jueves,18 agosto 2022
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Narco-sedantes recetados eran vendidos carísimos en la calle

2 científicos alertaron en 1997 de la crisis de los opiáceos que ha costado 573 millones a McKinsey

Redacción
Un profesor canadiense fue el primero en dar la alarma en 1997 de la crisis de los opiáceos, que acaba de costar 573 millones de dólares a McKinsey, consultora más cara y prestigiosa del mundo entre multinacionales y gobiernos. Junto a un colega residente médico, descubrieron y publicaron en una revista académica que muchos narco-sedantes recetados por médicos se vendían en la calle a precios sorprendentemente altos. Pero farmacéutica beneficiada, autoridades y McKinsey parecían ignorarlo.

Se trata del escándalo de origen farmacéutico de mayor impacto mediático tras el que hizo perder poco antes de la pandemia de COVID 19 a Bayer 8.059 millones de euros por vender el glifosato usado como plaguicida en la agricutura tras admitir que Monsanto espiaba a críticos. Ambos no solo cuestionan la ética o la responsabilidad social corporativa de  grandes compañías vinculadas con la ciencia, sino que revelan extendidos conflictos de interés profesionales, que las revistas cientificas intentan evitar con evaluaciones ciegas o de expertos no conocidos por los autores y que éstos tampoco deberian conocer. Pero revistas en algunos casos de poca difusión pública, hasta el punto de que parecen ser ignoradas como en ese caso surgido en 1997 tanto por la compañía Purdue Pharma, como por los gobiernos reguladores, la famosa consultora  McKinsey (acostumbrada a facturar millones a las empresas multinacionales como las del IBEX español) o ahora incluso  los 47 estados norteamericanos cuyos fiscales han negociado las indemnizaciones a los afectados por el consumo dañino de opiáceos.

Dias después de confirmarse el pago acordado y de publicarse un informe de la consultora que eleva de 4,1 a 5 millones los empleos a perder por España por la automatización acelerada por la COVID-19, se ha sabido que el escándalo tendrá consecuencias internas:  Kevin Sneader será el primer socio director global de McKinsey desde 1976 en no renovar un segundo mandato de tres años. Todo ello cuando aún humea el escándalo que intentó frenar con su reciente acuerdo con los fiscales generales de 47 estados, el Distrito de Columbia y otros cinco territorios por prácticas poco éticas para impulsar las ventas del analgésico OxyContin de la firma Purdue Pharma, a cuya campaña coincidente con una epidemia de consumo de opioides en Estados Unidos se atribuye el haber contribuido a la muerte de más de 450.000 personas en las últimas dos décadas.Al parecer McKinsey recomendaba y ayudaba a Purdue a concentrarse en la venta de píldoras en altas dosis, incluso después de que la farmacéutica se declarara culpable en 2007 de haber engañado a los médicos y reguladores sobre los riesgos de usar OxyContin. También aconsejó a Purdue que se uniera con otros fabricantes de opioides para evitar un "tratamiento estricto" de estos productos por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos.

Todo ello tras aparentar ignorar ambas compañías las investigaciones de alerta que habían publicado dos

científico a partir de 1997, cuando ya Purdue Pharma realizaba agresivas campañas de marketing para promover su nuevo opioide OxyContin, dos décadas antes de que surgieran nuevas preguntas sobre un antiguo estudio académico canadiense que presagiaba la crisis de los opiáceos (New questions about old Canadian study foreshadowing opioid crisis).

Según un informe publicado en el New York Times (NYT), hace más de 20 años, un equipo de médicos de Vancouver descubrió signos inquietantes de una futura crisis de opiáceos, y esa investigación no pasó desapercibida a los directivos estadounidenses de Purdue Pharma, la compañía que fabricaba OxyContin. Ello planteaba nuevas preguntas sobre desde cúando la industria farmacéutica sabía que se estaba abusando de sus opiáceos y si ignoraron las primeras advertencias. También planteaba dudas sobre qué sabían los entes reguladores canadienses sobre el riesgo de adicción a los nuevos opiáceos y si Health Canada podría haber actuado para evitar la crisis que ha matado a miles de canadienses en las últimas dos décadas.

El caso es que, ya en 1997, el Dr. Stefan Grzybowski recibía repetidas solicitudes de grandes cantidades de narcóticos de venta con receta en su clínica médica del centro de Vancouver. "Recuerdo que un compañero me dijo que si no le daba las píldoras solo tendría que ir a comprarlas en la calle", dijo. Eso llevó a Grzybowski, quien también es profesor de investigación en la UBC, a investigar el tráfico ilegal de medicamentos de venta con receta. Comenzó pidiendo a sus pacientes información sobre qué medicamentos se vendían en la calle y cuánto costaban. Pero no estaba llegando muy lejos. Luego, su colega, Amin Sajan, un residente médico, intentó un acercamiento diferente. Él [fue] al centro de la ciudad y entrevistó a los compradores y vendedores en las escaleras del Carnegie Center, lo cual fue algo muy valiente y sorprendente".

Lo que averiguaron les sorprendió. Descubrieron que muchos sedantes recetados y narcóticos se vendían en la calle a precios sorprendentemente altos. Y los medicamentos más valiosos fueron las píldoras de morfina MS Contin, fabricadas por Purdue Pharma, conocidas como "peladas" porque el revestimiento de la píldora se despegaba para liberar el medicamento de su interior.

Fue uno de los primeros estudios formales sobre el precio en la calle de los medicamentos de venta con receta, y cuando en julio de 1998 los hallazgos se publicaron en el CMAJ (The Canadian Partnership for Tomorrow Project: a pan-Canadian platform for research on chronic disease prevention), la investigación llamó la atención de los funcionarios de la compañía Purdue Pharma. En ese momento, el fabricante de opiáceos se encontraba en medio de una agresiva campaña de marketing para promocionar su nuevo opiáceo, OxyContin, un medicamento sintético para el dolor que contiene oxicodona, más fuerte que la morfina, y que había sido aprobado unos años antes.

"Purdue Pharma, la compañía que estableció las condiciones que favorecieron la epidemia de opiáceos con el marketing agresivo de OxyContin, ha afirmado durante mucho tiempo que desconocía el creciente abuso del analgésico opiáceo hasta años después de que saliera al mercado", escribió el reportero del NYT Barry Meier. "Pero una copia de un informe confidencial del Departamento de Justicia muestra que los fiscales federales que investigan a la compañía encontraron que Purdue Pharma sabía sobre el “enorme” abuso de OxyContin durante los primeros años tras la introducción del medicamento en 1996, y ocultó esa información".

Entre la evidencia que aparece en los documentos del Departamento de Justicia que cita el NYT está el estudio canadiense. La historia del NYT citó a un vocero de Purdue Pharma que dijo que "la compañía no consideró significativos los resultados del pequeño estudio porque ya se sabía que se podía abusar de la morfina".

Pero en 1998, en el mismo número de CMAJ, el Dr. Brian Goldman escribió un editorial que decía que el estudio de Vancouver debería "hacer sonar las alarmas". Goldman escribió: "El precio relativamente alto de los analgésicos opiáceos de liberación controlada en la calle que se reporta en este estudio indica claramente que estos medicamentos son muy codiciados", y agregó una advertencia profética sobre los nuevos opiáceos. "Ahora que la oxicodona de liberación controlada ha sido autorizada en Canadá, podemos esperar que ella y otros analgésicos opiáceos de liberación controlada también encuentren su camino hacia el mercado negro".

Hoy Goldman, un médico de urgencias, es presentador del programa Bata Blanca Arte Negro (White Coat Black Art) en la radio CBC. En aquel entonces estaba estudiando el abuso de opiáceos y Purdue Pharma Canada también le pagaba por dar conferencias, ya que estaba comercializando OxyContin, su nuevo opiáceo de acción prolongada, a médicos canadienses.

Goldman dijo que el CMAJ le pidió que escribiera el comentario y que su trabajo con Purdue Pharma no tuvo influencia sobre lo que escribió. "Nunca escuché una palabra de Purdue. No tengo idea de cómo reaccionaron". Dijo que en ese momento era obvio que los opiáceos podían convertirse en un problema. Pero él no sabía qué tan grande se volvería finalmente el problema. "Ciertamente, en aquel entonces me hubiera gustado tener una idea de lo que iba a suceder después".

Los artículos de CMAJ se encuentran entre los primeros de una serie de advertencias desatendidas sobre el desarrollo del desastre causado por las pastillas para el dolor que se han recetado en ambos lados de la frontera.

"Obviamente, también pone en evidencia que los riesgos eran conocidos en Canadá", dijo el Dr. Nav Persaud, uno de un grupo de académicos canadienses que pide una investigación criminal sobre la comercialización de medicamentos opiáceos aquí en Canadá. En 2004, el gobierno de Terranova y Labrador estaba tan alarmado por las muertes por opiáceos que estableció un grupo de trabajo sobre el OxyContin, que descubrió que "la mayor parte del OxyContin que se compra en las calles proviene de recetas generadas en la provincia". El grupo de trabajo pidió a Ottawa que examinara más detenidamente la comercialización de opiáceos en Canadá "para garantizar que los fabricantes farmacéuticos utilizaran estrategias de comercialización adecuadas que incluyan información sobre los peligros del abuso y la desviación de los medicamentos".

"Obviamente, Health Canada debería haber investigado el problema en ese momento, y si lo hubieran investigado adecuadamente en 2004, es posible que hoy no tuviéramos esta enorme crisis", dijo Persaud.

En 2009, la CMAJ publicó otro estudio que muestra que las muertes relacionadas con los opiáceos en Ontario se duplicaron después de la introducción y comercialización de los medicamentos opiáceos de acción prolongada. Y en 2011, un jurado del juicio de Ontario que investigaba las muertes de dos personas en Brockville relacionadas con opiáceos emitió 48 recomendaciones relacionadas con el tratamiento y la prescripción de opiáceos de venta con receta.

En EE UU, la crisis de los opiáceos había llegado a los tribunales. En 2007, tres altos funcionarios de la compañía se declararon culpables de cargos criminales por su engañosa campaña de marketing. Según la declaración de los hechos en las actas judiciales, los funcionarios acordaron que su personal de ventas dijera a algunos médicos que OxyContin "tenía menos potencial de adicción, tenía menos potencial de abuso, y era menos probable que se desviara a usos ilegales que los opiáceos de liberación inmediata".

En este momento, en EE UU, cientos de gobiernos locales y más de 20 estados han emprendido acciones legales contra los fabricantes de medicamentos por la crisis de opiáceos. En Canadá, un grupo de pacientes lanzó una demanda colectiva contra Purdue Pharma. Las dos partes acordaron un acuerdo de US$20 millones, pero el proceso está en suspenso después de que un juez de Saskatchewan rechazara el acuerdo diciendo que no estaba convencido de que fuera justo. Como parte del acuerdo, el pacto entre la empresa y las víctimas debe ser aprobado por los tribunales de Ontario, Nueva Escocia, Quebec y Saskatchewan.

A los 11 años de llegar la crisis de los opiacios a los tribunales, en EEUU cientos de gobiernos locales y más de 20 estados emprendieron en 2018  acciones legales contra los fabricantes de medicamentos

"Aparentemente en Canadá no ha habido ninguna investigación criminal", dijo Persaud. Es por eso que él y un grupo de médicos y profesores están exigiendo que el Fiscal General y Health Canada actúen. En un documento de "información de apoyo" enviado a Health Canada, el grupo de Persaud incluyó una imagen de un anuncio de Purdue Pharma a médicos canadienses de la revista Canadian Family Physician del año 2000. En letra pequeña, el anuncio dice "El uso indebido de drogas no es un problema en pacientes con dolor a quienes se les recetan opiáceos de forma apropiada". Pero la investigación ha demostrado que existe un riesgo de adicción a los opiáceos, incluso cuando los médicos prescriben el medicamento.

Apoyándose en las revelaciones del NYT sobre el estudio canadiense, el uno de junio Persaud y sus colegas enviaron una tercera solicitud de investigación criminal al gobierno federal. Y Persaud quiere saber si Health Canada también vio el estudio de Vancouver en 1998. "¿Han visto este informe o simplemente lo leyeron en el New York Times?", Preguntó Persaud.

La portavoz de Health Canada, Rebecca Purdy, dijo en un correo electrónico: "Dado que este estudio tiene 20 años, no es posible en este momento determinar si las personas de Health Canada conocían o no este estudio específico en 1998". Los funcionarios de Purdue Pharma en Canadá ¿vieron el estudio de Vancouver en 1998? No respondieron a la pregunta directamente, pero el director senior de la compañía para asuntos de gobierno y de las partes interesadas, Walter Robinson, escribió en un correo electrónico: "Purdue Pharma (Canadá) monitorea continuamente el entorno de publicaciones de terceros en revistas revisadas por pares que se relacionan con nuestros productos y las áreas terapéuticas en las que operamos". "Purdue Pharma (Canadá) siempre ha comercializado sus productos en línea con la monografía de producto aprobada por Health Canada y en cumplimiento de todas las reglas, regulaciones y códigos relevantes", escribió Robinson, agregando que, si bien Purdue Pharma (Canadá) y Purdue Pharma LP (EE UU) son empresas asociadas, operan de forma independiente.

Un informe federal de 2017 sobre las muertes relacionadas con los opiáceos indicó que "Canadá está experimentando una crisis de opiáceos grave y creciente", que se cobró hasta 4.000 vidas el año pasado. La Agencia de Salud Pública de Canadá dijo que "el fentanilo producido ilegalmente y otros opiaceos sintéticos siguen siendo un motor cada vez mayor de esta crisis".

Volviendo a UBC (Universidad de Britsh Columbia), Grzybowski es ahora director de investigación en el departamento de medicina familiar y está estudiando cómo proporcionar servicios de salud rural a poblaciones vulnerables. Al revisar el documento de 1998, dijo que parecía que se habían ignorado las observaciones sobre la creciente demanda de los productos farmacéuticos de venta con receta."

No creo que en respuesta al documento se tomaran muchas decisiones para cambiar la política de salud o la fabricación farmacéutica en particular", dijo. "Obviamente, se debería haber hecho". "Definitivamente nos sorprendió lo que aprendimos y lo anotamos, pero es el problema típico de la literatura académica, pensar que has encontrado algo importante, lo publicas y luego no sucede nada". "Hasta cierto punto, me siento reivindicado, encontramos algo importante y ahora la gente lo está apreciando".

 

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