa nada lo que me vayan a decir o hacer los mismos señores que ya se  han pronunciado. Espero que después de las elecciones, esto empiece a armarse. Hay que tomar distancia y ser mucho más críticos. No darles tanta cancha, es decir, hay que dar cancha a un político cuando dice algo interesante. El total o el canutazo de cada día es una catástrofe.

 

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