jueves,18 agosto 2022
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«Los de la universidad no dejamos de ser señoritos y flotaremos tras la crisis»

Redacción
El recién jubilado catedrático de la Universidad de Extremadura, Carlos Benítez, cuenta la luces y las sombras de que ha vivido y que sigue viviendo la Universidad

Oficialmente Carlos Benítez se ha jubilado como catedrático de la Universidad de Extremadura, sin embargo, todavía se le puede encontrar literalmente ´atrincherado´ en su mesa, tras un montón de libros y apuntes, en su despacho del departamento de Matemáticas de la facultad de Ciencias, en el campus de Badajoz. A sus 70 años, después de más de 30 de docencia en la UEx, le "han invitado" a retirarse, pero al veterano profesor le cuesta asumir este paso tan definitivo.

Ácrata e incómodo, no ha dudado todos estos años en criticar las cosas que ha considerado inadecuadas para la universidad, que ha visto crecer con la paciencia de un mentor, y en cuyo desarrollo ha contribuido con las exigencias propias de un matemático. Ha desempeñado diferentes cargos a lo largo de estos años. Llegó a presentarse a las elecciones de rector, ha sido uno de los miembros más respetados del Claustro y participó activamente en la elaboración de sus estatutos. Con ese bagaje en su haber y una capacidad de autocrítica encomiable analiza su paso por la UEx y su evolución a través de estos años.

El diario ´Hoy´ recoge una entrevista en homenaje a su larga carrera en la que no deja títere sin cabeza. 

¿En qué se diferencia la universidad a la que llegó de la que deja?

Aquella estaba naciendo, era todo muy emocionante porque estaba todo por hacer, de manera que cualquier cosa por la que se apostara cundía mucho. Ahora las cosas están terminadas. Y ese entusiasmo de entonces, digamos que está más paradito, para bien y para mal.

Se va en un momento difícil marcado por la crisis económica ¿Cómo ve la situación?

Lógicamente me preocupa que deje de llegar dinero para investigaciones que son muy necesarias y que ya están en marcha, sin embargo hay que reconocer que esas no son muchas. Aunque también admito que nuestra situación, comparada con otros males que atraviesa España, no es tan mala. Los de la universidad no dejamos de ser señoritos que volveremos a flotar una vez el país vuelva a hacerlo.

¿Cree que el Ejecutivo extremeño apoya suficientemente a su universidad?

De la universidad nadie se atreve a hablar bien… Y hacen bien. Todo lo contrario, nos critican por endogámicos… Nos ha pasado siempre, por suerte o por desgracia. Yo no he visto ningún apoyo por parte de la Junta en estos tiempos de crisis y entiendo que es un problema con el que tiene que lidiar el rector y su equipo económico, pero esas circunstancias no trascienden al resto del personal universitario. Nosotros, al menos los profesores, nos sentimos organismo autónomo para bien y para mal.

Usted criticó en su momento la mala relación entre la Universidad y la Junta, ¿sigue siendo así?

Quizás ha mejorado. Creo que ahora mismos los insultos se hacen de cara a la galería, para los medios de comunicación, pero ya no hay las agarradas que había entonces. Hace ya muchos años la Junta llegó a insinuar que el rector robaba… Hubo momentos muy agrios, pero porque Ibarra era muy chuleta y muy ignorante y se ponía muy burro porque en la Universidad no mandaba quien él decía. Yo de hecho creo que cuando me presenté a rector no salí elegido porque no fui a cumplimentar a Ibarra. Ahora reconozco que tal vez debería haberlo hecho. No por salir o no salir sino porque es lo mínimo que se debe hacer… Era el presidente. Y conste que yo fui consciente de la situación… Pero yo era muy chuleta, hasta un poco macarra

¿Se arrepiente de haberse presentado a aquellas elecciones?

Es difícil responder a eso. Lo cierto es que me lo tomé muy en serio y me lo trabajé. Aunque también sabía que de conseguirlo iba a estar un mes encantado y cuatro años jodido. Lo que no pensé fue en cómo me sentiría de no lograrlo y la verdad es que he de confesar que lo llevé muy mal. Estuve fastidiado casi un año, me supo mal, porque además perdí por seis votos.

Sin embargo ha desempeñado muchos y diferentes puestos de responsabilidad…

Sí, he sido de todo y de casi todo he dimitido. Fui el primer decano de Económicas y lo dejé al año y medio con toda la razón del mundo. Fui el director del departamento de Matemáticas durante 13 años, hasta que también dimití, porque como yo era ´malo´ tendían los rectores a identificar el departamento conmigo y como yo no quería perjudicarlo… Me quité también del medio. Fui vicedecano y lo dejé por razones serias… De manera que nunca me he aferrado a ningún cargo y me maravilla que la gente se mate por ellos, porque considero que son verdaderas cargas. La única vez que me he presentado a una elección fue a la de rector.

También a la de Defensor del Universitario, varias veces…

Bueno, eso es cierto, pero porque me engañaban y yo me dejaba. Yo tenía muchos votos en el Claustro y por eso cuando llegaba el día en que elegían al Defensor los compañeros me empujaban a presentarme sabiendo que no iba a ganar, porque era necesario lograr una mayoría de votos muy cualificada, casi imposible. Ahora han cambiado el número de votos necesarios… Digamos que prácticamente sale elegido quien quiere el rector, algo que no tiene sentido porque es precisamente contra él con quien en principio tendría que arremeter el Defensor en representación de los alumnos en caso de que fuera necesario.

Ahora por fin existe, ¿le parece un cargo necesario?

La persona que ocupa el cargo, Vidal Mateos, es muy amigo mío de siempre. Me consta que está trabajando como una fiera y estoy seguro que algo logrará porque su buena voluntad es grande. En este caso en particular creo en la persona, no en el cargo.

Ha sido usted una persona incómoda y crítica, ¿qué es lo peor que ha visto en los últimos años?

He visto cosas tremendas. Una de las últimas: el Plan Bolonia. La Universidad tiene que ser libre, mientras más, mejor. Lo que nos faltaba es que nos digan lo que tenemos que contar. Nunca me había ocurrido hasta entonces que me dieran un programa con lo que yo tenía que contar en mi asignatura. La Constitución habla de la libertad de cátedra y eso implica que yo soy el que decide. Me parece una total imbecilidad. Yo me negué en redondo. Fue una de mis últimas peleas.

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