«Con Miika (nombre del paciente) logramos gracias a esta prótesis traspasar la barrera en la que alguien legalmente ya no es considerado ciego», explicó el director del grupo de científicos, Eberhart Zrenner, al semanario.
La prótesis consiste en 1.500 fotocélulas instaladas en un microchip de tres milímetros, que en una operación de cuatro horas se implanta debajo de la retina.
El chip trabaja como el de una cámara digital. Las fotocélulas convierten la luz en impulsos eléctricos que estimulan las neuronas de la retina y los transmiten al cerebro a través del nervio ocular.
«En ninguno de los pacientes que se sometieron a este experimento tuvimos problemas de rechazo», añadió Zrenner.
Se trata, según los médicos, del primer experimento de este tipo que funciona sin gafas.
En Estados Unidos se ha desarrollado un método a base de unas gafas especiales dotadas de una microcámara que traslada las imágenes captadas a un miniordenador.
Éste a su vez convierte las imágenes en impulsos eléctricos que se transmiten a un microchip colocado sobre la retina. A partir de allí, los dos métodos funcionan de la misma manera, es decir, los impulsos estimulan las neuronas del nervio ocular.
El equipo de Zrenner prevé colocar estos implantes el próximo año a una decena de pacientes.