jueves,18 agosto 2022
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Yerma: Ser mujer y tener una enfermedad mental

Llegados a este punto de cordura mental y teniendo cuarenta y dos años cumplidos con la condición de ser mujer, mucho la vida me ha enseñado sobre en qué sociedad vivo y cómo me integro o desintegro en ella.
Llegados a este punto de cordura mental y teniendo cuarenta y dos años cumplidos con la condición de ser mujer, mucho la vida me ha enseñado sobre en qué sociedad vivo y cómo me integro o desintegro en ella.

Mucha europeidad, mucha posmodernidad, mucho hipster y otros términos engañosos nos hacen creer que aún los roles que se supone que una mujer debe adoptar en la sociedad nuestra han cambiado. Pura palabrería. La mujer aún sigue siendo la madre, la cuidadora, la tutora y la secretaria de los miembros del Consejo de Administración de las empresas.

¿Y qué ocurre si un trastorno mental irrumpe en su vida y necesita que alguien la cuide o que la mantenga económicamente sin contraprestación alguna (hijo, cuidado del hogar, etc)? ¿Y sólo en nombre del amor romantico?. ¿Quién apuesta? Simple y llanamente nadie.

En tiempos de crisis económica, que no de valores (estamos dejando perder un precioso tren) las posturas se enfrentan aún más. La hostilidad y la lucha por los recursos se percibe en el ambiente, y quien juega sin baza inicial ya juega perdiendo.

Es lo que nos pasa a muchas mujeres que con trastorno mental grave quedamos relegadas al sinónimo de carga familiar, carga estatal, incapaz de cuidar de sus padres éstos ya pensionistas y por tanto de escasos recursos.

Por si fuera poco aún nos queda el consuelo de disfrutar de una vida romántica satisfactoria salvo que encuentres en plena edad madura parejas que desean tener un hijo para que les asegure la jubilación, ya que la situación pinta difícil. Y cuando aparece la cuestión de que no puedes tener hijos porque tomas una medicación de infarto simple y llanamente desaparecen (así es, se esfuman).

Entonces te planteas que los cimientos tambaleantes de tu integración social te acaban desintegrando. Vamos a buscar alternativas entonces.

Si la familia umbral de la sociedad, parte de la unión de dos personas que se aman por qué excluye a una mujer con trastorno mental por ser una carga económica para todos?  Pues porque carece de interés económico para nadie. Esta mujer no reproduce económicamente la sociedad.

Entonces la familia tan idolatrada por religiones, por la psiquiatría, la sociología , el derecho, las leyes…no es más que el instrumento de definición de los poderes económicos.

Así tan simple parece una visisón materialista de la historia, de estilo marxista. Pero implica algo más. Implica el que no nos demos cuenta de que por encima de la familia están las personas, el ser humano. Y la mujer con trastorno mental excluida, discriminada en muchos casos, forma parte de muchos de los colectivos que por no tener baza inicial para participar en esta sociedad nuestra siempre acaban perdiendo, atacados, si no invisibilizados.

Y los poetas siempre nos lo recuerdan; Yerma, la mujer infértil del campo que recreó Lorca en su Andalucía rural. Yerma es la mujer atormentada por su incapacidad de reproducer el rol que el destino le ha asignado en su sociedad, tener hijos. Lo mismo podríamos pensar de la mujer de cualquier centro de salud mental de hoy en día , captada por los gurus de la industria farmacéutica, que dispensan sin control antipsicóticos de por vida.

Antipsicóticos como la clorpromacina, que sustituyó a la famosa Lobotomía del nóbel Egas Moniz en 1936, operación donde se erradican las conexiones afectivas del cerebro. Es decir, te convierten en un zombie.

Y además como consecuencia de sus efectos secundarios producen malformaciones en el feto.

Evidentemente si vivir con una enfermedad mental puede ser una situación angustiosa y estresante, además de producir un elevado sufrimiento moral , no resultaría nada afortunada la decision de tener hijos, con la responsabilidad y los cuidados que ello implica. Y si añadimos una cronificación acentuada por la receta indiscriminada de antipsicóticos, tenemos a una mujer sin muchas posibilidades de elección en cuanto a maternidad se refiere. Tenemos a una mujer yerma para muchos poderes de nuestra sociedad

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