viernes,19 agosto 2022
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Siete de cada diez, delinquen

Los jóvenes españoles, ¿unos delincuentes?

ibercampus.es/Terra-VMT
A partir de los trece años los jóvenes comienzan a presentar conductas antisociales y delictivas. Esta es una de las conclusiones más relevantes del estudio realizado por el Centro de Investigación en Criminología de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), dirigido por la catedrática de Psicología Básica, Cristina Rechea, a petición del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Este análisis se ha llevado a cabo a través de una metodología criminológica -el autoinforme sobre delincuencia juvenil- testada en Estados Unidos y Europa, que permite conocer mejor los delitos cometidos por adolescentes y jóvenes, aunque no hayan sido detectados o denunciados.

Según el trabajo que ha dirigido la profesora Rechea, un 98 por ciento de los jóvenes encuestados han cometido algún tipo de conducta antisocial o delictiva alguna vez en su vida y que un 72,4 por ciento lo ha hecho en el último año. No obstante, una de las conductas que más alarma crea, ´participar en peleas´, ha tenido una prevalencia del 25 por ciento de adolescentes, alguna vez en la vida, y del 8,1 por ciento en el último año. Y el resto de las conductas violentas o contra la propiedad no alcanzan el nivel del 5 por ciento de jóvenes participantes.

Además, y en contra de lo que percibe la sociedad, la frecuencia con la que se cometen estas conductas es baja, excepto actos como: bajarse música del ordenador, que se hace casi a diario, y beber alcohol que se hace de 2 a 3 fines de semana al mes. ´Los resultados de este estudio ponen de manifiesto que se pueden aplicar también a las provincias de Castilla-La Mancha y de forma más concreta a Albacete, puesto que no suelen haber muchas diferencias entre las comunidades autónomas. De hecho, cuando hicimos un estudio similar en 1992, se llevo a cabo a nivel nacional y regional sin encontrar diferencias en los resultados generales. El estudio actual surge como consecuencia del ya comentado que realizamos en 1992 con el grupo de trabajo de la Sociedad Europea de Criminología participando veinticinco países para poder comparar los índices de delincuencia juvenil´, expuso Cristina Rechea.

La directora del Centro de Criminología de la Universidad de Castilla-La Mancha destaca además que por regla general el número de jóvenes involucrados en delitos es inferior a los resultados obtenidos en esta misma línea de investigación en 1992. ´Hemos observado que la cifra de jóvenes involucrados en delitos es inferior al año 1992, aunque es cierto que han subido las estadísticas de delitos violentos, pero han descendido los relacionados con los robos contra la propiedad, mientras que el consumo de alcohol y drogas los niveles son más bajos´, señaló Cristina Rechea a este diario. Por otro lado, añadió que ´tampoco es tan temprana la edad en la que comienzan a realizar estas conductas. A partir de los dieciocho años estas conductas antisociales bajan a excepción del consumo de alcohol´.

En cuanto a la edad de inicio, el estudio la sitúa en jóvenes entre los 13 y 14 años, coincidiendo con los cursos de 2º y 3º de la ESO, precisamente aquellos que son considerados por los educadores y expertos como los de mayor riesgo y conflictividad. Los actos antisociales más frecuentes que se realizan a esa edad temprana son: dañar algo intencionadamente, pegar un tirón a alguien para quitarle algo, robar algo de una tienda, consumir cerveza, vino y calimocho.

Preguntada sobre la incidencia de esta problemática entre jóvenes procedentes de familias inmigrantes, Cristina Rechea aportó datos muy interesantes. ´Hemos observado con los datos que tenemos de nuestro estudio que los jóvenes procedentes de familias inmigrantes delinquen menos. Lo hemos definido como un factor de protección, puesto que los inmigrantes de primera generación realizan menos actos delictivos en todos los casos, es decir se involucran menos en peleas y demás, son más víctimas. En cuanto a la violencia en las aulas, podemos destacar que los índices no son muy altos´, manifestó Cristina Rechea.

Tal y como se recoge en el estudio a modo de conclusión: ´Estamos ante una mayoría de adolescentes que comentan alguna conducta antisocial y/o delictiva como parte de su desarrollo normalizado, de forma ocasional, experimental en muchos casos, y que las abandonarán con la madurez. A pesar de ello, existe una minoría, en torno al 5 por ciento y un 10 por ciento que tienen una alta participación en estos hábitos. Éstos han tenido conductas más graves, han participado en una variedad alta de conductas de forma más frecuente que el resto de sus coetáneos´.-apuntan los autores.

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