jueves,18 agosto 2022
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Pese a ser claramente positiva, algunas empresas y lobbies presionan para que no salga a la luz

¿Por qué es importante la taxonomía social?

Fernando Varela de Ugarte, Director de Social Gob y Codirector de los programas de formación LEAD Sostenibilidad y EFS Entidades Financieras Sostenibles.
En el marco de la revolución que la Unión Europea está impulsando en el sector financiero promoviendo de forma decidida las finanzas sostenibles, con efectos a nivel de toda la sociedad, llama a la atención la propuesta de una futura taxonomía social. A la implantación de la taxonomía verde que, para entendernos, trata de una clasificación de actividades económicas que pueden considerarse como verdes, se une ahora la taxonomía social todavía por aprobar, habiendo sido publicada a nivel de propuesta por la Unión Europea a mediados del año pasado.

En primer lugar, y este es un argumento que atañe tanto a la taxonomía verde como a la social, clarificar en el mercado lo que puede considerarse que tiene un impacto medioambiental o social positivo, es un paso importante que beneficia a todos, inversores, empresas y sociedad. Transmite transparencia al mercado y reduce las posibilidades de Greenwashing o lavado verde y/o social.

El segundo argumento, tiene que ver con el hecho de que el impulso de una taxonomía solo en su vertiente verde quedaría coja, ya que el ámbito social es un ámbito relevante, complementario e íntimamente unido a la dimensión ambiental.

A partir de aquí veamos algunos argumentos específicos de la taxonomía social desde las perspectivas de los distintos actores:

Para los inversores, la taxonomía da respuesta a un interés creciente por la inversión sostenible y la inversión socialmente responsable. La taxonomía social facilita que el inversor pueda introducir una intencionalidad positiva en su decisión de inversión. Dicho con otras palabras, si el inversor le suma el impacto al tradicional binomio rentabilidad-riesgo, se espera que tenga cierta seguridad de que efectivamente va a ser así, que con su dinero se va a tener un impacto positivo en la sociedad.

Para las empresas, la taxonomía social ayuda a introducir en el análisis y la estrategia empresarial las variables sociales, elevando la importancia de estas en los ámbitos de decisión empresarial. Y esto es positivo porque permite a la empresa reducir los riesgos sociales, cada vez más importantes.

Frente a los que piensan que esto es una nueva imposición regulatoria y una carga, los estudios reflejan que la sostenibilidad (ambiental y social) mejora la rentabilidad, reduce los riesgos haciendo más estables y menos volátiles a las compañías, promueve la innovación y permite aprovechar las oportunidades de una tendencia imparable.

La taxonomía social contribuirá a poner más en valor el desempeño social de las compañías lo que redundará en la generación de mayor confianza respecto a consumidores, inversores y empleados, aspecto clave en el contexto actual de la hiperconexión.

Respecto a la sociedad, la taxonomía tiene el potencial de contribuir a la reducción de la desigualdad. Parece que somos más conscientes de la urgencia ambiental pero tenemos también una urgencia social derivada de una desigualdad creciente agravada por el COVID.

La taxonomía social posibilitará canalizar más financiación, más productos y servicios hacia las poblaciones más afectadas.

Por último, mencionar que la taxonomía social ayudará a clarificar lo que tiene verdaderamente valor social, ya que introduce tres elementos muy pertinentes:

1) La contribución adicional positiva. La taxonomía considera una actividad económica como social cuando ésta realiza una contribución especialmente positiva socialmente. Esto se puede entender mejor a través de un ejemplo. La actividad de construcción de viviendas, que podría considerarse un bien social, no es considerada por la taxonomía salvo que se construyan viviendas dirigidas a personas con dificultad de acceso.

2) Debe estar alineada con la actividad del negocio: si construyes viviendas el valor social tiene que estar en esa actividad.

Y 3) Afecta a toda la cadena de valor: implica a la empresa en la forma de producir de sus proveedores, por ejemplo, debiéndose asegurar la empresa de que ninguno de sus proveedores tiene problemas de trabajo infantil o genera impactos negativos en las comunidades.  

Aunque la taxonomía social es claramente positiva para todos los actores del mercado, su implantación no está asegurada. Las visiones cortas de miras o los intereses particulares de algunas empresas y lobbies presionan para que no salga a la luz. Confiemos en que las instituciones europeas, garantes del interés general, logren seguir avanzando en su implantación que sin duda tendrá efectos globales muy deseados y necesarios.

Fernando Varela de Ugarte es Director de Social Gob y Codirector de los programas de formación LEAD Sostenibilidad y EFS Entidades Financieras Sostenibles.

 

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