jueves,18 agosto 2022
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Con la subida de salario mínimo y la bajada de la jubilación

Merkel vuelve al Bundestag respaldada de una «gran coalición»

Redacción
Tres meses después de arrasar en las elecciones generales de Alemania, Angela Merkel asumirá hoy su tercer gobierno al mando de una "gran coalición", entre la alianza que lidera, de demócratas y socialcristianos, y sus rivales socialdemócratas, algo que ya sucedió para acceder a su primer mandato en noviembre de 2005.

Las Uniones Demócrata y Socialcristiana de Merkel (CDU/CSU) quedaron a cinco escaños de la mayoría absoluta y se vieron obligadas a buscar nuevamente de aliado al Partido Socialdemócrata (SPD) después de que quedara fuera del Parlamento el anterior socio de coalición, el Partido Liberal.

Tras cinco semanas de negociaciones, los conservadores de Merkel y los socialdemócratas llegaron a un acuerdo de coalición que recoge importantes reivindicaciones socialdemócratas como el sueldo mínimo, excepciones al retraso de la edad jubilatoria y más facilidades para la doble nacionalidad de hijos de extranjeros.

El acuerdo fue sometido por primera vez en la historia al voto de las bases del SPD, que lo validaron por una amplia mayoría dejando atrás el trauma de la mala elección de este año, cuando consiguieron el 25% de los votos.

Una gran coalición para grandes tareas”, celebró ayer Merkel tras la firma oficial del documento de 185 páginas que desgrana los principales retos del próximo gobierno: llevar adelante la transición energética a las fuentes renovables, mejorar las jubilaciones, introducir el salario mínimo, rebalancear las finanzas internas con las regiones y trabajar por la estabilidad del euro.

La mandataria destacó el buen clima negociador que reinó pese a la firmeza de las respectivas posiciones: “Lo que para mí caracterizó estas negociaciones es que nos escuchamos mutuamente. Eso es algo que no se da por sentado en la política”.

Con el respaldo de las dos principales fuerzas, Merkel será elegida hoy por el Parlamento, tras lo cual será designada como nueva jefa de gobierno por el presidente alemán, Joachim Gauck.

El jefe de Estado tomará posteriormente juramento a los 15 ministros entre los que destaca Sigmar Gabriel, como vicecanciller y titular de un nuevo “superministerio” de Economía y Energía y el ministro del Exterior Frank-Walter Steinmeier.

Merkel volverá a encargar las finanzas y la defensa de los intereses alemanes en Europa al experimentado Wolfgang Schauble y confiará la cartera de Defensa por primera vez a una mujer, la hasta ahora titular de Trabajo Ursula von der Leyen.

Tras la ceremonia de juramento, Merkel presidirá la primera reunión de gabinete. Para mañana tiene previsto pronunciar un discurso sobre la política europea de Alemania ante los diputados y luego viajar a París para efectuar su primera visita al presidente francés, François Hollande.

Conservadores y socialdemócratas reunirán en la próxima legislatura un 80% de las bancas del Bundestag.

La aplastante mayoría desató las alarmas en la diminuta oposición de La Izquierda y Los Verdes, que reclaman más derechos para garantizar el buen funcionamiento de la democracia parlamentaria.

También la prensa advirtió el peligro de una oposición demasiado débil para oficiar de contrapeso. “Esta gran coalición es demasiado grande para una democracia parlamentaria viva. Y una oposición que no puede iniciar una investigación parlamentaria ni elevar querella ante el Constitucional es una mini oposición.

Una democracia que tiene una mini oposición es solo una democracia a medias ”, sentenció en una editorial del diario “Süddeutsche Zeitung”.

Editoriales

El Periódico: ´Merkel 3´, nuevo gobierno y nuevo clima

La grosse koalition , la gran coalición entre cristianodemócratas y socialdemócratas alemanes, echa a andar hoy con una amplísima base parlamentaria y sin que se adivinen tropiezos en su camino.

La composición de este nuevo Gobierno, este Merkel 3 , es un manifiesto a favor de la estabilidad. Al frente habrá una cancillera que sale muy reforzada de las elecciones y de las negociaciones para formar la coalición.

Las dos carteras más importantes están equilibradas. El hasta ahora ministro de Finanzas, el conservador Wolfgang Schäuble (un abogado miembro de la Unión Demócrata Cristiana-CDU, que en el 2012 recibió el Premio Carlomagno por su contribución al fortalecimiento y estabilización de la Unión Europea) seguirá en el puesto, mientras que el líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel ( miembro del SPD, del que es presidente al nivel federal) ocupará la cartera de Economía. No hay peligro de que se neutralicen mutuamente. Ambos, aun procediendo de ideologías distintas, saben lo que es el pragmatismo en el mejor sentido de la palabra y que el momento no está para perder el tiempo en luchas estériles.

Gabriel tendrá además un cometido de gran calado en este Gobierno, y es el de cumplir con la promesa de Angela Merkel, a raíz del accidente nuclear de Fukushima, de cerrar las centrales nucleares alemanas antes del año 2022.

Deberá preparar la transición energética hacia las renovables del modo menos indoloro para la industria y los consumidores individuales. Este cometido especial y la presencia de otros socialdemócratas en carteras importantes, como la de Exteriores, dará al SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania, en alemán Sozialdemokratische Partei Deutschlands ) un peso muy considerable y muy superior proporcionalmente a sus pobres resultados electorales, pero esto es lo que ocurre con las coaliciones. Merkel, si quería gobernar, necesitaba ceder.

La estabilidad que la coalición dará a Alemania es también la estabilidad que Europa necesita. No hay que hacerse muchas ilusiones, pero si algo cambiará es que habrá un clima menos rígido en cuestiones económicas.

Con la implantación del salario mínimo a escala nacional y la reducción de la edad de jubilación en determinados casos, la coalición, sin renunciar totalmente a la austeridad, introduce elementos de flexibilidad que abren nuevas perspectivas.

Superado el inmovilismo europeo de Merkel por motivos internos, Alemania debe ser el socio activo y potente que la Unión Europea necesita.

En su Ejecutivo hay viejas y nuevas caras europeístas, y aunque no cabe augurar grandes cambios la Europa que tenemos está tan desarbolada que poco ya es mucho.

John Müller (El Mundo): Rajoy y la gran colaición

Dice Mariano Rajoy que, por su peso en Europa, le preocupa lo que haga Alemania. Que Berlín "tenga claro adónde vamos". Es una reflexión sensata y realista del presidente. Una muy buena forma de saber cuáles son las ideas y obsesiones del poder alemán es repasar el documento Deutschlands Zukunft gestalten (El futuro de Alemania), el programa de la coalición formada por democristianos y socialdemócratas.

Y lo que se desprende de aquí son buenas y malas noticias para España, pero especialmente una pésima para Rajoy y su Gobierno: la deuda pública es una de las nuevas obsesiones teutonas, y si antes persiguieron a Zapatero y a Rajoy por todos los rincones de Europa reprochándoles el déficit, ahora lo harán con el crecimiento de la deuda pública.

Mala noticia para Rajoy: el control de la deuda es la nueva obsesión de la gran coalición alemana

El programa de la gran coalición al respecto es tajante: "Vamos a dejar de pedir préstamos y reducir el ratio de deuda. Unas finanzas sólidas con presupuestos equilibrados son esenciales. Vamos a reducir el ratio de deuda de forma permanente, al tiempo que garantizamos la capacidad de inversión pública, porque sólo de esta forma cumpliremos con la responsabilidad que tenemos con nuestros hijos y nietos".

La deuda pública alemana ha pasado del 66,8% del PIB en 2008 al 81% en 2012, pero llegó a estar en el 82,5% en 2010. En el tercer trimestre de este año se redujo en 3.600 millones. En cuanto a volumen, son 2,1 billones de euros, más de dos veces el PIB español.

La deuda pública española se situó en el 93,4% del PIB en el tercer trimestre. Pero cuando se generalizó la crisis, en 2008, apenas equivalía al 40,2% del PIB porque el Gobierno de Zapatero había amortizado títulos sistemáticamente. Cuando Zapatero se marchó, en diciembre de 2010, la deuda bordeaba el 68% del PIB. La gran aceleración se ha registrado con el supuestamente austero Rajoy y precisamente cuando más recursos se han reclamado al sector privado vía impuestos y recortes.

David Taguas, ex asesor de Zapatero, hacía los cálculos en su cuenta de Twitter hace unos días: "Entre diciembre de 2011 y septiembre de 2013 la deuda pública ha aumentado en 217.529 millones. 10.358,5 millones al mes. ¡Un Plan E al mes!". Parte de esa deuda corresponde al rescate financiero (aproximadamente 57.000 millones desde 2012), pero es difícil justificar el resto. En el tiempo en que usted tarda en leer esta columna, la deuda española ha crecido en más de medio millón de euros.

Parece que el Gobierno tiene descontado que su deuda superará el 100% del PIB en pocos meses y eso no le inquieta. Pero debería, porque muchos analistas creen que el déficit no está dominado y que la inercia del gasto público nos lleva a una deuda mucho mayor.

En el mapa de las obsesiones que se dibuja en el programa de la gran coalición hay muchos más elementos que Moncloa debería estudiar a fondo. Hay, por ejemplo, un interés por volver a acompasar riesgo y responsabilidad en el negocio bancario, un firme rechazo a la mutualización de la deuda soberana y un deseo manifiesto de implicar al sector privado "en la gestión de la crisis" (eso significa pagarla). Lectura obligada, sin duda.


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