jueves,18 agosto 2022
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Antonio Gómez Rufo

´Sigue existiendo una medicina para ricos y otra para pobres´

Ángela López
Antonio Gómez Rufo no se calla las verdades. Su última novela, ´La noche del tamarindo´ (editorial Planeta) es un thriller adictivo que hará saltar las alarmas. Cambio climático, I+D y la puerta de atrás de la medicina se quedan al descubierto ante la pluma de un autor tan reconocido como necesario. Ibercampus ofrece en exclusiva una entrevista que, como su novela, dejará a más de uno sin sueño.

Mantener cualquier conversación con Antonio Gómez Rufo te hace sentir siempre afortunada. Sabio, sereno y afable, este Premio Lara conserva lo que hoy día se ha convertido en oro: la sinceridad. Dice lo que piensa, en una entrevista o en una novela que es como una película. Da auténtico pavor de tan real. El maltrecho mundo que nos espera, el mercado negro de la Ciencia o la obsesión del ser humano por lograr la eterna juventud se confunden en ´La noche del tamarindo´, entre ficción y realidad.

P.- ¿De qué habla ‘La noche del tamarindo’?

R.- Uno de los pilares de la trama de la novela es la lucha del individuo contra la soledad. El protagonista, para intentar aliviar su culpa por no haber sabido atender a su hija en su enfermedad, compra los avances de la ciencia genética y biomolecular para intentar expiar una culpa que le atormenta. La medicina como gran aliado de la depresión es uno de los fundamentos de esta novela, que también habla sobre el destino y la ausencia de resignación que generalmente tenemos todos los seres humanos.

P.- ¿Se puede comprar la Ciencia?

R.- Sigue existiendo una Medicina para ricos y otra para pobres, no hay que olvidar que todavía se producen en el mundo despariciones de niños para tráfico de órganos. Así ha sido denunciado por la Unión Europea y por otros organismos, como Aministía Internacional. Existe un dramático tráfico de órganos humanos en el mundo, y esto hace que quien tiene dinero pueda conseguir más tiempo de vida y le hace pensar que la eterna juventud sea, cada vez más, una realidad.

P.- En esta novela hay mucha actualidad…

R.- ‘La noche del tamarindo’ es un canto a la vida. Ahora se puede vivir más que antes, y sin embargo, muchos nos preguntamos para qué vivir más habida cuenta del mundo que viene. Nos espera un mundo en el que el planeta se va a destrozar con el cambio climático y es muy probable que en 50 años la carencia de agua obligue a los seres humanos a llevar la cabeza rapada y a usar aceite para lavarse el pelo porque no habrá agua suficiente. Deberíamos pensar en el mundo que estamos dejando a nuestros hijos, y en el egoísmo de las grandes potencias que se negaron a firmar los protocolos medioambientales. En ese primer mundo que sólo se mira el ombligo.

P.- ¿Cómo fue el proceso de documentación?

R.- En los tres años que he tardado en escribir la novela, un año y medio lo dediqué a hacer una investigación previa. Para ello, conté con la ayuda de investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, de la Comisión Nacional de Trasplantes, y de médicos especialistas en enfermedades curiosas. La investigación se completó con la localización de exteriores, como si fuera una película, en más de 20 ciudades que aparecen en la trama de la novela. Lugares que conocía personalmente u otras que hoy día, se conocen a través de Internet.

P.- ¿Qué opinas de la Investigación que se hace en España?

R.- Por la poca experiencia que he tenido con la cercanía de métodos investigadores, me ha sorprendido ver que hay muchos medios y posibilidades, pero los que saben de verdad, se quejan de que el nivel en España va muy retrasado en relación a otros países.

Sin duda, una mayor inversión ayudaría a conseguir más descubrimientos de los investigadores. Pues, a menudo obtienen resultados muy interesantes como acabamos de comprobar con las células madre en Andalucía, o como otros hallazgos en la lucha contra el cáncer, a manos de investigadores españoles. Y, abundando un poco más, la prueba de que tenemos muy buenos investigadores es que cuando salen fuera de nuestras fronteras asombran a todo el mundo. Es una lástima que no lo aprovechemos.

P.- ¿De quién es la culpa?

R.- No creo que falte vocación ni talento. El único problema es la falta de medios. Y aunque los gobiernos sucesivos prometan cada vez más dinero, parece que pasan los años y las mejoras existen pero no son suficientes.

P.- La I+D es un tema preocupante y siempre controvertido. Resulta asombroso que podamos estar hablando de “otra Investigación”, la oculta, la que no se nos permite conocer.

R.- Personalmente creo que la Ciencia ya sabe cómo podríamos vivir más de 150 años. Los gobiernos apelan a cuestiones éticas para frenar el avance de la Ciencia, pero esconden cuestiones puramente económicas porque, por ejemplo, no sabrían cómo pagar pensiones a tan larga longevidad.

P.- ¿Por qué históricamente el hombre aspira a la inmortalidad?

R.- Decía Shopenhauer que “pretender la inmortalidad es soñar con la perpetuación de la locura”. Y que el hombre se empeña, sin embargo, en enmendarle la plana a la naturaleza y dominar el tiempo. No es extraño que en España se produzcan medio millón al año de intervenciones de cirugía estética. Si las mujeres están tan obsesionadas en aumentar el tamaño de sus pechos y los hombres, de sus órganos sexuales, no es extraño que un millonario quiera tener un almacén con órganos vitales para continuar su vida de lujo y placer.

P.- Una conclusión…

R.- Creo que la vida está muy bien medida y no deberíamos empeñarnos en prolongarla si no es en perfectas facultades. Una cosa es vivir y otra es durar.

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