jueves,18 agosto 2022
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Estudio de la Universidad de Michigan

Rastros de actividad cerebral tras la muerte

Redacción
Un estudio de la Universidad de Michigan, EEUU, demuestra que tras la muerte clínica el corazón deja de latir y la sangre no fluye al cerebro, pero los mamiferos muestran patrones de actividad cerebral con características de percepción consciente

 Las Expeciencias Cercanas a  la Muerte (EDM) son para muchos la prueba fehaciente de que ni estamos solos, ni la muerte es el final de nuestra vida. Pero, para muchos otros –inlcuida la mayor parte de la comunidad científica– no tienen nada que ver con el más allá, una idea que ahora parece confirmarse gracias a un estudio de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos. La investigación, publicada hoy en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences y publicada por EL CONFIDENCIAL, demuestra que, tras la muerte clínica, en la que el corazón deja de latir y la sangre no fluye al cerebro, los mamíferos muestran patrones de actividad cerebral con características de percepción consciente.

“Este estudio, realizado en animales, es el primero en detectar qué ocurre con el estado neurofisiológico cuando el cerebro muere”, explica la autora del mismo, Jimo Borjigin, profesora de Neurología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan. “Al demostrar que en las experiencias cercanas a la muerte se da una actividad cerebral bien organizada y que hay características neurofisiológicas consistentes con el proceso consciente, nuestro estudio puede ser la base de futuras investigaciones que expliquen por qué las experiencias relatadas por los supervivientes de experiencias cercanas a la muerte son tan lucidas y parecen tan reales”.

Una explicación científica de las ECM

Aproximadamente el 20% de los sobrevivientes de paros cardiacos dicen haber experimentado una ECM durante la muerte clínica, pero los científicos dudaban de la capacidad del cerebro para generar tanta actividad después de un paro cardiaco. “Pensábamos que si la experiencia cercana a la muerte se debe a la actividad cerebral, los correlatos neuronales de la conciencia debían ser identificables en humanos o animales, incluso después de la interrupción del flujo sanguíneo cerebral”, afirma Borjigin.

Los investigadores analizaron los registros de la actividad cerebral de nueve ratas anestesiadas sometidas a un paro cardiaco inducido experimentalmente. Los científicos realizaron electroencefalogramas continuos a los animales, mientras estaban despiertos, anestesiados y tras el paro cardiaco. En los primeros 30 segundos después del paro, todas las ratas mostraron un generalizado aumento transitorio de la actividad cerebral, que tenía características asociadas con un cerebro altamente excitado.

Por otra parte, los autores observaron patrones casi idénticos en los cerebros de las ratas que mueren sometidas a la asfixia. “La predicción de que nos encontraríamos con algunos signos de actividad consciente en el cerebro durante el paro cardiaco se confirmó con los datos”, explica Borjigin. “Sin embargo, nos sorprendieron los altos niveles de actividad”, añade otro autor del estudio, el anestesiólogo George Mashour, profesor asistente de Anestesiología y Neurocirugía en la Universidad de Michigan. “El cerebro es capaz de generar actividad eléctrica bien organizada durante la etapa temprana de la muerte clínica”.

Desde que empezaron a documentarse, las ECM han sido utilizadas como la prueba de que existe vida después de la muerte y como justificación de que la conciencia humana (lo que la religión ha conocido siempre como alma) no tiene una base corporal. Esta idea, como apuntan los investigadores en el estudio, se ha basado siempre en la creencia de que el cerebro no puede generar experiencias vividas y conscientes tras la muerte clínica. Algo que, tal como parecen haber demostrado estos científicos, no es cierto.

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