Mantener el ritmo de crecimiento en tasas del orden del 2,5% parece un objetivo razonable, aunque los riesgos apuntan a algunas décimas de punto a la baja. Partiendo de tasas del 1,8% para el conjunto de la Eurozona, supone un diferencial permanente de entre 1/2 y 1 punto de porcentaje. Más discutible es la hipótesis de que los mercados españoles de exportación crezcan a un ritmo cercano al 4%, dado el peso de la UE y Latinoamérica en nuestras relaciones internacionales y el aún escaso acceso a otros mercados emergentes.
También pueden resultar algo optimistas los supuestos utilizados sobre previsiones de tipo de cambio dólar/euro (estable en 1,1 durante todo el periodo), euribor a tres meses (entre -0,3 y +0,1) y deuda pública a 10 años (creciente entre 1,7% en 2017 y 2,8% en 2020).
Las claves del crecimiento previsto están en un ritmo mantenido del consumo privado por encima del 2% y una aportación neta de la de demanda exterior entre 0,3 y 0,5 pp. El consumo de las AA.PP. se mantiene razonablemente sostenido en un 0,7 de variación y la inversión solo se apuesta porque remonte a ritmos del orden del 3%, poco ambiciosos para una fase de supuesta expansión sostenida y con diferencial importante respecto al promedio de la Eurozona.
La dinamicidad del consumo privado se sostiene, principalmente, en la importante creación de empleo, ya que para las rentas salariales se calculan variaciones del orden del deflactor del consumo privado (entre 1,5 y 1,8%). La clave estaría en la creación de unos 2 millones de nuevos empleos EPA en 4 años, con unas tasas de variación anual, en puestos equivalentes a tiempo completo (ETC), entre 2,3 y 2,5%, es decir muy cercanas a la variación del PIB real. La consecuencia (poco aceptable ni como hipótesis, ni como objetivo) sería unas ganancias de productividad del trabajo prácticamente nulas a lo largo de cuatro años.
De cumplirse esta creación de empleo, parece incluso corta la previsión de reducción 2016-2020 del número de parados EPA (1.662.000, de 4,2 millones en 2016 a 2,6 en 2020), que implicaría incrementos de la población activa que parecen poco compatibles con las perspectivas demográficas.
La dinamicidad del sector exterior se establece con ritmos exportadores que exceden entre 1/2 punto y 1 punto las variaciones de las importaciones, lo que implicaría mantener un saldo excedentario de la balanza por cuenta corriente, como viene ya ocurriendo desde 2014. Parece factible, aunque el relativamente modesto crecimiento estimado para las importaciones (poco más del 4% anual) pueda terminar resultando demasiado optimista para los ritmos de consumo e inversión que se establecen.
En resumen, una apuesta aceptable como objetivo, continuista con riesgos a la baja y poco ambiciosa en lo referente a inversión y mejoras de productividad.
Antonio Pulido http://www.twitter.com/PsrA