jueves,18 agosto 2022
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Votar por las necesidades

Goliardos s.XXI
Tengo que manifestar mi completa adhesión a la democracia y a sus métodos electorales, sin embargo tengo que criticar a muchos de sus políticos que incumplen de forma sistemática sus contratos electorales.

Lo que nos ha llevado a situaciones históricas en las que elegir a nuestros representantes es un mero trámite sin que en el hay una verdadera representación electoral. Me refiero al franquismo, donde se imponían sus listas de candidatos por su utilidad al régimen. Ahora son las nomenclaturas de los partidos las que hacen las listas previas y controlan la obediencia a las instrucciones emanadas de los aparatos dirigentes.

Los ciudadanos, en la democracia, sólo realizan su capacidad de control en el acto del voto, después su delegación a los representantes se va diluyendo en el marasmo de la vida, que convierte a éste, en una función simbólica. Como decía Henri Wallon en su obra titulada del Acto al pensamiento: “La función simbólica es el poder de encontrar a un objeto su representación y a su representación un signo”

Tal es así, que releyendo la obra titulada La caricatura encontré un pasaje que refleja la verdadera imagen de los políticos (no de todos) ante el hecho democrático. Se trata del texto dedicado al humorista inglés Hope Read donde, en un dibujo, se nos muestra la carretera de un pueblo en un día de elecciones: El automóvil del candidato ministerial, donde va éste con su mujer y su hija, ha atropellado a un pobre campesino. El “chauffeur” detiene un instante el auto. Unos cuantos pasos más atrás se ve al infeliz campesino herido, que intenta levantarse y pide auxilio.

-¿Sabe usted, con seguridad, si ese hombre ha votado?- pregunta el candidato al “chauffeur”.

-Si señor. Yo le he visto salir después de votar.

-Entonces no vale la pena detenerse. ¡Adelante!

Y se retrepa en su asiento, tan tranquilo.

Pues somos muchos los ciudadanos que creemos en la democracia y que pensamos que ésta no consiste en el hecho de votar, sino en el de controlar lo que hacen nuestros representantes con la delegación de poderes que les hemos otorgado.

En estos momentos en los que los ciudadanos votantes nos movemos por la carretera electoral debemos mirar con cuidado el tráfico electoral, meditar cuáles son nuestros derechos y los logros alcanzados en esta sociedad del bienestar, que muchos quieren destruir, y que el dinero con el que se pagan esos servicios sociales no vaya a los bolsillos de los banqueros.  Como versificaba Jesús Rodríguez Santos en su obra Poesía y Política: “Casa, en menos manos / la Riqueza se aglutina,/ y la Avaricia extermina,/ a los Derechos Humanos:”

La verdad es que la cultura española sobre Libertades y Democracia es muy poca así como la formación de la sociedad sobre los procesos de manipulación comunicativa electoral es inexistente, lo que nos convierte en un pueblo fácilmente manipulable, como proclamaba  nuestro Francisco de Quevedo: “Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”

Defendamos el sistema democrático, pero exijamos, al mismo tiempo, formación social. Pues la democracia no se aprende nada más que en la vida cotidiana.

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