jueves,18 agosto 2022
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¿Qué incluye y cómo se mide la innovación tecnológica, económica y social?

Futurolandia
La i añadida en I+D+i marca un complemento de innovación a la investigación y el desarrollo, pero queda como un apéndice minúsculo, ocultando su protagonismo estratégico y la variedad de caminos y condicionantes del cambio tecnológico y social. La investigación es una condición necesaria pero no suficiente para innovar; ni toda I+D culmina en innovación, ni toda innovación procede de esfuerzos en I+D realizados dentro de las estrechas fronteras geográficas y temporales de un país.

Para poder innovar en productos, procesos u organización social o empresarial es preciso disponer de un capital de conocimientos que abra nuevos caminos, convertir ideas previas en resultados operativos y contar con la aceptación de los usuarios potenciales.

Las ideas innovadoras no provienen siempre del mundo científico, aunque sí en una gran parte. Los avances científicos se comparten parcialmente a escala internacional, pero exigen una razonable cuota de participación interna en cada país   En todo caso, los conocimientos científicos son acumulativos y exigen procesos sostenidos durante periodos más o menos amplios de tiempo. La inversión en I+D en un año es muy posible que no se transforme en innovación inmediata y sus efectos se dispersen y diluyan en el tiempo, pero cortes en el esfuerzo pueden afectar sensiblemente al capital acumulado de conocimientos susceptible de transformarse en innovaciones de futuro.

El capital de conocimientos incluye, por tanto,  las inversiones acumuladas de un país, debidamente amortizadas (pérdidas de vigencia de los avances científicos) y corregidas por la variación de precios, así como el conocimiento proveniente  del exterior (en particular adquisición de propiedad intelectual o convenios) u obtenido por cooperación con proveedores o usuarios.

Convertir ideas innovadoras previas en resultados operativos exige acudir al amplio campo del capital intangible, que añade a la I+D todo tipo de inversión acumulada en software, bases de datos digitales, imagen de marca, mejoras de estructura organizativa o del capital humano. Pero también pueden complementarse estos esfuerzos propios con la adquisición directa a otros países de nuevos productos, servicios o equipos y técnicas productivas innovadoras.

Medir la innovación en un país, en una empresa, en la Administración Pública o en la sociedad en su conjunto, no es un objetivo alcanzable. Supondría valorar todos los productos, servicios, organizaciones y tecnologías productivas "nuevas". Tenemos que conformarnos con plantear los principales ingredientes de un sistema que favorezca o refleje  los diferentes campos de innovación. A efectos de concretar ideas voy a referirme a algunas propuestas de comparativa internacional de OCDE, UE, INSEAD y Bloomberg.

OCDE pone su acento en valorar el impacto sobre el crecimiento económico de la innovación incorporada al capital físico (especialmente de la inversión en TIC) y del capital basado en conocimientos (KBC), así como de su contribución al crecimiento de la productividad total de factores o la "destrucción creativa" (nuevo tejido productivo).

La Unión Europea centra sus esfuerzos en  recursos, condicionantes e impactos a través de 27 indicadores agrupados en 10 áreas (http://ec.europa.eu/growth/industry/innovation/facts-figures/scoreboards_es):

  1. Recursos humanos (graduados universitarios, educación de por vida)
  2. Sistemas de investigación (publicaciones científicas, estudiantes de doctorado extranjeros)
  3. Ambiente innovador (conexiones en red, oportunidades al emprendimiento)
  4. Financiación y soporte (gasto en I+D del sector público, capital riesgo)
  5. Inversión empresarial (I+D, otros gastos en innovación, apoyo formación TIC)
  6. Innovadores (especialmente PYMES con innovaciones producto/proceso y marketing/organización)
  7. Conexiones (entre PYMES, público-privadas)
  8. Activos intelectuales (patentes, diseños, marcas)
  9. Impactos sobre empleo (actividades intensivas en conocimiento o empresas de rápido crecimiento)
  10. Impactos en las ventas (exportaciones y ventas de productos y servicios de alta tecnología)

A efectos comparativos, el índice ponderado conjunto se mueve entre un mínimo de 35-40 puntos para Rumania/Bulgaria y los más de 120 en Alemania, Holanda, Finlandia, Dinamarca y Suecia. España, con 78 puntos, se sitúa entre los países "moderadamente innovadores" , grupo que comparte con Italia, Portugal, Grecia u otros países, principalmente de CentroEuropa. Nuestras mejores notas relativas se sitúan en recursos humanos, publicaciones internacionales conjuntas, banda ancha, empresas que suministran formación TIC y aplicaciones de marca. Los principales fallos en PYMES innovadoras, capital-riesgo y conexión publico-privada.

INSEAD, una prestigiosa business school, en colaboración con la Universidad de Cornell y WIPO (World International Property Organisation), proporciona su Global Innovation Index (GII) para 127 países, utilizando 81 indicadores tanto de input como de output (http://www.globalinnovationindex.org). Entre los inputs incluye 5 grandes áreas:

  • Instituciones (gobernanza, protección e incentivos del entorno político, regulatorio y empresarial)
  • Capital humano e I+D
  • Infraestructuras (TIC y generales)
  • Sofisticación de mercados (créditos, acceso internacional, competencia,…)
  • Sofisticación empresarial (trabajadores del conocimiento, conexiones, talento, FDI,…)

Como outputs de la innovación (la parte más creativa del GII) utiliza 27 indicadores agrupados en seis áreas:

  • Creación de conocimiento (patentes, modelos de utilidad, publicaciones científicas y técnicas)
  • Impacto del conocimiento (nuevas empresas, gasto en software, certificados de calidad,…)
  • Difusión del conocimiento (propiedad intelectual, exportaciones netas de alta tecnología,…)
  • Activos intangibles
  • Bienes y servicios creativos
  • Creatividad on-line (dominios de alto nivel, videos, ediciones en Wikipedia,…)

El indicador conjunto obtenido se mueve entre los más de 60 puntos de los cinco países líderes (Suiza, Suecia, Holanda, EEUU y Reino Unido) y los menos de 20 puntos de los países colistas (Yemen, Guinea y Togo). España se sitúa en el puesto 28 con 49 puntos en la zona cercana a Italia y Portugal. Destaca en positivo la disponibilidad de infraestructuras (10ª posición) y en negativo la sofisticación empresarial (puesto 37). También el ratio de eficiencia (cociente entre inputs y outputs) nos sitúa en una posición similar (puesto 36).

Bloomberg, la empresa de información financiera de mayor difusión internacional, también elabora su propio Innovation Index (https://www.bloomberg.com/news/articles/2018-01-22/south-korea-tops-global-innovation-ranking-again-as-u-s-fallsa partir de siete indicadores:

  • Intensidad en I+D
  • Valor añadido en manufacturas
  • Productividad
  • Densidad de empresas de alta tecnología
  • Graduados en educación superior
  • Concentración de empleos en I+D
  • Actividad en patentes

Su indice, referido solamente a países innovadores, se encabeza por Corea del Sur (89 puntos) y dentro de la UE por Alemania (83 puntos) y Finlandia o Dinamarca (81). España (62 puntos) se sitúa en el puesto 29 entre los 50 países considerados innovadores del mundo entero. La lista la cierran Marruecos y Argentina con 44 puntos.

Como puede verse, la valoración del nivel de innovación de cualquier país responde a una selección discutible de indicadores. Lo que me parece más destacable es la variedad de aspectos que hay que tener en cuenta en una estrategia de innovación. Más que debatir sobre indicadores (siempre orientativos) hay que pasar a un diagnóstico de la situación y una política de acción.  Como bien señala el GII,  se trata de someter a los factores de innovación a  una evaluación continua y proporcionar una herramienta clave para los tomadores de decisión y una rica base de datos de una métrica detallada para refinar las políticas innovadoras

En nuestro país nos queda un amplio camino por recorrer y es preciso afinar diagnósticos y políticas de actuación. Algunos pensamos que el Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2017-2020 del Ministerio de Economía y Competitividad no proporciona el adecuado marco estratégico de referencia. Establecer un objetivo de alcanzar el 2% del PIB en I+D para 2020 es un modesto buen deseo. También lo es centrar la atención en cuatro Programas generales donde la Innovación ocupa un lugar accesorio respecto a la I+D (Promoción del talento y su empleabilidad; Generación del Conocimiento y fortalecimiento del sistema de I+D+i; Liderazgo empresarial en I+D+i y Orientada a los retos de la sociedad).

Necesitamos urgentemente elaborar, con un amplio acuerdo y compromiso social, una estrategia operativa de innovación a corto, medio y largo plazo.

Antonio Pulido http://www.twitter.com/@PsrA

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