El informe en cuestión, “Bienestar y felicidad de la juventud española”, ha sido elaborado por el Injuve y coordinado por el catedrático Federico Javaloy, de la Universitat de Barcelona. Y deduce que, en general, los jóvenes si se sienten felices. Es más, califican su grado de alegría con un 5,2 en una escala del 1 al 7. Además, rompen con sus respuestas la retahíla de tópicos que caía sobre ellos.
El estudio fue elaborado a través de preguntas realizadas a 1.448 jóvenes de entre 15 y 29 años de toda España, entre marzo y abril del 2006 y trata varios aspectos.
Por un lado, los jóvenes demuestran no ser tan hedonistas como suele decirse, ya que un 92,3% se adscribe a la frase de que “ser feliz es crecer como persona”, frente al 88,6% que piensa también que “ser feliz es saber disfrutar de la vida y pasarlo bien”.
Javaloy concluye al respecto que esto rompe con el pasotismo y explica la mayor implicación juvenil en ONGs de los últimos años.
Otras cuestiones apuntan a que, aunque no hay grandes diferencias entre géneros, ellas se muestran algo más felices que los chicos, y en cuanto a la edad, lo son más entre los 15 y los 19 años que más adelante.
Tampoco el poseer cosas les hace siempre más felices, pero si tienen claro que el “no tener” si les hace más infelices.
Son más felices los que viven con su familia o depende de ella económicamente, aunque en términos generales, la mayoría se muestra satisfecha con su vida laboral, afectiva y su libertad.
En cuanto a lo principal que, creen, consigue la felicidad, se basa en tener la familia deseada, el trabajo que se quiere y ser famoso o ganar mucho dinero. Y son precisamente la familia y los amigos con los que, en la realidad, están más contentos.
Finalmente, resulta revelador que de entre los jóvenes, los menos felices son los inmigrantes, los que se muestran más materialistas porque le dan más valor al dinero y al trabajo que los autóctonos. Sin embargo, a pesar de sentirse menos felices, se muestran muy esperanzados.
