viernes,19 agosto 2022
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Francisco Tomás, rector de la UV

Ocho años después de Bolonia la coordinación europea «brilla por su ausencia»

ibercampus.info
El rector de la Universidad de Valencia, Francisco Tomás, dio ayer su visión personal del estado general de la universidad. Tomás puso el dedo en la llaga de muchos de los problemas que afronta el mundo académico: la cadena de reformas y la rigidez normativa, que dificultan la adaptación de las facultades a la realidad; el escaso éxito de la convergencia europea; la tendencia a relegar la investigación a favor de la innovación, y el riesgo de que la autonomía universitaria se limite a proponer.

Francisco Tomás, en un acto organizado por la Societat d´Amics del País, lamentó, tal y como publica El País, el exceso de leyes que se han sucedido en los últimos tiempos. La Ley Orgánica de Universidades, (LOU) reformada recientemente, retocó la norma anterior, aprobada a principios de los años ochenta. Ninguna de las tres ha servido para cambiar a fondo la estructura académica, que encuentra problemas para responder a las demandas de una sociedad que cambia a toda velocidad, según Tomás.

No se ha salvado de sus críticas el proceso de adaptación europea surgido a raiz de la declaración de Bolonia, aprobada en 1999, que debía poner en marcha un proceso de armonización de la enseñanza superior que culminase en el año 2010. Por si el plazo no era bastante largo, afirmó, hoy, la coordinación entre los países implicados "brilla por su ausencia".

La reforma de la LOU debía tener como finalidad ampliar la capacidad de maniobra de las universidades a la hora de proponer títulos. El Gobierno dejaba de imponer un catálogo de títulos, y eran las facultades las encargadas de diseñarlos teniendo como referente las demandas de la sociedad. El rector repasó, sin embargo, los nuevos parámetros que se exigirán para defender la solicitud: Estimar el personal que será necesario para ponerlos en marcha e indicar cómo se financiará; calcular razonadamente el número de estudiantes que tendrá la carrera y prever qué grado de inserción laboral tendrán los graduados al año o dos años de terminar la carrera… Antes se ponía el acento en los contenidos y ahora parecen ponerse en cualquier cosa menos en ese aspecto, dio a entender Tomás.

Las universidades no obtendrán directamente las nuevas carreras cumpliendo con los requisitos. Será la administración autonómica quien tenga la última palabra. Con el riesgo de que la decisión no se base en criterios académicos, sino en criterios "políticos", explica el rector en la información recogida por El País.

La capacidad de proponer títulos con total libertad que luego puedan ser efectivamente aprobados, hizo notar el catedrático de Química Física, plantea una nueva dificultad a la pretensión de coordinar el sistema, sobre todo a escala europea.

 

 

 

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