jueves,18 agosto 2022
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Nos preocupa una Latinoamérica en recesión

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Con Venezuela cayendo al 10%, Brasil al 3,8% y Argentina con un escaso crecimiento cercano al 1% en el pasado año, no puede extrañar que el conjunto de la economía latinoamericana se mantenga estancada. En estos tres países se concentra más del 40% del PIB de la zona. La relativa dinámica de México (peso de 1/3) y Colombia, Perú o Chile, con crecimientos en el entorno 2-3%, apenas consiguen compensar.

 Las dificultades en Latinoamérica, no parece que vayan a reducirse durante el presente año. Se esperan muy ligeras mejoras en Brasil y Venezuela y una factura aplazada a pagar por una Argentina en proceso de cambio. Las ligeras mejorías que podrían esperarse en México o Perú no modifican el pronóstico de crecimiento estancado o ligeramente negativo para 2016, por segundo año consecutivo, en una senda de crecimiento que no se repetía desde la crisis de la deuda de 1982-83, que desencadenó aquella década perdida de la región.

Aunque el peso de Latinoamérica es relativamente reducido para España en términos de flujo actual en comercio exterior o inversiones, no conviene olvidar el fuerte posicionamiento de empresas españolas en la zona, algunas de las cuales tienen sus resultados muy condicionados por la dinámica de países en que han concentrado el esfuerzo inversor. Conservar esos lazos a futuro forma parte de una estrategia-país y, por tanto, debemos compartir sus preocupaciones en estos momentos difíciles.

Entre las causas de la paralización de la economía latinoamericana, la primera a destacar es la caída de los precios de las materias primas (entre un 30 y un 50% para los países principalmente afectados) que ha deteriorado fuertemente la relación de intercambio de su comercio con el resto del mundo.

La segunda razón se conecta con las incertidumbres en el plano político, los desequilibrios macroeconómicas y las distorsiones en el funcionamiento del sistema económico-financiero de algunos países.

Con estos condicionantes, otra clave es la caída de la inversión privada. Según cálculos del FMI, entre 2011 y 2015 esta inversión puede haberse reducido, en puntos de porcentaje respecto al PIB, entre un 2 y un 3% en los países más afectados, como Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador y algo menos en Chile.

La esperanza está puesta en México, Colombia, Perú y los países de América Central y el Caribe, beneficiados por su cercanía a EEUU o, en muchos casos, por el abaratamiento de su factura energética.

Pero la recuperación se espera lenta por el riesgo de una mayor desaceleración en China (importante socio comercial de la región), incertidumbres sobre tipos de interés y alto nivel de apalancamiento de las empresas, que pueden seguir retrasando las expectativas de recuperación de la inversión privada.

En el contexto mundial que, según se proyecta, seguirá débil, prevemos que la región crezca a paso lento durante un periodo prolongado. (Alejandro Werner, "América Latina y el Caribe en 2016: Ajustándose a una realidad más dura", 22/1/16).

Antonio Pulido twitter.com/PsrA

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