jueves,18 agosto 2022
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Desplazamiento de poder del Gobierno a los mercados

El Envés
Ante el pesimismo ante los actuales derroteros del mundo por parte de quienes observan, analizan y piensan, es imprescindible crear organismos multilaterales que regulen y gobiernen la globalización. Estamos en transición e incertidumbre, mientras todavía no hemos creado los contrapoderes que nos hagan resistir estas presiones. Pero los ciudadanos no están privados ni de iniciativas ni de autonomía para llevarlas a cabo.

 

“He escrito varios libros sobre la globalización y sus efectos, y un día comprendí que desde que hemos entrado en esta época acelerada de globalización, la mayor parte de las decisiones que afectan a nuestra vida cotidiana se tomaban lejos de nosotros: en Bruselas, Frankfurt, Nueva York, y me puse a investigar para ver si esa sensación era auténtica y estaba afectando al núcleo duro del sistema en el que vivimos, a la democracia. Cada vez hay más decisiones que no dependen de los parlamentos nacionales, donde se encuentran las personas que nosotros hemos elegido democráticamente, sino que se toman en segunda o tercera instancia.

Mientras aquellos a los que llamábamos “poderes fácticos” -Ejército, Iglesia y Banca-se habían movido mucho, los que funcionaban eran muy distintos. El único poder que no se discute nunca es el del dinero”, dice Joaquín Estefanía en su libro”, así comenta Joaquín Estefanía en su libro “La mano invisible. El gobierno del mundo”.

Es como lo que escribe Kavafis en un poema donde dice que hay gente que sigue defendiendo el desfiladero de las Termópilas como si los persas no hubieran pasado por allí. Estefanía afirma que a veces él también tiene esa sensación de estar defendiendo cosas en las que creemos, en medio de una realidad que nos desborda todos los días. Por eso, trata de definir el nuevo poder que surge como consecuencia directa de la desigualdad. Lo ostentan los que lo han tenido siempre: los Estados y gobiernos, allí donde reside la soberanía de los ciudadanos. Pero han aparecido otros nuevos: los mercados, los medios de comunicación y la opinión pública. Los mercados son los reguladores de la vida económica, los guías de los hombres y sociedades que deben adaptarse a él para sobrevivir. España, que hace una generación era un país rural, gracias a los mercados se ha convertido en un país moderno, emergente, que aspira a ser uno de los siete más importantes del mundo en cuanto a bienestar. Pero estos mismos mercados convirtieron a México en un país arruinado en sólo cuarenta y ocho horas.

Con la misma lucidez aborda el papel de los medios de comunicación social como contrapoder de los poderes clásicos. Lo novedoso es que los medios de comunicación se han “independizado” y han pasado a formar parte de grupos económicos con intereses diversos, no subordinados al poder político.

El autor concreta esos intereses: “Cuando se habla de periodismo de investigación y se trata de la cacería mediática de una persona; o cuando se llevan a cabo campañas de opinión que responden a intereses mercantiles; o cuando se convierte a los medios en un instrumento del tráfico de influencias”.

Ante la realidad de la invisibilidad del auténtico poder que toma las grandes decisiones e influye en nuestras vidas, Estefanía afirma que cuando antes hablábamos de poder hacíamos alusión a una persona o una institución. Había un rostro, una marca o unas siglas. Hoy ese poder es más anónimo y a veces es difícil distinguir el verdadero poder de las decisiones que se toman. Los que ejercen el poder niegan tenerlo. Lo ocultan, lo disfrazan, pero no lo sueltan. El término “mano invisible” es una especie de actualización de lo que descubrió hace casi dos siglos Adam Smith: una suma de intereses de varias personas que al unirse se convierten en interés general. Hoy hablaríamos de: gobiernos, empresas, personas que funcionan mucho más en red, que se identifican entre sí menos que antes, pero que están ahí y afectan a nuestras vidas cotidianamente.

No es de extrañar el pesimismo de quienes observan, analizan y piensan. Por eso es imprescindible crear organismos multilaterales que regulen y gobiernen la globalización. Estamos transición e incertidumbre mientras todavía no hemos creado los contrapoderes que nos hagan resistir estas presiones. Pero los ciudadanos no están privados ni de iniciativas ni de autonomía para llevarlas a cabo. Son necesarias las manifestaciones de una sociedad civil fuerte y despierta, que exija la creación y el fortalecimiento de las instituciones públicas para que en ellas resida verdaderamente el poder.

La globalización no está saliendo tan bien como imaginaban los que creyeron en ella a principios de los 90. Asistimos a una globalización financiera excluyente que arregla la vida a los países más beneficiados y genera en una mayoría niveles de desigualdad brutales, como no se han conocido en la historia contemporánea.

Hay también una sensación de impotencia política, pues parece que la economía es la que gobierna el mundo, mientras los gobiernos sólo administran lo que ésta dicta. Ha habido un desplazamiento de poder de los gobiernos a los llamados mercados.

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