Los presupuestos de 2009 quiebran la racha de “subidas espectaculares” en el capítulo de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) de la anterior legislatura, resumió su presidente, Joan Guinovart, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular. Y están a distancia sideral del 16% de subida anual comprometida en el VI Plan Nacional de I+D+i (2008-2011). Partidas como la de la sociedad de la información recibirán casi un 50% menos que en 2008.
El Gobierno ha añadido a última hora la “propina” del Plan E contra la crisis, pero los científicos temen que ese incremento no se tenga en cuenta al calcular la futura inversión en I+D+i y los presupuestos de 2010 vuelvan a estancarse. “Este ´no incremento´ preocupa porque puede suponer incumplir los planes y compromisos del Plan Nacional y limitar la actividad investigadora, uno de los pilares básicos para superar la crisis actual”, recalcó José de Nó, del Instituto de Automática Industrial del CSIC.
Además de la cantidad, también la calidad de esos fondos deja que desear. Por segundo año aumenta el peso de los créditos reembolsables (un 5,7% más) en detrimento de las subvenciones (bajan el 1,5%). Al final, dicen, parte de esos créditos no se utilizan por sus restricciones financieras y, por otro lado, se limita la capacidad de obtener financiación de los grupos investigadores “más libres y competitivos”, los que no tienen reservada una "parcela previa", explicó el matemático Juan Luis Vázquez, presidente de la Comisión de Estudio de la COSCE.
Nueva Ley de Ciencia, “timorata”
Tampoco le gusta a la Confederación el anteproyecto de la futura Ley de la Ciencia, llamada a sustituir a la de 1.986. Es “timorato”, señaló Vázquez. Creen que diagnostica bien los males estructurales del sistema español de ciencia y tecnología – rigidez laboral, burocracia, endogamia, funcionarización, desconexión del mundo económico, industrial y de servicios-, pero no acaba de meter a fondo el bisturí. “Tiene buena intención pero está verde”, añadió Vázquez.
España ha ascendido en los últimos años al décimo puesto mundial en I+D, aunque ha crecido a base de echar más michelín “que músculo”, y la futura ley debe apostar por la calidad y la competitividad emulando los esquemas que tan bien funcionan en países como Estados Unidos, Alemania y otros. Más ágiles en la concesión de fondos, en la movilidad de los ´cerebros´, y la rendición de cuentas sobre el buen uso de los fondos se hace a posteriori.
La COSCE cree además que el anteproyecto minusvalora el papel investigador de las universidades -de donde sale más de la mitad-, tiene lagunas financieras, no asegura una agencia de evaluación independiente y no ata la participación de las comunidades autónomas, de las que sale casi el 30% de los fondos públicos destinados a investigación en España.
La futura Ley de la Ciencia debe ser, dice la COSCE, el eje sobre el cual cimentar un “pacto de Estado” a largo plazo, sin banderas políticas ni pugnas entre administraciones. Es la apuesta de futuro para España, ahora que el ladrillo ha demostrado tener pies de barro, recalcan los científicos.