jueves,18 agosto 2022
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Ana R. Cañil y Joaquín Estefanía. Galaxia Gutenberg, 2016.

Los Tyrakis. Una saga familiar para entender la crisis griega.

Redacción
La idea básica de este nuevo libro de Joaquin Estefanía, redactado con la también periodista especializada en economía Ana R. Cañil, es que esta crisis no es de refugiados, sino de solidaridad. Para ayudar a entender la cris y europea, los autores recurren a la saga familiar de los Tyrakis,

Este libro se presenta por Galaxia como la crónica de un tiempo. el de la primera gran crisis económica del siglo xxi y de un país, Grecia el laboratorio mayor de la austeridad y el lugar por el que centenares de miles de refugiados han llegado a Europa, a través de la vicisitudes de una familia griega, los Tyrakis: una madre, nueve hijos y diecisiete nietos.

Penélope Tyrakis tiene ochenta y cinco años. Nació en Creta en la década de 1930 y sufrió la ocupación nazi. Sobrevivió a la guerra civil griega y a la hambruna, «más dura que la propia ocupación alemana». Se casó con un cura ortodoxo rígido y fanático. Sus hijos se hicieron hueco en la Grecia que ingresó en la Unión Europea. Fundaron sus familias y formaron parte de una clase media incipiente a base de sacrificios y de mucho trabajo. Los hermanos Tyrakis compraron vivienda, pagaron clases particulares a sus hijos para cubrir las carencias de la escuela pública, pudieron ir de vacaciones y algunos aprendieron el castellano para ser más competitivos en el mundo del turismo, principal fuente de riqueza griega.

Hoy, varios de ellos pueden perder sus casas, sus ingresos se han reducido de forma brutal, sus vidas han dado un vuelco y si no fuera por la «red Tyrakis» el apoyo familiar que han practicado desde su infancia y su humor negro, la tragicomedia ya se habría transformado en drama…

El Mediterráneo es la frontera más desigual entre dos mundos. La renta per cápita de la Unión Europea es 14 veces superior a la de la media de los países de la frontera sur del mar. Ni siquiera la frontera entre Estados Unidos y México es tan disímil en renta, riqueza y bienestar. En el espacio euromediterráneo, el 90% del comercio se da entre miembros de la Unión Europea, el 9% entre el norte y el sur del mar, y sólo el 1% restante entre los países árabes. Con estos datos apenas haría falta explicar nada más. A pesar de que Europa permanece, después de una colosal crisis económica, en una especie de 'estancamiento secular', los refugiados siguen llegando a ella, porque las fuerzas del terrorismo siguen avanzando y porque las diferencias, agrandadas por los medios de comunicación de masas y las redes sociales, son espectaculares.

Ninguno de los dos sectores geográficos, ni Europa ni los países árabes, han tenido una estrategia nítida para el Mediterráneo. La crisis de los refugiados es el ejemplo más claro de ello, pero ni mucho menos el único. Hace dos décadas, en 1995, 15 miembros de la Unión Europea y 12 países ribereños firmaron la llamada Declaración de Barcelona, por la que se activaba un espacio común de paz, seguridad y prosperidad en el Mediterráneo. En 2008, cuando los tambores de la crisis llegaban importados a Europa desde Estados Unidos, la Unión Europea creó la Unión por el Mediterráneo, una institución formada por 43 países que debía servir para impulsar el desarrollo y evitar las guerras que hoy han convertido el Mediterráneo “en un mar de muerte y desolación” para cientos de miles de personas en la región “más violenta, menos integrada y más desigual del mundo”, en palabras de Federica Mogherini, jefa de la diplomacia europea.

De vez en cuando, alguna voz resucita la idea de financiar un Plan Marshall (dinero de Estados Unidos para la reconstrucción de los países europeos tras la Segunda Guerra Mundial y para alejarlos del fantasma del comunismo), pero es muy difícil creer tan sólo en la retórica, en declaraciones solemnes, pero vacías de contenido. El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, defendió en más de una ocasión que había que “hacer una gran operación en África pilotada por la Unión Europea para que se luche eficazmente contra la pobreza y se respeten los derechos humanos. Porque mientras la gente no pueda comer en su país y llevar una vida digna va a venir aquí, porque usted lo haría y yo también”.

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