jueves,18 agosto 2022
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Ernesto Medina Sandino es el Presidente de la SCN

Científico evalúa el estado de la Ciencia y la Tecnología en Nicaragua

ibercampus.es / Ernesto Medina Sandino
En 1994 la participación de América Latina en la inversión mundial en Investigación y Desarrollo (I+D) era de 1.7% y esta participación bajó a 1.3 % en el año 2005. El panorama es aun más sombrío cuando se sabe que cuatro países: Argentina, Brasil, México y Chile concentran más del 90 por ciento de la inversión en I+D de toda la región.

En su último informe, la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (Ricyt) presenta un panorama desalentador para Latinoamérica en general y para Nicaragua en particular. Lo primero que llama la atención en dicho informe es la casi total ausencia de datos estadísticos de Nicaragua, lo cual no debe sorprendernos sabiendo que los datos los proporcionan los organismos nacionales de Ciencia y Tecnología y que el Consejo Nicaragüense de Ciencia y Tecnología (Conicyt) ha carecido, desde su fundación en 1995, de un apoyo real por parte del gobierno y tiene varios meses de funcionar sin una dirección formal y estable. Para darnos una idea del panorama, bastaría con mencionar que en 1994 la participación de América Latina en la inversión mundial en Investigación y Desarrollo (I+D) era de 1.7 por ciento y que esta participación bajó a 1.3 por ciento en el año 2005. El panorama es aun más sombrío cuando se sabe que cuatro países: Argentina, Brasil, México y Chile concentran más del 90 por ciento de la inversión en I+D de toda la región. No es difícil concluir que la inversión de Nicaragua es insignificante.

La inversión en I+D expresada como porcentaje del PIB es una medida tradicionalmente utilizada para dar cuenta de la importancia relativa que los países asignan a la Ciencia y la Tecnología. Mientras Japón y Estados Unidos invierten en I+D 3.13 por ciento y 2.66 por ciento del PIB respectivamente, América Latina invierte en promedio el 0.52 por ciento. De Nicaragua no hay datos al respecto pero es seguro que la cifra es mucho menor. En el Presupuesto General de la República no hay asignaciones específicas para Ciencia y Tecnología.

En el ámbito de las publicaciones científicas registradas en bases de datos bibliográficas internacionales la situación es igual de dramática. En el 2004 la producción científica de autores centroamericanos registrada en el Science Citation Index (SCI) significó solamente el 1.81 por ciento del total de América Latina y las publicaciones de autores nicaragüenses representaron menos del 0.1 por ciento. Aun en el ámbito centroamericano nuestra producción científica en bajísima y significó solamente el 5.02 por ciento del total publicado por autores centroamericanos. En otras bases de datos la situación es muy similar.

Sin desarrollo científico y tecnológico no puede haber innovación. En el 2004 solamente se registraron a nombre de residentes en el país 3 patentes de las 116 registradas en Centroamérica y las casi 13,600 registradas en América Latina y el Caribe.

El número de especialistas con título de doctorado en todas las universidades miembros del CNU era en 2005 de poco más de 120, lo que no representa ni el 1 por ciento de los doctores en América Latina. Esta cifra, a todas luces bajísima, se ve agravada por el hecho de que prácticamente todos los estudios a nivel de doctorado son financiados con recursos externos. Sin el apoyo de la cooperación sueca, por ejemplo, esta cifra sería mucho menor.

A pesar del esfuerzo realizado y los avances logrados en los últimos años gracias a la cooperación internacional, la situación de la ciencia y la tecnología es muy precaria. Hay grupos que han alcanzado un buen nivel pero que tienen dificultades serias para dar el mantenimiento debido o renovar su equipamiento y, más aun, para incorporar a nuevos investigadores. Esto hace que en la actualidad muy pocos grupos sean verdaderamente sostenibles sin apoyo externo. La falta de una verdadera agenda de desarrollo científico y de un liderazgo competente en este campo ha llevado a una muy débil vinculación entre la investigación y los planes de desarrollo; con lo cual, el impacto de los resultados de las investigaciones sobre los problemas del país sigue siendo muy escaso.

El nuevo gobierno debe explicitar su agenda en el campo científico y tecnológico y debe comenzar dando al Conicyt el apoyo económico y político que se requiere para que asuma el rol de liderazgo que le corresponde. La mayor amenaza a nuestra soberanía no está en los ejércitos de los países hermanos sino en nuestro atraso y nuestra dependencia científica y tecnológica.

Autor:   Ernesto Medina Sandino (Presidente de la Sociedad Científica Nicaragüense, SCN)

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