viernes,19 agosto 2022
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Al posponerse el de 2018 por el escándalo de la Academia

Tokarczuk y Handke, Nobel de Literatura 2018 y 2019

Redacción
La escritora polaca ha recibido el galardón de 2018 por su "imaginación narrativa", y el autor austriaco, el de 2019 por su "influyente trabajo". La Academia pospuso la entrega del galardón de 2018 tras la crisis interna disparada por las acusaciones de abuso contra un artista cercano a la institución. El Comité del Nobel, que normalmente elabora una terna entre la que votan los académicos, solo ofreció dos nombres, eligiendo de facto a los ganadores, informa Clara Morales en infolibre.es.

Olga Tokarczuk (Sulechów, Polonia, 1962) y Peter Handke (Griffen, Austria, 1942) han sido galardonados este jueves con el Premio Nobel de Literatura. La escritora polaca ha sido señalada por la Academia sueca por su "imaginación narrativa que, con pasión enciclopédica, representa el cruce de fronteras como una forma de vida" con el premio correspondiente a 2018. El autor austriaco ha obtenido el de 2019, por su "influyente trabajo que, con ingenuidad lingüística, ha explorado la periferia y la especificidad de la experiencia humana", como ha anunciado el nuevo secretario permanente de la institución, Mats Malm. Este año hay, por tanto, doble ganador, después de la ausencia de entrega en 2018, algo que no sucedía desde 1950. Malm contó, pocos minutos después de la una de la tarde, que los dos galardonados habían sido ya avisados: Handke se encontraba en su casa, y Tokarczuk estaba en pleno viaje promocional por Alemania y "tuvo que parar su coche a un lado de la carretera". Ambos, que según la Academia han aceptado el premio, se suman a una estirpe de la que forman parte Kazuo Ishiguro (2017), Bob Dylan (2016), Svetlana Alexiévich (2015) y Patrick Modiano (2014), entre otros. 

Con esta decisión, la Academia busca poner fin a dos años de crisis, disparada por las acusaciones de abuso sexual contra el artista francés Jean-Claude Arnault, muy vinculado a la institución tanto social como económicamente. Tras la publicación de estas informaciones por el periódico sueco Dagens Nyheter en noviembre de 2017, la Academia sufrió una cascada de dimisiones que obligaron a reformar su sistema de elección de nuevos miembros y a hacer más transparente su financiación. El Comité del Nobel, ahora autodenominado Comité del Nobel Ampliado, ha renovado sus miembros, con cuatro académicos que no formaban parte de él previamente, y se ha abierto además a cinco expertos externos, entre los que se encuentran jóvenes críticas literarias.

 

Pero, como ha explicado la Academia este jueves, la función del Comité ha aumentado con mucho su importancia en esta edición: este grupo, que habitualmente elabora una terna que vota luego la Academia, ha facilitado solo dos nombres a los académicos, con lo que, de hecho, ha elegido directamente a ambos ganadores. A preguntas de la agencia AFP, que cuestionaba si con este nuevo modelo de selección no estaba la Academia renunciando a su función en la entrega del premio, un representante de la institución ha respondido que aún no están en condiciones de evaluar el nuevo método. El Comité, en su composición actual, estará vigente también para la selección del ganador o ganadora de 2020. 

No ha sido tampoco este el año de Anne Carson, ni el de Maryse Condé, ni el de Ngugi wa Thiong’o, favoritos en las apuestas. Aunque tanto Tokarczuk —sustancialmente más joven que la media de los laureados, que se sitúa en los 65 años— como Handke aparecían en las listas de posibles ganadores publicadas en los últimos días, la elección de la Academia, o de su Comité, ha llegado una vez más por sorpresa. Se esperaba que los académicos eligieran a una dupla paritaria, y así ha sido: la escritora polaca es la mujer número 15 en recibir el premio en más de un siglo de historia. Pero se esperaba también que aprovecharan para frenar las acusaciones de falta de diversidad señalando a algún ganador no blanco —recientemente han sido reconocidos Ishiguro, de origen japonés, y Mo Yan, chino, pero hay que remontarse a 1993, con Toni Morrison, para encontrar un vencedor afrodescendiente—. La Academia ha respondido señalando a dos autores europeos blancos, inmensamente mayoritarios entre los ya laureados. Aunque, eso sí, ninguno de los escribe en lengua inglesa, idioma de los dos últimos galardonados.

Dos ganadores dispares

Aunque ambos galardonados han explorado otros géneros literarios —ella, la poesía; él, el guion de cine—, los dos ejercen su labor fundamentalmente en el terreno de la narrativa. Entre los títulos más conocidos de Tokarczuk figura Sobre los huesos de los muertos (2009, editado en castellano por Siruela), una novela con tintes de thriller mencionada por la Academia sueca en la presentación de los laureados, o Księgi jakubowe (Los libros de Jacob, 2014), una ambiciosa novela histórica ambientada en el siglo XVIII que todavía no ha sido traducida al castellano… y tampoco al inglés. Este volumen le valió su segundo premio Nike, el más valorado de la literatura polaca, que ya había recibido con Los errantes (2007, disponible en Anagrama el próximo 23 de octubre), un título a caballo entre el ensayo y la ficción sobre el nomadismo contemporáneo que se hizo también con el Man Booker International Prize en 2018. Con el Nobel, los académicos reconocen a una autora en plena madurez creativa que ha desarrollado lo mejor de su obra en la última década. 

No es este el caso de Peter Handke, escritor consagrado que publicó su primera novela a finales de los sesenta, traducido al castellano desde los setenta y parte del canon literario desde hace décadas. Anders Olsson, presidente del Comité, lo definió como "uno de los escritores más influyentes de la ficción contemporánea, y parte del debate literario desde 1966". Su libro más celebrado quizás sea Desgracia impeorable, escrito poco después del suicidio de su madre y publicado en 1972. Junto a él, novelas como La mujer zurda (1976) y volúmenes de no ficción como Ensayo sobre el cansancio (1989) o Ensayo sobre el día no logrado (1991). El grueso de su obra está disponible en castellano, editada por Alianza Editorial, con títulos también en Nórdica, Bartleby o Pre-Textos.

Pero Handke lleva consigo más que una carrera literaria, y el Comité no ha podido ignorarlo, o no del todo: "Aunque, en ocasiones, ha causado controversia, no puede ser considerado un escritor comprometido en el sentido de Sartre, y no nos da ningún programa político", señaló en su nota biográfica. La polémica, aunque antigua, no es menor: su apoyo al expresidente yugoslavo Slobodan Milošević, acusado de crímenes de guerra por el Tribunal de La Hay,a es notorio, como lo es su negativa a considerar la guerra de Bosnia como un genocidio. Su apoyo a Milošević provocó que la defensa del mandatario le llamara como testigo en el juicio ante la corte internacional, cosa que Handke rechazó. Pero sí estuvo presente en su funeral en 2006, donde participó con un polémico discurso pronunciado en serbio y traducido parcialmente al francés por él mismo, poco después, para la revista francesa Nouvel Observateur: "Yo no sé la verdad. Pero la miro. Escucho. Siento. Recuerdo. Por eso estoy hoy presente, cerca de Yugoslavia, cerca de Serbia, cerca de Slobodan Milošević".

Esta toma de partido ha causado grandes disputas en torno a la entrega de otros relevantes premiosliterarios. En 2006, el Ayuntamiento de Düsseldorf bloqueó la entrega del galardón Heinrich Heine, con el que había sido reconocido pero cuya partida debía ser autorizada por el consistorio. En 2014, la concesión del International Ibsen Awardprovocó las críticas del PEN club de Noruega y la protesta de decenas de manifestantes que le esperaban a la entrada del Teatro Nacional de Oslo, en el que tenía que pronunciar su discurso de aceptación: el novelista dijo allí mismo que sus opositores podían "irse al infierno". Quizás la Academia sueca tenga que enfrentarse a reacciones similares, por mucho que este jueves insistiera en que el Nobel es "un premio literario" y  no "un premio político". 

Lo cierto es que Tokarczuk tampoco es discreta en sus opiniones políticas, aunque sea en un sentido completamente distinto. La escritora es una intelectual de renombre en su país, no solo por su trabajo literario, sino por su oposición al Gobierno de extrema derecha del partido Ley y Justicia, favorito para la reelección de los comicios del próximo domingo. Los ultraconservadores la han acusado de antipatriota por su trabajo en títulos como Los libros de Jacob, una novela histórica que aborda la relación de Polonia con el pueblo judío, y debido también a algunas declaraciones de la escritora que resultaron polémicas. "Hemos inventado esta historia de Polonia como un país abierto y tolerante, como un país no contaminado por ningún problema con sus minorías", dijo en una entrevista en 2015. "Pero cometimos actos horrendos como colonizadores, como una mayoría nacional que suprimió a la minoría, como dueños de esclavos y asesinos de judíos". En enero, publicó un texto en The New York Times en el que denunciaba el asesinato del alcalde progresista Pawel Adamowicz, que veía como el efecto de un discurso de odio alimentado por el partido en el Gobierno. Este mismo mes, el ministro de Cultura polaco, Piotr Glinski, despreció su trabajo asegurando que no había sido capaz de acabar ninguno de sus libros. Hoy, Glinski la ha felicitado a través de Twitter.

 

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