jueves,18 agosto 2022
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Josep Borrell / Los libros de Catarata /

´Los Idus de Octubre´. Reflexiones sobre la crisis de la socialdemocracia y el futuro del PSOE

Redacción
"También los conspiradores contra César necesitaron justificarse con nobles razones patrióticas en aquellos idus de marzo que precipitaron a la Roma imperial a interminables guerras civiles", recuerda Borrell en este libro, en cuya presentación hizo este lunes un llamamiento al aparato del partido para que permita votar en libertad a los militantes en el proceso de primarias que culminará el próximo 21 de mayo. Antes, Díaz, Sánchez y López se medirán en un único debate el 15 de mayo en Ferraz.

El exministro, que apoya a la candidatura de Sánchez másallá de darle su aval, dedicó sus vacaciones de Semana Santa como profesor de la Universidad Complutense de Madrid a escribir sobre la crisis de la socialdemocracia y el futuro del PSOE, que a su juicio agrava el hecho de que la socialdemocracia europea pierde apoyo electoral, sufre una hemorragia militante, discrepancias ideológicas y divisiones internas. 

En este ensayo, Josep Borrell ofrece una detallada reflexión sobre un tema que conoce bien gracias a su formación académica y amplia trayectoria política. Combina el rigor de los datos y la precisión de la crónica con una sinceridad que le lleva a admitir que su partido “ha sufrido un gran fracaso colectivo como consecuencia de que los socialistas ‘no se han dicho la verdad’ con respecto a sus ambiciones personales y sus actitudes ante la formación de Gobierno”. La gravedad de los hechos ocurridos desde el Comité Federal del 1 de octubre del 2016 le lleva a equipararlo con los idus de marzo, cuando el asesinato del César sumió al Imperio romano en largas guerras civiles. Y desmonta las razones supuestamente patrióticas que, en la perspectiva de la cuestión catalana, se usaron para justificar la ofensiva contra la Ejecutiva de Pedro Sánchez. Analiza las disyuntivas a las que se enfrenta el PSOE desde el punto de vista del modelo de partido —más participativo y menos oligárquico—, del modelo de Estado en la perspectiva federal, en su capacidad de socializar la política y en su política de alianzas. Considera que la solución que se dé a la crisis tendrá consecuencias, no solo para el PSOE, sino para el futuro del país. Porque lo que está en juego es la elección entre dos modelos de partido y entre dos concepciones sobre cómo la socialdemocracia declinante puede reconquistar una mayoría social en sociedades que sufren el contrachoque de la globalización.

Inspirado según dice tras la lectura del libro de Jordi Sevilla ‘Vetos, pinzas y errores’, y espoleado por la “indignación” que le produjo lo dicho por Miguel Ángel Heredia, el hombre de Susana Díaz en el Congreso, que propagó el “bulo” de la llamada ‘Operación Frankenstein’, según la cual Pedro Sánchez había llegado a un acuerdo con Podemos y los independentistas para romper España (negada posteriormente por varios dirigentes socialistas), Borrell decidió poner negro sobre blanco sobre lo vivido en esos aciagos días de octubre.

La campaña de acoso y derribo contra Sánchez (“un secretario general condicionado y cuestionado”) orquestada desde diferentes medios, entre ellos El País; por periodistas de renombre como Iñaki Gabilondo; por distintos dirigentes territoriales y por el propio Felipe González, cuyo ataque a Sánchez -dice- “no tiene precedente”, también contribuyeron a que Borrell decidiera escribir este libro y presentarlo en pleno arranque de campaña a las primarias del 21 de mayo.

Borrell sitúa a Susana Díaz como la principal impulsora del primer gran golpe propinado a Sánchez cuando la mitad de su ejecutiva dimitió en bloque para forzar el cese del secretario general: “¿Cesado? Al secretario general del PSOE no se le cesa en titulares de prensa, solo puede hacerlo un Congreso o el Comité Federal por una moción de censura y tal cosa no ocurrió”, afirma.

Para el exministro “en el PSOE nos ha faltado decirnos la verdad”, la misma que según él evitó publicitar Susana Díaz y otros ‘barones’ al defender la abstención a Rajoy en privado y el ‘no es no’ en público. Borrell recuerda que fue un Comité Federal (9 de julio) el que respaldó la ya famosa postura defendida por Sánchez hasta la extenuación; como también la resolución con la que se ataba de manos y pies al secretario general al impedir un acuerdo con Podemos si la formación morada seguía reivindicando la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña, lo que no fue impedimento -subraya- para que se llegara a acuerdos en algunas comunidades y ayuntamientos. También se le negó negociar para salir investido con una hipotética abstención del PNV, los mismos que ahora han facilitado al Gobierno del PP la aprobación de los Presupuestos.

Las trabas a Sánchez fueron muchas; el objetivo -según Borrell, “era hacer cargar con el muerto a otro”, que Sánchez cargara a sus espaldas con la difícil cuestión de la abstención a efectos del electorado socialista. La propia Susana Díaz navegó durante semanas en esa ambigüedad (primero el “trilema”, después el “dilema”) llegando a decir que el apoyo del PSOE no iría “ni a Rajoy ni al PP, porque han hecho muchísimo daño y además es nuestro compromiso, la palabra que hemos dado a los ciudadanos”, para subrayar después que “con 85 diputados no se puede gobernar”.

Borrell también reprocha a la presidenta andaluza que no condenara lo dicho por Heredia en donde se implica incluso al secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, que airado tuvo que desmentirlo en un contundente comunicado; o que pasara por alto la esperpéntica imagen dada por la secretaria general del PSOE de Sevilla, Verónica Pérez, cuando el 29 de septiembre se presentó en Ferraz, rodeada de cámaras de prensa, clamando que era ahora la “única autoridad en el PSOE”.

Borrell da por bueno que Rubalcaba dimitió “empujado por Susana Díaz” y desmonta las rotundas declaraciones con las que Díaz sentenció los resultados obtenidos por Sánchez, “el peor resultado de la historia del PSOE” cuando la debacle socialista comenzó, no con Sánchez que subió incluso en número de votos, sino con los gobiernos de Zapatero -sostiene-, hacia el que no tiene precisamente palabras de elogio. (Pormenorizada cronología de los hechos que hace al respecto desde 2009). Fue en 2011 -dice Borrell- con Rubalcaba de candidato cuando se produjo la gran caída del voto socialista.

Pero si en algo afea con mayor fuerza Borrell a Díaz es por el hecho de que, a diferencia de Pedro Sánchez y Patxi López, no haya presentado su propio documento programático, haciendo suyo el de la Comisión Gestora.

El Comité Federal del 1 de octubre violó todas las normas estatutarias del PSOE para acabar con el derrocamiento del primer secretario general elegido por la militancia. Fue “una gran chapuza”. Para Borrell, que en un principio defendió la abstención pero con contrapartidas, una vez dimisionada la mitad de la ejecutiva se debería haber convocado un Congreso extraordinario, tal y como planteó Sánchez. En su libro, desvela que, en el fragor de la batalla de esa jornada, el secretario general de UGT, Cándido Méndez, le llamó para plantearle la posibilidad de que el Comité arrancara de cero, debatiera sobre lo importante (abstención o terceras elecciones) y evitar así el enfrentamiento que supuso entre los críticos y los partidarios de Pedro Sánchez. Tampoco esa opción pudo ser. El 23 de octubre, el máximo órgano de dirección entre congresos aprobó la abstención a Rajoy.

Desde entonces las relaciones entre Díaz y Sánchez se han ido deteriorando a pasos agigantados y Borrell apunta la posibilidad de que el segundo perdiera el apoyo de la andaluza cuando anunció por sorpresa, en su primer Comité Federal, su intención de ser también candidato a la Presidencia del Gobierno.

Borrell apuesta por un PSOE más participativo. Abrir el partido a la militancia, uno de los ejes centrales de la propuesta programática de Sánchez en la que ha colaborado el propio Borrell, ha sido tachado por algunos dirigentes de “asamblearismo” y “podemización”. Sin embargo, Borrell recuerda que la tradición del PSOE de Pablo Iglesias (su fundador) fue la práctica habitual de consulta a la militancia tal y como han ilustrado historiadores como Fernando Martínez o Santos Juliá.

Sobre el encaje de Cataluña en España, Borrell defiende que todo lo que se plantea en la propuesta de Sánchez tiene perfecta cabida en la Declaración de Granada y recuerda que fue Felipe González el que dijo aquello de “la concepción de España como nación de naciones nos fortalece a todos”.

Respecto a la política de alianzas defiende los acuerdos con Podemos “desde el diálogo” después de que se haya comprobado en casi toda Europa el fracaso de los gobiernos de coalición con la derecha que ha contribuido más si cabe a la crisis de la socialdemocracia de la que tampoco escapa el PSOE. No obstante, se muestra crítico con la formación de Pablo Iglesias del que nunca creyó que fuese a facilitar con su abstención un Gobierno socialista. “Él tenía como objetivo prioritario ocupar completamente el espacio socialista, y si fuera posible que el PSOE desapareciese como le ocurrió al Pasok en Grecia. Con la perspectiva que da el tiempo ese habrá sido su gran error, o el gran error de Podemos, y una ocasión perdida para cambiar las políticas públicas en España”, señala.

Ingeniero aeronáutico por la Universidad Politécnica de Madrid, doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), máster por la Universidad de Stanford y el Instituto Francés del Petróleo. Ha sido catedrático de Fundamentos del Análisis Económico en la UCM y actualmente es catedrático “Jean Monnet” en el Instituto Complutense de Estudios Internacionales. Ha sido secretario de Estado de Hacienda, ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente; presidente del Parlamento Europeo y del Instituto Universitario Europeo de Florencia, diputado por Barcelona y miembro del Comité Federal del PSOE

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