jueves,18 agosto 2022
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Una «china» en el zapato de la economía mundial

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En una economía global, el batir de las alas de una mariposa puede tener efectos en cualquier otro lugar del mundo. El problema es que China es una mariposa muy grande, la segunda del mundo: su peso supera el 16% del PIB global y su aportación al crecimiento se acerca a un tercio, incluso después de haber reducido su ritmo a poco más del 6% (el menor en 25 años) desde tasas precedentes del orden del 9%.

 Pero ese es sólo el efecto directo, al que hay que añadir las consecuencias en cadena en los más variados países del mundo.

Problema adicional es que se tema, por algunos analistas, que los datos oficiales sean inferiores a los reales (p.ej. tomando indicadores indirectos como el estancamiento del consumo de electricidad) y que la desaceleración del crecimiento pueda transformarse en brusco aterrizaje, al que algunos expertos, como el banco francés Société General, asignan actualmente una probabilidad del 30%.

La caída de ritmo de las exportaciones chinas, se ha intentado paliar con devaluaciones del yuan y con una estrategia para compensar sector exterior con demanda interna. Pero los problemas se han multiplicado. La ralentización de su economía ha generado incertidumbre en los mercados financieros y ha provocado una fuerte caída de los precios de materias primas a escala global.

La devaluación del yuan se ha combinado con una fuga de capitales y abre la puerta a devaluaciones de monedas en otros países asiáticos, preocupados por perder su competitividad relativa. Así, China ha pasado a convertirse en el epicentro de los actuales temores de una nueva crisis económica mundial.

En la reciente reunión del G-20 (26/2/16), el gobernador del banco central de China,Zhou Xiaochuan, intentó rebajar esos temores, asegurando que su país siempre se ha opuesto a devaluaciones competitivas y que se compromete a "buscar un equilibrio entre crecimiento, reestructuración y gestión del riesgo".

Precisamente es la reestructuración del modelo productivo chino el punto que despierta más recelos. En la misma reunión del G-20, la presidenta del FMI, Christine Lagarde, reconoció que China se enfrenta a  una "abrumadora tarea de profundas reformas estructurales".

La revista The Economist dedica un amplio artículo de su primer número de marzo al tema del exceso de capacidad industrial de China ("Industry in China: The march of the zombies"). Algunos datos son significativos: el propio Ministro de Empleo y Seguridad Social, Yen Weimin, reconoce que habrá que recortar del orden de 1,8 millones de empleos sólo en los sectores de carbón y acero. Como referencia, la producción china de acero supera a la de Japón, EEUU y UE juntos y ha absorbido el 90% del incremento de los últimos 10 años.

Pero es que los cálculos realizados por la European Union Chamber of Commerce, señala utilizaciones de capacidad entre el 65  y el 85% en   refino,cemento, acero, aluminio, vidrio plano o papel. Algo así como un 13% de exceso de capacidad de toda la industria china en su conjunto, (según estimaciones de Oxford Economics).

La situación afectaría a un tercio de las empresas del país (cálculos Deutsche Bank), que se habrían endeudado en exceso para ampliar una capacidad de producción actualmente no utilizada y con créditos a atender en un entorno de precios sensiblemente a la baja.

La cadena de impactos en flujos de capitales, liquidez, bolsas de valores, riesgos de tipos de cambio e impagos de acreedores a escala mundial es la gran amenaza que tenemos que afrontar. Puede terminar en un pasajero dolor de cabeza o en una enfermedad crónica que trastoque el potencial de crecimiento de la economía mundial.

Antonio Pulido twitter.com/PsrA 

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