viernes,19 agosto 2022
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¿Funcionan las campañas anti-droga?

Los jóvenes asturianos se ´bajan los humos´

ibercampus.info
El consumo de alcohol, tabaco y drogas entre los adolescentes ha entrado en una fase de estancamiento. El crecimiento de las tasas de uso de esas sustancias se ha desacelerado o ha experimentado ligeros descensos desde 2004, según un estudio presentado ayer por la Consejería de Salud y realizado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo. Con una notable excepción: los cigarrillos. Pues su consumo se ha reducido a la mitad.

Las campañas contra esa adicción han calado entre los más jóvenes. Si hace tres años reconocía fumar a diario el 23,1% de la población asturiana entre 14 y 18 años, ahora la tasa ha caído a la mitad y se queda en el 11,8%. Como ese grupo de edad tiene más de 41.000 integrantes, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, la conclusión es que unos 5.000 menores están enganchados a la nicotina.

Esa cifra es aún elevada, a pesar del avance que significa, y la directora general de Salud Pública, Amelia Rodríguez, la acogió con cautela. «No podemos echar las campanas al vuelo. Necesitaremos al menos otros dos años de trabajo para poder respirar un poco», señaló al difundir los resultados de una encuesta encargada por el Principado y realizada por el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo. Los autores han entrevistado a una muestra de 2.992 adolescentes de 12 a 18 años, seleccionados con arreglo a las pautas demográficas de la región, y aseguran que la radiografía es «plenamente significativa». A grandes rasgos, indica que las dos sustancias legales -el alcohol y el tabaco-, además del cannabis, son las drogas con mayor tasa de uso entre la juventud y que el consumo de cocaína, éxtasis y anfetaminas, aunque preocupante por su potencial dañino, se halla en retroceso.

Hasta los 16

Según el retrato trazado por el profesor de José Ramón Fernández Secades, uno de los directores del estudio, la iniciación en las drogas se produce entre los 12 y los 13 años. Es el momento de las sustancias legales, el alcohol y el tabaco, aunque su venta está prohibida a esas edades. El consumo «se dispara» a los 14 y «llega a su punto álgido» a los 15 y los 16, cuando el consumo crece tanto en la cantidad como en la variedad de los productos.

Como la directora general, el experto llamó la atención sobre la necesidad de «no bajar la guardia en el campo de la prevención». «Los problemas son aún graves con el alcohol, el cannabis y la cocaína. En ese último caso, no hay muchos consumidores, pero se trata de una sustancia muy peligrosa», advirtió. Secades, sin embargo, evitó realizar estimaciones sobre las cantidades que adquieren los jóvenes. «En el campo de las drogas ilegales, esos cálculos son puras especulaciones, porque nadie sabe lo que de verdad se vende en la calle», aduce.

Lo indudable, a su juicio, es el comportamiento que confiesan los propios adolescentes. El alcohol, por ejemplo, está muy presente en su vida. El 82,4% de los mayores de 14 años lo ha probado alguna vez y dos de cada tres (un 69,9%, alrededor de 29.000) lo habían tomado en el mes anterior a la realización de la encuesta. A pesar de todo, los porcentajes han descendido tras los máximos alcanzados en 2004. Para hacer esa comparación, se han excluido las respuestas de los menores de 14 años, pues los datos de ese año proceden de un estudio del Plan Nacional Sobre Drogas realizado a partir de esa edad. Uno de cada cuatro es consumidor de riesgo: bebe más de 50 centímetros cúbicos al día, en el caso de los hombres, y 30 en el caso de las mujeres.

Menos cocaína

El hábito del tabaco pierde fuerza, pero no desaparece. El descenso en la tasa de fumadores en un mes es ligero, mucho menor que el de quienes encienden cigarrillos a diario. El cannabis, por su parte, arroja resultados ambiguos. Son menos quienes lo han probado alguna vez o en el último año, pero se eleva de manera leve el porcentaje de consumidores en el último mes, que se sitúa en el 20,9%, unos 8.700 jóvenes. Otros 2.500 confiesan haber esnifado cocaína alguna vez, mientras que sólo el 1% toma éxtasis o anfetaminas. Más preocupante es la ingestión de tranquilizantes sin receta médica, una práctica al alza y más extendida entre las chicas que entre los chicos.

Secades señaló que el análisis de las respuestas permite identificar factores de riesgo que suelen estar presentes (aunque no siempre a la vez) en quienes admiten abusar de las drogas: absentismo escolar, mal rendimiento académico, padres separados y una paga elevada. Por el contrario, los hogares con horarios rígidos de vuelta a casa y la práctica del deporte aparecen como protecciones contra el consumo de esas sustancias.

Fuente: Elcomerciodigital.com

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