jueves,18 agosto 2022
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Consumir inteligente (¡No a la obsolescencia programada!)

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El Comité Económico y Social Europeo (CESE) acaba de publicar un estudio sobre el impacto de la información suministrada a los consumidores en relacióna la vida útil de los productos(The Influence of Lifespan Labelling on Consumers, Influencia del etiquetado de la vida útil de los productos en los consumidores, realizado en Bélgica, República Checa, Francia, España y los Países Bajos, con cerca de 3 000 participantes), que demuestra claramente el eventual efecto que produciría sobre la decisión

La conclusión es muy clara: el incremento de las ventas de productos de –potencialmente- larga duración, como las maletas y las impresoras, sería enorme si vinieran acompañados de una etiqueta informativa, pudiendo representar un alza de ventas de un 128 % y un 70 % respectivamente. También los teléfonos inteligentes se ven notablemente afectados, con un aumento del 41 % en las ventas de aquellos que indican una vida útil más larga.

Más en concreto, el 90 % de los participantes en el estudio afirmaron que estarían dispuestos a pagar más por un lavavajillas que durase dos años adicionales. Por término medio, manifestaron que pagarían 102 euros más si tuvieran esa garantía para un lavavajillas cuyo precio oscilase entre 300 y 500 euros.

Se infiere por tanto del estudio que el interés por conocer la vida útil del producto tiene correlación directa con la cantidad que los consumidores están dispuestos a gastar, y, a su vez, los países con un mayor PIB per cápita son los que respaldan mayormente las tesis de la investigación.

• Variaciones europeas

El estudio destaca que los participantes franceses son los más sensibles a la información sobre la vida útil que se presenta en los productos (+118 % de incremento de las ventas con información sobre la vida útil), mientras que los belgas, neerlandeses (+45 %), checos  (+39 %) y españoles (+32 %) no lo son tanto.

• Conclusiones para la industria

El estudio indica que los tipos de etiquetado son importantes. La clasificación A a G (basada en el consumo energético) es la más eficaz y aumenta las ventas en un 84 % cuando se indica.

El estudio también pone de relieve la dimensión social de la obsolescencia programada: las personas de renta baja son más vulnerables y propensas a convertirse en víctimas de la obsolescencia programada, ya que a menudo han de comprar productos más baratos y menos fiables. 

El 80 % de los participantes cree que los productores tienen una gran responsabilidad sobre el ciclo de vida, porcentaje que alcanza el 95 % y el 91 % de los encuestados en la República Checa y Francia, el 81,8 % en Bélgica y en los Países Bajos y el 75,1 % en España. 

Esto coincide con la posición del CESE, que en 2013 emitió un dictamen titulado «Por un consumo más sostenible: la duración de la vida de los productos industriales y la información al consumidor para recuperar la confianza». En efecto, un etiquetado claro que indique la vida útil mínima garantizada del  producto contribuye a mejorar la confianza de los consumidores en las empresas y, en última instancia, a pasar de una sociedad de despilfarro a una sociedad sostenible. El CESE es partidario de obligar a los fabricantes a hacerse cargo de los costes de reciclaje de productos que duren menos de cinco años.

El CESE pide a la Comisión Europea que elabore una legislación europea sobre la obsolescencia programada, recomienda a las empresas que establezcan sistemas de certificación voluntarios e insta a los ciudadanos europeos a movilizarse y reclamar un cambio. Para más información, recomendamos consultar nuestro proyecto  sobre nuevas actitudes frente al consumo disponible en varias lenguas.

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