jueves,18 agosto 2022
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Cómo ganar al estrés en época de exámenes

Redacción
Florencia Poy, Coordinadora del Gabinete de Orientación Educativa de la Universidad Francisco de Vitoria, asegura que este estado de ánimo puede ser positivo en su justa medida, ya que nos aporta la energía necesaria para afrontar el día

Los periodos de exámenes nunca son bien recibidos por los estudiantes. No importa el tiempo que se lleve estudiando, los nervios siempre aparecen en mayor o menor medida. Para muchas personas esta ansiedad llega a convertirse en un verdadero problema.

Florencia Poy, Coordinadora del Gabinete de Orientación Educativa de la Universidad Francisco de Vitoria, explica cómo ganar la partida al estrés para que no nos afecte en los exámenes. Para ello, organiza a lo largo del curso académico, seminarios de relajación creativa, para los alumnos que empiezan ahora sus exámenes universitarios.

Las causas

La ansiedad, tiene que ver con la manera en que cada alumno valora o interpreta la situación a la que se ve sometido. En general, explica Florencia Poy, “la ansiedad no viene provocada por un examen en sí, sino por las consecuencias que cada alumno deriva de ello”.

Como ejemplo podemos pensar en un alumno que necesita obtener una matrícula o un sobresaliente para continuar manteniendo su beca de estudios. Esta situación, el pensar que no sacará esa nota, perderá su beca y no podrá continuar con sus estudios, es lo que provocará que su nivel de estrés tenga un efecto amplificador o multiplicador y que acabe convirtiéndose en ansiedad.

Los síntomas

Es importante detectar esta ansiedad y estrés para poder, después, combatirlos.

“Los síntomas de la ansiedad en época de exámenes vienen dados en tres planos que se relacionan y retroalimentan mutuamente”, explica la coordinadora del GOE:

En primer lugar nos encontramos el nivel mental o cognitivo. Los síntomas más comunes serían: preocupación extrema, inseguridad, falta de confianza, desconcentración, dificultad para tomar decisiones, aprensión, sentimiento de inferioridad, sensación de pérdida de control, dificultades a la hora de leer y comprender, dificultades para recordar palabras o conceptos, bloqueo mental (“quedarse en blanco”).

En segundo lugar, nos encontramos el nivel fisiológico. Los síntomas más comunes serían: respiración agitada o entrecortada, sudoración, sequedad de boca, opresión en el pecho, nauseas, dolor de estómago.

Y por último, a nivel conductual, los síntomas más comunes serían: falta de apetito o comer en exceso, tartamudeo, hablar rápido, risa nerviosa, manipular continuamente objetos, reacciones impulsivas (como abandonar un examen), responder sin reflexionar.

El estrés no es otra cosa que energía que nos ayuda a ponernos en marcha. Por tanto, podemos afirmar que “el estrés (en su justo punto) es una reacción normal y positiva ya que esta actúa como un protector preparándonos para la acción; sin esa dosis de energía vital no afrontaríamos los desafíos que nos plantea la vida”, asegura Florencia.

Por eso, el estrés regulado y adecuado contribuye positivamente a la concentración, a la potencia física. De hecho, los deportistas cuando van a competir suelen obtener mejores resultados si su nivel de ansiedad es más elevado de lo habitual.

En el campo de la psicología existe una evidencia muy estudiada que recibe el nombre de ley de Yerkes y Dodson que describe la relación que existe entre ansiedad y rendimiento y establece que el rendimiento óptimo se obtiene con niveles medios de activación.

Sin embargo, no siempre es así. En algunas ocasiones, la ansiedad deja de ser adaptativa y acaba provocando muchas molestias, desasosiego y sufrimiento. “En este caso se convierte en un inhibidor del rendimiento, entorpeciendo la capacidad de atención y concentración”, comenta la psicóloga.

Los antídotos

Florencia Poy nos da unas sencillas claves para poder evitar y manejar el estrés y la ansiedad:

Reconocerla y detectarla: “Esto, aunque parezca sencillo, no siempre lo es. Aprender a observar nuestro estado anímico resulta una tarea muy importante”, explica.

Aprender a gestionar nuestras emociones: hay que olvidar que siempre nos movemos en tres planos: fisiológico, mental y conductual. “En la mayoría de las ocasiones nos empeñamos en modificar nuestra conducta y nos olvidamos de la verdadera raíz del problema que se encuentra en el plano mental y emocional”, aclara.

Otros consejos

Por último, sería conveniente tener en cuenta ciertos aspectos básicos de la vida cotidiana que serán esenciales cuidar. Entre ellos tener en cuenta:

  • Realizar ejercicio físico ya que supone una de las mejores maneras de encontrar un estado de “dinamismo” al segregar endorfinas y liberar tensiones.
  • Realizar una alimentación sana y equilibrada. Si se come algo entre horas los frutos secos resultan una buena opción ya que contienen azúcares de liberación lenta lo que beneficia la concentración.
  • Mucho cuidado con el uso de estimulantes como la cafeína ya que nos llevan a un estado de “nerviosismo y confusión” en el que nos vemos muy activados pero no por ello con capacidad para retener ideas y conceptos.
  • No debemos dejar de dormir entre siete u ocho horas todas las noches ya que el descanso es una de las mayores garantías para lograr una buena concentración y un estado de ánimo positivo.

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